Hace más de ocho décadas y media el camarada Trotsky escribió y publicó un libro titulado “¿Hacia dónde va Inglaterra? Tal vez, ni siquiera algún militante del partido conservador y del partido laborista ingleses se han preocupado por averiguar si ese libro existió o no y, menos, procurado leerlo. En el encabezamiento Trotsky expresa la esencia de su obra y destaca lo siguiente: “La historia se hace a través de los hombres. La apreciación de las fuerzas vivas que realizan hoy la historia no puede dejar de ser activa. Para comprender por qué luchan las clases, los partidos, sus jefes, y qué les espera el día de mañana, es necesario abrir una brecha en la ciudadela de las convenciones políticas, de las mentiras, del cant parlamentario de que están penetradas las cosas. La polémica se convierte así en un método necesario para el análisis político”.
El camarada Marx llegó a creer que el partido conservador inglés desaparecería muy pronto bajo el desarrollo político que continuaría el sendero de las luchas del liberalismo y el socialismo. Lamentablemente, se equivocó y hoy es el partido que gobierna en Inglaterra. El laborismo inglés –no sé hasta dónde pretendió engañar al pueblo inglés- llegó a vender la idea de un socialismo fundamentado en el Evangelio para poder cristianizar a la sociedad y al gobierno.
Inglaterra, si se hiciera un análisis de las naciones comparándolas con el reino animal, pudiera decirse que ha hecho el papel del zamuro pero en vez de comer carne putrefacta se ha alimentado de lomito. El elevado grado de desarrollo obtenido por Inglaterra se lo debe, esencialmente, a la solidaridad de lo que fueron las revoluciones burguesas europeas. ¡He allí el lomito de la vaca sacrificada para la burguesía inglesa! Incluso, el proletariado inglés en vez de asumir el marxismo como su doctrina de clase, se armó del protestantismo religioso como tradición hecha así como la burguesía inglesa en vez de abrazarse a la Ilustración se aferró al catolicismo y el anglicanismo.
El jefe del laborismo político inglés le solicitó al señor Cameron (jefe del conservadurismo inglés): “En la represión estamos hombro a hombro. Tienes que juzgar a los jóvenes violentos”. El mundo humano, por lo menos hasta donde llega la televisón, observó los hechos de violencia que se suscitaron en Inglaterra. Los conservadores, los laboristas y los liberales ingleses han sido los más sorprendidos, porque eso les ha afectado sus vacaciones. Las causas que generan la violencia no interesan para nada ni a los conservadores ni a los laboristas ingleses ni tampoco a los liberales que están chupando una buena tajada en el gobierno del señor Cameron. Pareciera que en Inglaterra no existen los comunistas. No, sí existen pero son una minoría prácticamente insignificante, aunque tengan sus méritos que deben reconocerse.
Los hechos de violencia en Inglaterra ponen de manifiesto, una vez más, que todos los partidos políticos de la democracia burguesa se unen en un solo coro cuando se trata de defender la sagrada y santísima, para ellos, propiedad privada mucho más que a la justicia. Ciertamente, los manifestantes, sin que le estemos criticando pero sí tratando de ser justo en el análisis, se fueron por la senda de la espontaneidad para sus protestas y no podía ser de otra manera a falta de vanguardia política revolucionaria y de un proletariado dispuesto a luchar por sus más caras y preciadas reivindicaciones, que son las que tienen que ver con la redención social. La espontaneidad, cuando no cuenta con los elementos antes mencionados, corre el inminente riesgo de caer en la anarquía y ésta sólo garantiza su propia derrota política, debido a que no presenta perspectiva de victoria por un programa claro de objetivos revolucionarios. Eso es verdad. Sin embargo, los hechos de violencia (fundamentalmente expresados en saqueos y quemas de locales comerciales y vehículos) fueron protagonizados por jóvenes que algunos importantes medios de la comunicación han denominado “chamos”. Eso es importante a la hora de cualquier análisis sobre los sucesos que hacen recordar no sólo que Marx está bajo tierra en un cementerio inglés sino, muy importante, que su doctrina es la única guía de acción que vale la pena en este tiempo para una lucha de clases que lleve a los pueblos –con el proletariado al frente- a alcanzar la cima política que le permita construir su sueño emancipador en la realidad.
Los conservadores, los laboristas y los liberales ingleses condenan la violencia, venga de donde venga, pero sí tienen fe en ella cuando se requiera para los beneficios del capitalismo imperialista. Hay que reprimir y juzgar a los jóvenes violentos que participaron en la alteración del orden público burgués inglés, pero hay que ejecutar la violencia inglesa para derrocar a Gadhafi y repartirse, con las otras poquísimas naciones imperialistas, las riquezas libias. Así piensan ellos. Esa es la “justicia”, la “libertad” y la “democracia” (concretadas como paz imperialista) que defienden los conservadores, los laboristas, los liberales ingleses como sus pares republicanos, demócratas estadounidenses… y sus semejantes en Francia, en Alemania, mejor dicho: en los países capitalistas sean altamente desarrollados o sean subdesarrollados. ¿Será que el mundo que no es anglosajón no comprende las particularidades secretas y las imponderaciones del espíritu inglés? Quizás, no lo sé.
Los gobiernos imperialistas, mucho más que los que no son, se caracterizan por invocar un pacifismo extremo que rechace, de plano, toda manifestación de violencia social. ¿Pero dónde está el truco? En que lo pregonan o dirigen es a los obreros, a los campesinos, a los marginados, a los estudiantes e intelectuales progresistas y no a las fuerzas militares y policiales de sus Estados. Estas están, precisamente, para aplicar la violencia imperialista cada vez que se haga necesaria para los designios de la oligarquía financiera sin respeto alguno al derecho a la autodeterminación de los pueblos o naciones.
Los conservadores, los laboristas, los liberales ingleses se indignaron, se ofuscaron ante los hechos de violencia cometidos por los “chamos” porque, los mismos y según ellos, no hacen más que intentar alzar al hermano inglés contra el hermano inglés, al soldado inglés contra el soldado inglés. Esa violencia no es sólo contra los ingleses sino, peor aún, contra la moral religiosa del ejército inglés que, en este momento, está poniedo en alto el orgullo imperialista inglés masacrando pueblo libio, pueblo afgano, pueblo iraquí… y paremos de contar. Al proletariado inglés, la burguesía inglesa le respeta su metodología de conciliación social.
Para calmar los ánimos alterados y, especialmente, de “chamos”, los Estados o gobiernos imperialistas siempre tienen a la mano, cuando se trata de actos de violencia contra ellos, el recurso russellano de invocar los procedimientos pacíficos y progresivos de las ciencias y de la tecnología como si las hicieran accesibles a esa enorme masa de población explotada y oprimida, que sólo puede medio sobrevivir en el escandaloso mundo del capitalismo salvaje. ¿Será que los conservadores, los laboristas y los liberales ingleses, parafraseando a Churchill, siguen creyendo en ese cuento chino de que la violencia es un invento de la mente humana?
Bueno, todas las cosas dichas o escritas anteriormente para poder llegar a la esencia de este breve análisis caracterizado por el título que lo encabeza. Los conservadores, los laboristas y los liberales unidos, más que unidos y hermanados han solicitado y expresado la necesidad de juzgar y condenar a los “chamos” que protagonizaron los actos de violencia en Inglaterra y que afectaron, primero, a la santísima propiedad privada y, segundo, alteraron el orden público causándole pérdidas a la sagrada propiedad privada. Pero ningún conservador, ningún laborista ni ningún liberal ha expresado, aunque sea por demagogia, lo siguiente: si vamos a juzgar y castigar a los jóvenes violentos también, es necesario, juzgar y castigar con todo el peso de la ley a los policías que asesinaron al joven negro que sirvió de motivo para que los “chamos” respondieran con violencia.
Los jóvenes o “chamos” que protagonizaron los actos de violencia no mataron a nadie aunque eso no justifique lo que hicieron en saqueos, pero el Estado sí mató jóvenes y ¿qué conservador, laborista o liberal inglés, responde por ello? Claro, lo que no pudieron imaginarse, cada uno en su tiempo, Malthus… Hobbes… Smith… Ricardo… Churchill… -disculpen: -Moro, Byron, Russell, Chaplin, Lennon-: e incluso Marx es que los grandes avances comunicacionales del capitalismo, sin quererlo, le fuesen a crear serios problemas de orden público a los amos del capital. ¿Qué estarán pensando los magnates de la comunicación sobre facebook? Mientras tanto el mundo ha observado cómo la represión del Estado inglés ha caído con fuerza y sin misericordia sobre los “chamos”.