El horrendo crimen que se ha cometido en Francia contra niños o niñas de origen judío, no hace más que poner de relieve el inminente peligro de la vuelta del nazismo en algunas regiones o naciones de Europa. Eso no es simplemente xenofobia, porque los infantes no fueron asesinados por ser de otro país sino por ser judíos. El criminal es un nazi en la práctica por donde quiera que se le mire o se le juzgue aunque jure y perjure que su acción es cobrar venganza por los asesinatos que comete el Estado israelí en Palestina. Hoy en día, el nazismo también cometería horrendos crímenes contra islamitas, cristianos, budistas y con mayor intensidad contra los comunistas.
Mientras las grandes y pocas potencias imperialistas califican a toda acción de lucha política contra sus intereses como terrorismo, por soleares se les van coleando, estableciéndose y hasta consolidándose verdaderos rasgos de nazismo en sus territorios. Hechos consecutivos de racismo en varias regiones de Europa así lo testifica o testimonia.
Si un socialista levantase la bandera del antisemitismo en la lucha política por la revolución proletaria caería en la categoría en que Engels los involucraba: estupidez. Pero el nazismo sí hace del antisemitismo una consigna fundamental de su línea política e ideológica de lucha.
El antisemitismo tuvo su origen durante el imperio romano y creció en la época cristiana con la aplicación de políticas que excluían a los judíos y los hacían vivir en guetos. Los cristianos acusaban a los judíos de pueblo deicida; es decir: culpable o cómplice de la muerte de Jesús. Durante la segunda mitad del siglo XIX el antisemitismo incorporó a sus argumentos el de que los judíos eran usureros por ser banqueros y tuvo su máxima expresión en el racismo y la creencia en que la raza pura, aria, requiere de exterminar a los judíos por ser un estorbo para el género humano. El nazismo alemán, a cuya cabeza brilló de oscurantismo el genocida Hitler, atacó con saña y atrocidad a los judíos y también a los comunistas y hasta otros Estados imperialistas. El antisemitismo sigue en la conciencia de muchos racistas, especialmente, en Europa. El nazismo es la última alternativa que le queda al imperialismo para aplicarlo cuando ya se vea, mundialmente, la soga al cuello y los indicios de su derrota no dejen duda de ninguna naturaleza.
El vil asesinato de tres infantes judíos y uno de sus profesores que era el padre de uno de los muertos, demostró que los servicios de seguridad o de inteligencia del Estado francés no son tan efectivos como aparentan serlo. ¿Por qué?: el mismo Presidente de Francia, que es racista aunque no lo reconozca públicamente, aceptó que con la misma arma habían matado días atrás a tres militares franceses de los cuales dos comulgaban con el islamismo. La hipocresía en la política es cotidiana por conveniencia económica esencialmente, porque aún el mundo en su mayoría camina bajo las pisadas de la demagogia y el nacionalismo. Basta un ejemplo: los que hicieron caminar al extinto Gadafi sobre alfombras rojas para recibirlo en sus países y luego se complotaron militarmente para derrotarlo y asesinarlo, ahora hacen sus visitas a Libia, simplemente, para exigir que se respeten los acuerdos económicos que fueron firmados justo cuando gobernaba Gadafi. ¿No es eso una palurda expresión de hipocresía política de los gobernantes imperialistas? Lo que también es cierto es que los asesinatos, la actuación de la policía francesa y el suicidio del asesino favorecen electoralmente al Presidente Sarkozy que busca su reelección. En el fondo de su alma, aunque tampoco lo reconozca, sabrá agradecerlo y guardárselo como secreto que se llevará a su tumba aunque miles de miles de franceses sepan que es así.
La señora Marina Le Pen, expresión de una extrema derecha política con verdaderos rasgos de racismo y de nazismo y que sí debe lamentar los sucesos porque le reducen puntos para la elección presidencial, salió al ruedo a condenar el asesinato de los infantes judíos y del profesor exigiendo a los poderes franceses impedir un nuevo drama. Pues, ya lo impidieron con, según informan, el suicidio del asesino luego de entrarse a tiro limpio con guardianes del imperialismo francés. La señora Pen, de ganar la Presidencia de Francia, sin duda incorporará o acrecentará no uno sino miles de dramas al pueblo francés y a otros pueblos del mundo donde llegan sus botas militares o sus corbatas diplomáticas a meter su cuchara donde nadie le ha llamado o invitado.
Podrán alegar que el asesino era un enfermo mental, un degenerado social, un trastornado sicológicamente y no vamos a discutir eso, porque para cometer asesinatos como lo acontecido en Toulouse (Francia) es imprescindible tener serios trastornos mentales, tales como los tenían Hitler y su banda de criminales denunciados con tiempo y nadie le hizo caso, por ese eminente sicoanalista Wilhelm Reich quien, de paso murió de forma extraña estando “loco” en una cárcel en Estados Unidos.
El imperialismo se ocupa de los efectos pero jamás de las causas de los fenómenos. Lo último les produce mucho dolor de cabeza y no están interesados en buscarle solución porque sería como guillotinarse a sí mismos. Los crímenes más horrendos cometidos de manera individual por personas desquiciadas mentalmente se producen en las naciones de capitalismo más avanzado, es decir, en los países imperialistas. Y quienes los cometen suelen, por lo general, estar marcados sicológicamente por su participación en guerras de invasión, en guerras de rapiña, en guerras de genocidios, precisamente, llevadas a cabo por Estados imperialistas o, generan sus crímenes tanto odio de rechazo acumulado que sólo despiertan ansia de de venganza, alteran el cerebro de personas de países invadidos convirtiéndolos en asesinos natos y netos. ¿No se han dado cuenta de ello los señores imperialistas? Eso nos permite llegar a una irrefutable conclusión: mientras exista imperialismo y haga sus guerras para expoliar a otros países o pueblos jamás dejarán de cometerse crímenes como el acontecido en Toulouse (Francia). Ahora, preguntemos: ¿acaso es menos horrendo el crimen que cometió el sargento estadounidense en Afganistán y lo declararon loco para evitar que sea juzgado internacionalmente por crímenes de lesa humanidad? Sin embargo, para los imperialistas, los terroristas que cometieron el injustificable crimen de chocar aviones contra las torres gemelas de New York y producir la muerte de más de tres mil seres humanos, no estaban locos sino que actuaron con plena conciencia y totalmente cuerdos en su horrendo crimen.
Mientras exista imperialismo, estarán dadas las posibilidades reales para el establecimiento de gobiernos extremos como el nazismo, el sionismo o gobiernos islámicos que juran borrar del mapa a otras naciones sin hacer diferencias de clases o de otro género pero, no todo es oscuro, igualmente existen para que se produzca la revolución proletaria permanente cuando el proletariado (especialmente de las naciones imperialistas) se decida a romper definitivamente sus lazos con el pragmatismo, el reformismo y el nacionalismo fronterizo.
¡Contra el terrorismo, contra el sicariato, contra el nazismo y el sionismo, contra gobiernos religiosos extremos, no queda otra alternativa que el triunfo de la revolución proletaria permanente para construir el socialismo, única formación económicosocial que pone fin a todo género de violencia social y a toda diferenciación de los seres humanos por clases sociales y naciones!