Hay o existen camaradas, muy respetables por cierto y conocedores de la teoría o ciencia del socialismo científico bien expuesta por los camaradas, entre otros, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gramsci y Fidel, que quieren o pretenden, como si el camarada Chávez tuviese más poder divino que Dios y todos los brujos y magos juntos, que el hombre de Sabaneta (estado Barinas y actual Presidente de la República Bolivariana de Venezuela) construya el socialismo de la noche a la mañana como si esta nación estuviese ubicada en forma solitaria en el planeta del Principito y toda la riqueza económica, el amor y la solidaridad dependieran de una sola flor.
Los camaradas que anhelan que el camarada Chávez construya el socialismo en Venezuela durante el próximo período presidencial de 6 años de gobierno de ganar la elección el 7 de octubre y cosa es casi seguro, con el perdón y sin irrespetarlos ni burla de ningún género, no están pisando tierra, no están comprendiendo las realidades del mundo capitalista, no están entendiendo nada de la correlación de las fuerzas o corrientes de pensamientos contradictorias y antagónicas que caracterizan el campo internacional, no se percatan de la fuerte lucha de clases en la transición del capitalismo al socialismo como tampoco se quieren dar cuenta que –valga la redundancia- el socialismo tiene carácter de universalidad rompiendo con los estrechos conceptos de fronteras patrias, aunque deba comenzar por lo nacional.
Empezando, el socialismo no es obra exclusiva de despojar del poder político a la burguesía. Eso, históricamente se ha demostrado, es mucho más fácil que construirlo. Para esto se requiere de la técnica más desarrollada del capitalismo; es decir, de unas fuerzas productivas que hayan entrado (por su extremado avance) en contradicción antagónica no sólo con las relaciones capitalistas de producción sino, igualmente, con la existencia de fronteras nacionales. Esto se ha cumplido en las naciones de capitalismo altamente desarrollado. La revolución es como una locomotora cuyo motor es la lucha de clases; es decir, ésta es la que le hace andar. Cuando en el mundo ya no existan las clases sociales serán las ciencias y la técnica quienes se ocupen de los saltos cualitativos sociales. El hombre y la mujer ya no tendrán que sacrificar su sangre y sus vidas para conquistarlos.
No pocos, fundamentalmente, intelectuales de izquierda se creen con la potestad de exigir saltos socioeconómicos que nunca podrán darse dependiendo de las buenas voluntades o convicciones ni de los líderes ni de las masas. Marx, hace muchísimas décadas, nos alertó contra lo que no es posible saltar en la lucha de clases sin que antes se produzca un agotamiento de las fuerzas del capitalismo. Si el socialismo pudiese construirse dependiendo de esas voluntades, el capitalismo hubiese sido guillotinado no por Marx y Engels sino, especialmente, por Fourier, Saint-Simon y Roberto Owen gracias al erróneo criterio de haber inventado que el inventor de la guillotina había sido el Dr. Joseph-Ignace Guillotín, precisamente un hombre contrario a la aplicación de ese método para hacer efectiva una pena de muerte. El mundo actual sería la primera maravilla y los seres humanos, desde muchísimas décadas anteriores, no conocerían ni un solo rasgo de injusticia social.
Echemos andar la imaginación (del sentido común simplemente) sólo un poco y nada más pero siendo realistas. No existe entre los seres vivientes y pensantes de este mundo alguien que quiera más el socialismo (hecho, derecho y totalmente acabado) que el camarada Fidel Castro. Ningún gobierno, luego del bolchevique encabezado por el camarada Lenin, ha hecho tantos esfuerzos y sacrificios para el triunfo del socialismo en este planeta como el cubano. ¿Lo logró? No, no podía lograrlo porque Fidel no es Dios ni Raúl un Jesucristo ni Celia Sánchez fue una virgen María. Por lo demás, la Revolución Cubana, hasta ahora, no ha podido contar con un mago que con su varita prodigiosa convierta las voluntades de la dirigencia revolucionaria y el anhelo de los pueblos en realidades irrefutables.
El socialismo (y escudriñen textos marxistas y experiencias históricas si no lo creen) es una cuestión internacional muchísimo más que nacional. Para que el camarada Chávez construya el socialismo (como primera fase acabada del modo de producción comunista) tendría, en los venideros seis años de Gobierno, hacer realidad irrefutable, entre tantas cosas, lo siguiente: expropiar a todos los expropiadores y pasar todo lo expropiado a propiedad del Estado como condición sine quo non de transformarla con el tiempo en propiedad social, lo cual sería una garantía indispensable de la desaparición de las clase sociales; tendría que educar y convencer a la pequeña propiedad privada, por todos lo medios posibles del pacifismo social, que se metamorfoseen en propiedad social; tendría que implementar todas las políticas necesarias para que el Estado se extinga, cosa que se hace posible cuando, universalizando la cultura y el arte, la sociedad aprenda a administrarse por sí misma, lo cual –igualmente- implica que ya el propio Estado y todos sus aditamentos pierden completamente vigencia; es decir, se extinguen los ejércitos, las policías, los cuerpos de seguridad y vigilancia; en fin, ya no necesita la sociedad de guardianes ni de armas; tendría que resolver todas las contradicciones antagónicas que existen entre el trabajo manual y el intelectual como entre el campo y la ciudad y eso pasa, obligatoriamente, por convertir en culta a toda la sociedad como también en la industrialización de los campos con la tecnología más avanzada lograda por el capitalismo altamente desarrollado. Mejor dicho: tendría que crear las condiciones materiales y espirituales indispensables para que cada quien (comenzando un pedazo de desarrollo de la segunda fase denominada por Marx como comunista al echar el derecho burgués su último suspiro) trabaje según su capacidad y obtenga según sus necesidades. Sencillamente, camaradas, eso no es posible, eso es una utopía demasiado ambiciosa e irrealizable. ¿Estaría dispuesto el pueblo a aceptar o sería correcto que el camarada Chávez, en los próximos seis años de Gobierno, decrete la extinción de las Fuerza Armadas, las policías, los organismos de seguridad y ordene derretir las armas de la guerra para construir juguetes para desarrollar la creación espiritual de la infancia estando vivito y coleando el imperialismo capitalista y, además, súper salvaje?. Si lo hiciere, no duraría más el proceso revolucionario que lo que dura un pedo en un chinchorro. Si en la actualidad los imperialistas foráneos y lo oligarcas “criollos” hacen todo lo posible por derrocar al camarada Chávez ¿qué no harían y muy fácil por cierto extinguiendo o desapareciendo el camarada Chávez todas las instituciones capaces de defender y de resistir ante las intervenciones armadas del imperialismo?
Siendo realistas y planteándonos lo imposible debemos partir de la creencia correcta de que el camarada Chávez es de carne, huesos, músculos, tendones, venas, nervios, sangre, que gobierna a Venezuela desde su propia geografía y no desde el cielo; que no es Dios sino un ser humano con cualidades o facultades excepcionales; que es un dirigente político al servicio del pueblo y que cree en los grandes beneficios redentores del socialismo, los cuales no pueden ser dados por el capitalismo; que existen circunstancias internas y externas (fundamentalmente económicas y políticas) que no le permiten haga realidad, en este momento de la historia venezolana –en lo particular- y del mundo –en lo general-, todo el cúmulo de sus deseos y voluntades al servicio del socialismo. Por eso, debemos entender y agradecer lo que ha hecho hasta ahora y lo que hará en los próximos seis años de su Gobierno. La transición del capitalismo al socialismo para Venezuela, como para toda nación semejante a la nuestra, será muy difícil, requerirá de muchísimos sacrificios y esfuerzos del pueblo mientras no se produzca la Revolución Socialista o Proletaria en los países de capitalismo altamente desarrollado (llamados imperialistas). Al producirse en éstos, la ley del desarrollo combinado superará con creces y dejará para el pasado a esa maldita ley que predomina en el mundo actual favoreciendo a poquísimas naciones y perjudicando a la inmensa mayoría de países que conforman el planeta Tierra: la del desarrollo desigual. Si no triunfa, por un buen tiempo, la Revolución Socialista en las naciones imperialistas debemos dormir con un ojo abierto y otro cerrado, para evitar que en un descuido guillotinen al proceso revolucionario que lidera el camarada Chávez y que el pueblo venezolano debe estar preparado para defenderlo. Es todo, aunque muchos o pocos crean que esté errado en lo que escribo.