Esa hilaridad de Hilaria viene cargada de consecuencias históricas, culturales, éticas. Obviamente no soy civilizado como ella, porque a mí no me dio risa ese aquelarre histérico y grotesco.
En su Edad de Oro la burguesía pretendía fundar su dominio en su superioridad moral, en sus modales delicados, su hipocresía, etc. Ordenaba asesinar y se horrorizaba luego. Ya no.
Raro: Hilaria no rio al mirar por televisión la captura y asesinato supuestos de Osama Ben Laden, más bien lucía preocupada (http://j.mp/tBuv65). Obviamente ese otro asesinato no le resultó tan cómico.
Digo «supuestos» porque, con el perdón, no les creo nada. Apenas puedo admitir lo de Gadafi porque lo certifican sus hijos. Desde años antes de la tramoya de la Plaza Verde de Trípoli filmada en Catar, no creo en el totalitarismo mediático.
¿Qué hacer con la demasía? Comentar un asesinato es ya duro, pero ver un linchamiento con tanta saña y luego a alguien reírse de eso, alguien que obviamente lo ordenó, bueno, uno se queda sin palabras, porque ni los villanos más protervos del cine se ríen así. ¿Reía Calígula?
¿Cómo pensar lo no pensable? Esto va más allá, porque entra, además, envuelto en un genocidio destinado a proteger gente civil exterminada en veinte mil bombardeos, quién sabe cuántas toneladas de explosivos. «Bombardeos humanitarios» conducidos por un Nobel de la Paz. Tres grandes potencias que gastan el 70% del presupuesto militar mundial contra un desierto de seis millones de habitantes. Bernard-Henri Lévy, de los Nuevos Filósofos de finales de los 70, burgués, fatuo y ultrarreaccionario profesional, a quien como a Hilaria que no sé calificar, declaró para Radio France Culture que Sarkozy intervino en Libia porque tuvo un «sobresalto ético».
¿Será que la risa de Hilaria es parte de un sobresalto ético? ¿Quién más se rio? ¿Reía Goebbels?
No sé qué decir de esa risa. Por eso divago. Llamarla abominable me parece una caricia. Porque es que Hilaria reía de las siguientes imágenes, que te advierto son horripilantes: http://j.mp/rs7dCZ.
Ludwig Wittgenstein postuló que de lo que no se puede hablar, lo mejor es callar.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com