Sinceramente, me quedé
perpleja ante tal desaguisado. Creo profundamente que el pueblo libio
tiene muchas alternativas, incluyendo la de decidir si Muhammar el Kadaffi,
continúa o no al frente de su país. Pensar que la muerte de civiles
es algo “normal”, susceptible de ser consultado en referéndum,
hace que se banalice el tema. Se torna superficial y hasta irrespetuoso.
El único referéndum que se me ocurre, hoy día, es si ese pueblo quiere
ejercer su derecho a la autodeterminación y la soberanía sobre su
territorio (recursos naturales y energéticos incluidos). La respuesta,
probablemente no les gustará a los señores de la ONU.
La crisis libia, lamentablemente,
obedece a un juego de ajedrez en el que la coalición conformada por
EEUU, Francia y el Reino Unido, han jugado sus cartas en procura de
objetivos estratégicos para cada uno de ellos. Sin embargo, su despliegue
de fuerza y avances tecnológicos sobre territorio libio, especialmente
en horas de la noche, ha dejado saldos negativos en bajas de civiles
y destrucción de sitios tan peligrosos como un hospital…que hacen
de su “cruzada” una actividad con poca aceptación.
Surgen entonces, propuestas desde España que hablan de incrementar o complementar la resolución 1973, permitiendo el despliegue terrestre de tropas, que permitan asegurar el éxito de la operación. En Rusia, China, Liga Árabe y algunos países, miembros de la OTAN, como Turquía, además de los países del ALBA y personas dentro de los propios países atacantes, se levantan severas críticas a los bombardeos y sus consecuencias nefastas entre la población libia. Son lugar común los carteles de “no más sangre por petróleo”, lo cual da cuenta de una conciencia colectiva que se superpone a la avalancha mediática que trata de hacer ver que el conflicto tiene como objetivo “salvaguardar los derechos del pueblo libio”.
Hoy por hoy, ante esas
protestas y posiciones en contra, de cientos de pueblos y países, que
incluyen como dijimos, a Rusia y China (¡tarde piaron pajaritos!),
comienzan a pasarse la papa caliente de la mentada operación, tratando
inclusive de dejar el mando de la misma en manos de la OTAN, la cual
por supuesto ha negado esa posibilidad, al menos por ahora.
Toda la situación
refleja, además de una enorme improvisación, el desespero de unos
gobiernos que quisieron montarse en la ola de protestas generadas en
los países vecinos a Libia, para sacar su jugosa tajada, representada
en agua potable en abundancia y petróleo liviano en buena cantidad
y en ubicación inmejorable. Además de supuestos beneficios colaterales
que se expresarían en el aumento de la popularidad de alguno que otro
presidente en desgracia.
Mientras, el cielo
libio y los “blancos estratégicos”, son el telón de fondo para
que la industria de la guerra despliegue una suerte de preventa de sus
nuevos armamentos y capacidades tecnológicas, en la que se evalúan
“en el propio terreno” los enormes “beneficios” de los equipos
militares que intervienen en la operación. También sirve, por supuesto,
para salir de cierta cantidad de armamento, en riesgo de llegar a la
obsolescencia, y propiciar el necesario y vital recambio de piezas.
Lástima si en el ínterin, ocurren daños colaterales…
El capital no se equivoca.
Siempre genera las condiciones para su reproducción y supervivencia.
Por ello, no podemos hacerle el juego, planteándonos absurdos tan infames
como referéndums que indaguen acerca de la muerte (una de las principales
fuentes de ingreso y beneficios para el capital mundial).
Las revolucionarias
y revolucionarios del mundo debemos invocar la vida, la soberanía,
el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad y
la cooperación, entre otros.
PS:
Menciona Fidel Castro que ayer en su visita a Chile,
“cuando a Obama lo interrogaron sobre el golpe de Estado contra el
heroico presidente Salvador Allende, promovido como otros muchos por
Estados Unidos, y la misteriosa muerte de Eduardo Frei Montalva, asesinado
por agentes de la DINA, una creación del Gobierno norteamericano, perdió
su presencia de ánimo y comenzó a tartamudear” (1)
¿Y será coincidencia
que el año del golpe (del que no quiere ni acordarse) y el número
de la resolución de la ONU (de la que quisiera olvidarse) se escriban
igual? 1973 es un número fatal para la humanidad cuando se encuentra
ligado al nombre de los Estados Unidos de América.
(*) Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas