La democracia española no es seria. Pero tampoco divierte a los que la padecemos. Dicen sus entusiastas que todo es mejorable, y que esta democracia de.broma no es una excepción. Pero examinada de cerca, para mejorararla de verdad habria que empezar por los cimientos. De nada sirve hacer retoques. Las ñretendidas "mejoras" no consiguen otra cosa que todo siga igual, o peor, en lo fundamental...
Porque por mucho que llamen "democracia" sus vigilantes y patrocinadores al sistema político español, el lienzo que está dentro del marco no es más que una caricatura grotesca de lo que sugiere el rótulo del cuadro.
Así sucede que, siendo gravísima, la corrupción "sobrevenida" es casi lo de menos. Lo verdaderamente grave es el foco, el nacimiento del modelo; "modelo" muñido no por varios padres constitucionalistas, como se dice, sino por uno solo: Fraga Iribarne. Este personaje, ya fallecido, es el verdadero artífice. El fue el único albacea de la voluntad del dictador, el encargado de cumplirla. Amparado entonces en la coerción latente de un ejército más franquista que el sátrapa, se las ingenió para que el pueblo diese su consentimiento a una constitución cocinada a la medida de la aristocracia, del "Príncipe" y de las fortunas eternas o amasadas durante la dictadura. Este es el punto de partida. Aquí nace la corrupción, causa de la causa de tanto desmán, de tanto expolio, de tanta trapisonda y de tanta mentira. Lo demás que ha ido llegando después es efecto necesario del pecado original que hubo en una constitución "intervenida". El foco de la infección generalizada está ahí. Y de ahí viene que el que fue coronado como jefe de Estado se atreva a todo: desde mandar callar a un presidente latinoamericano electo, hasta abusar de todos y de la institución creada para él. Y de ahí también ocurre que su parentela lleve tan lejos la corrupción; corrupción, que más que indignación lo que en este caso provoca al pueblo es náusea. Los miles de corruptos, de ladrones y de despilfarradores salen de aquellas aguas pantanosas sobre las que el "modelo" fue alzado.
Por todo ello, en este país nada se podrá mejorar hasta que el tumor sea extirpado de una vez. Porque mientras quienes gobiernen sea por encima de todo el dinero y quienes lo detentan desde siempre; mientras tengan por cómplices a la Iglesia católica, a los políticos truhanes y a los periodistas dominantes que hacen el papel de agente doble, este país irá de tumbo en tumbo y cada día que pasa surgirán más millones de pobres que no albergan esperanzas ni encontrarán refugio en una cueva de ladrones de dinero, de dignidad, de privilegios y, lo que es peor, de la “verdad”.
En las altas esferas de la administración del Estado (un estado dentro del estado) siguen teniendo un gran protagonismo los custodios del franquismo (o de su espíritu); ellos son los que, desde la sombra, cuidan evitar "desviaciones". Sea en la administración civil, en la judicial, en la económica, en el tribunal de cuentas o en la banca o en telefónica, los perros de presa cierran el paso a toda iniciativa que vaya más allá de donde a los dueños de la finca nacional convenga. Fingen deseos de mejorar que no tienen, y recurrirán a cualquier método por sórdido que sea para mantener el statu quo de una democracia que dista muy poco o nada de lo que todos entendemos por democracia bananera.
Pero el pueblo, aunque vote, nunca pudo, ni puede, con los que manejan las bridas políticas, sociales y económicas. Y cada vez más se percata que aquellos le toleran pero no le consienten. Ni todos los indignados, ni todos (pero pocos) los periodistas honestos que se hacen ver y leer, ni todos los políticos correctos que se mueven en un segundo plano por las condiciones rampantes en que bulle esta parodia "democrática", son suficientes para hacer saltar los mecanismos necesarios para evitar que hasta ellos mismos acaben contaminados por tanta podredumbre.
En suma, para mejorar todo esto y poner a este país a la altura de las imperfectas democracias europeas, habría que volcar el saco y empezar todo desde cero. En todo caso lo que pasa aquí un día tras otro, no tiene parangón en ningún otro país del mundo. Las peculiaridades históricas de España nunca dejan de ser extravangancias peligrosas; estrambotismos de los que siempre unos pocos sacan partido y el pueblo es el que pierde. La prueba es que el único recurso que tienen para defenderse de estas o parecidas acusaciones es, llamarlas demagogia. Y ¿quiénes son esos a que me refiero? Por sus obras entorpecedoras del cambio verdadero los conoceréis...
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