Propongo el INDESEVI

El concepto de desarrollo humano atiende, en primera instancia, a la forma de vivir del ser humano en cada sociedad, pero también a cuáles son las libertades básicas en las que debe regocijarse ese mismo ser humano que hállase hoy, pareciera, en un creciente y franco trance de mortificación existencial. Y que no se trate esto, felizmente, de un acumulado de criterios inequívocos y estancados, sino de una noción en constante y aparente perfeccionamiento.

También dentro de tal concepto de desarrollo humano, se ha desenvuelto el de empoderamiento, y desde el momento mismo que se creara dicho informe del PNUD. La sinopsis de la primera versión, de 1990, declara: “La libertad es primordial para el desarrollo humano. Los individuos deben ser libres de ejercer sus opciones en mercados viables y debe dárseles la oportunidad de expresar sus opiniones para configurar su propia estructura política”. Aquí se nota un tenor abiertamente capitalista del concepto de libertad, al hablar de “mercados viables” y no de una libertad como facultad natural sólo condicionada por la responsabilidad; desdeñando, por tanto así, de otra posibilidad ideológica. Y esto apuntaba hacia la necesidad de medir las libertades políticas, ya que “la valoración de los logros en el desarrollo humano varía bastante dependiendo de si éstos se han dado dentro de un marco político democrático o autoritario”. Y aquí se hace también, polémico desde el punto de vista ideológico, lo que significa democrático o autoritario. La experiencia así lo ha venido diciendo con claridad ostensible. Nosotros aquí en Venezuela concebimos el empoderamiento como una transferencia neta del poder del Estado a las comunidades organizadas, quienes en definitiva son las dueñas de sus destinos. En cambio, el concepto de la MUD, por ejemplo, está pletórico de intermediarios, y por tanto de mucha utilería corrumpente… Ellos definitivamente han defendido y defienden hoy la delincuencia, como ha quedado demostrado de manera palmaria, también con las estafas de las viviendas a la también exprimida clase media. No muestran el más mínimo recato en tal defensa. Lo hacen incluso con natural desenvoltura. Son unos irrecuperables. ¡Vaya de qué doctrina han alimentado sus tenebrosas conciencias! ¡Con razón los niveles de ella, hoy en esta Venezuela, tan por ellos sojuzgada! Pero lo que significa paradójicamente ramplón y de acuerdo a sus razonamientos falsos, que los revolucionarios resultamos autoritarios y ellos por el contrario muy democráticos. ¡Vaya qué impudencia!  

Pero como el desarrollo humano pretende abarcar más que el crecimiento económico, por supuesto pretende también ir más allá de los tres componentes contenidos en el IDH; es decir, la salud, la educación y los ingresos. En tal orden de ideas el PNUD entonces ha puesto el acento en la necesidad de explorar cómo se distribuyen las ocasiones, cuánto poder tiene la gente para forjar su destino y cómo afecta al futuro (me imagino suya, y del país) las decisiones que toma. Sin embargo, queda mucho por aprender sobre las relaciones entre desarrollo humano y estas otras dimensiones más amplias. Y aquí Venezuela tiene mucho que decir y mostrar, no obstante que la derecha mundial tilde de autoritario a su gobierno sólo con el objetivo manipulador de infamar otra posibilidad ideológica que no se basa, precisamente, ni en su “mercado viable”, ni en su sacrosanto PIB…

Por tanto a la derecha no le ha quedado otra opción que ponerse sensiblera para tratar de insertarse dentro del concepto este de desarrollo humano y, para ello, utilizaron el pasado año, por ejemplo, la figura de Nicolás Sarkozy, un político acomodadizo y proficiente, quien el año pasado,  en un discurso de comediante desde el podio del Gran Anfiteatro de la Sorbonne, y para colmo, frente a dos colosos colosales como son Pascal y Descartes, invitaba a cambiar radicalmente la forma de medir el progreso criticando el uso del famoso Producto Interno Bruto (PIB) a fines de evaluar el bienestar, y, como queriendo hacer ver, con ello, que se trataba del último gran invento de Occidente, pero sin reparar en que cuarenta años antes ya Mahbub ul Haq, uno de los pensadores más brillantes de Pakistán, y autor a la vez del plan de cinco años que dio lugar a dicho auge económico, había hablado en Karachi sobre el desarrollo económico de su país, donde la economía había crecido, en más del 6% anual durante 10 años, y donde muchos de los asistentes esperaron oír una exposición detallada acerca del éxito de las políticas de ese gobierno, pero oportunidad en la que el joven economista hubo de escandalizar a su audiencia criticando más bien duramente aquella estrategia de desarrollo de Pakistán, dado que durante un período que el gobierno llamó, “década del desarrollo”, la diferencia de ingresos entre Pakistán oriental y occidental aumentó a más del doble, pero donde los salarios en el sector industrial se desplomaron en un tercio y donde las entradas de divisas al país se destinaron sólo a satisfacer las necesidades de una élite de veintidós familias que controlaban las dos terceras partes de los bienes industriales, amén de las cuatro quintas de la banca y los seguros. ¿No les suena esto a proyecto MUD? Pues, porque el espectacular crecimiento económico mostró una imagen totalmente distorsionada del significado de ese período para el pakistaní común y corriente, al que nosotros aquí, en Venezuela, llamamos “de a pie”)…

Algunos años después ul Haq hubo de convencer al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para que por supuesto encomendara a investigadores independientes la elaboración de un informe que presentara una alternativa a ese enfoque casi exclusivo en el PIB, tan frecuente, entre las organizaciones internacionales y los economistas neoliberales, y lo más seguro chantajeados (o seducidos también) por Estados Unidos y sus acólitos. Así pues que, la mera idea de que las Naciones Unidas pudieran evaluar el progreso económico y social de los países, resultó tan polémica que algunas naciones incluso amenazaron con boicotear el proyecto. Sin embargo, el PNUD se mantuvo fiel a su compromiso de preservar la autonomía y la integridad académica del Informe, desde sus Inicios hasta éste de 2010, que ha sido, por cierto, su vigésima edición aniversaria.

 Pero es que también en el Informe de 1994 se hubo de introducir y definir otro concepto: el de seguridad humana, y lo hizo así: como “libertad para vivir sin temor y libertad para vivir sin necesidad”, y “significa seguridad contra amenazas crónicas como el hambre, la enfermedad y la represión, así como protección contra alteraciones súbitas y dolorosas de la vida cotidiana, ya sea en el hogar, en el empleo o en la comunidad”. ¡Y ay de las estafas inmobiliarias que han afectado tan súbita y dolorosamente la vida cotidiana de millares de familias venezolanas!

En fin, el PNUD ha hecho deliberadamente flexible el concepto de desarrollo humano y lo suficientemente consistente y hacendoso como para ofrecer un arquetipo para el nuevo siglo. Pero tiene también otro compromiso no menos primordial: el de no dejarse presionar por los enemigos de los seres vivientes… De allí que la nueva denominación del concepto debería ser Índice de desarrollo de los seres vivos (INDESEVI), porque, resulta más que lógico pensar, dentro de esta realidad empírica que nos toca analizar, que los únicos seres vivos que merecen protección, no son sólo los humanos. Los demás seres vivos también merecen la protección del INDESEVI incluso de la acción destructora de los humanos. Pienso que así se lograría el deseado equilibrio y sustentabilidad de la vida, en este planeta, con un sentido mucho más realista. 

canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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