Camaradas: recordemos un poquito a Sverdlof

 

No es, de ninguna manera, jactancia y, mucho menos, creer que uno sabe de todo o un poco de todo. No, lo que sucede es que hay realidades subjetivas  que no son refutables porque el capitalismo, a la mayoría de la población, le niega o evita el acceso a la educación, obstaculiza el derecho al conocimiento y, lo que es peor, alimenta con creces la ignorancia para que no haya memoria histórica. Pienso, que más del noventa y nueve (99) por ciento de la humanidad, incluyendo a la población rusa, desconoce quién fue el camarada Sverdlof. Y nada más justo, en este tiempo muy difícil y complejo para la historia humana, en general, y, en lo particular, para los movimientos revolucionarios que saber quién fue ese pequeño gigante conocido como Sverdlof y cuyo nombre era Mikailovitch Jacob.

         Pensé que la mejor manera de conocerlo era copiar textualmente el escrito del camarada Trotsky titulado “En memoria de Sverdlof”, del 13 de marzo de 1925 en francés. Sin embargo, la traducción que le hicieron al castellano –no sé por quién- es tan deformante, tan mala y tan horriblemente plagada de errores e incomprensiones que mejor decidí no recurrir a ella, porque ni siquiera poco entendí cuando a duras pena medio hablo y escribo el español ya que a esta altura de mi vida, para nada me interesa aprender otro idioma. Claro, esa decisión no se la recomiendo a los jóvenes de hoy porque si aprenden a hablar y escribir en más de una lengua, eso mucho les sirve para obtener conocimientos. Por algo, el camarada Lenin señalaba que los traductores debían ser personas muy cultas para no caer en desfiguraciones de contenido y no emborronar de errores lo que debían traducir de un idioma a otro de la manera más limpia o pulcra posible. Pero en todo caso lo que expongo de Sverdlof es, esencialmente, ideas de Lenin y de Trotsky.

         Sin duda alguna, el camarada Sverdlof fue un estadista revolucionario de primera magnitud. Era un bolchevique confiado, valiente, fuerte, lleno de recursos brillantes en conocimientos. De él se diría que era el mejor tipo de bolchevique. Dicen que era de estatura mediana, moreno, frágil, flaco y muy enfermizo pero su voz y que era fuerte y poderosa aunque no se correspondiera con su físico.

         Sverdlof era un comunista en todo el sentido de la palabra. Y lo era por eso de cumplir tareas, establecer relaciones políticas, enseñar ideología, realizar esfuerzos agotadores en favor del partido bolchevique y de la revolución sin pretender jamás querer aparecer en funciones de poder. Lenin, un día y tal vez valorando todo lo que había hecho Sverdlof por el bolchevismo y por la revolución proletaria, llegó a decir lo siguiente: ¡Cómo hemos subestimado a este hombre!

Sverdlof jugó un papel extraordinario en las jornadas de junio y julio de 1917 pero igualmente o mejor lo hizo en el octubre victorioso, porque en ese mes (entre la noche del 24 y la madrugada del 25) se puede decir: se hizo la Revolución en el sentido de haberle arrebatado el poder a la burguesía y haberlo transferido al proletariado y él era el Secretario general del Partido Bolchevique. Nunca supo lo que fue evadir las responsabilidades como tampoco jamás insistió en las formalidades. Era un maestro en eso de conducir a las masas sobre el escenario de la lucha de clases, dentro de un realismo sorprendente. Eso se debía, entre otras cosas, a su ingenio inagotable en el campo de las combinaciones organizacionales y personales, como lo dice Trotsky.

Una sola anécdota nos dice cuánto de gigante revolucionario era ese ser pequeño, flaco, frágil y enfermizo.  Cuando los bolcheviques tomaron el poder el camarada Sverdlof era –repito- el Secretario General del Partido Bolchevique. Sin duda, una figura prestigiosa dentro y fuera del Partido. Cuando se pensó en los hombres y mujeres que debían formar parte del Gobierno Proletario el camarada Avanesov, delegado por Moscú al Congreso, fue quien leyó la lista de los propuestos por el Partido Bolchevique: Lenin, Trotsky, Zinóviev, Kámenev, Ríkov, Noguín, Sklianski, Krilenko, Antónov-Ovseenko, Riazanov, Muránov, Lunacharski, Stalin, Kolontay y Stuchka. Los mencheviques no propusieron a nadie mientras que los socialrevoloucionarios de izquierda propusieron a siete de sus camaradas. Fíjense bien camaradas: Sverdlof no aparece en la lista.  ¿Sabemos el por qué? Sencillamente, porque fue él quien la elaboró y se la pasó a Evanesov para que la leyera. Es imprescindible destacar que la representación bolchevique  se caracterizó por ser 11 intelectuales ganados para la doctrina proletaria y 4 obreros de vanguardia. Por cierto y según Sujánov los más aplaudidos fueron Lenin y Trotsky y en tercer lugar Lunacharski. De seguro, si hubiera aparecido el nombre de Sverdlof en esa lista, hubiese sido, sin duda, uno de los más aplaudidos.

Se sabe que  la Revolución Bolchevique vivió momentos difíciles en sus inicios, porque tanto los imperialistas foráneos como los contrarrevolucionarios internos hicieron todo lo posible, mediante la violencia, para derrocarla. Sverdlof fue un pequeño gigante desenvolviéndose como pez en el agua para contrarrestar los propósitos del enemigo. Sin embargo, murió muy temprano y de manera prematura producto de tuberculosis. Al conocerse la infausta noticia de su fallecimiento, el camarada Lenin exclamó: "Se acabó, se acabó, se acabó. Un instant chacun de nous tint le récepteur dans la main et chacun put sentir le silence à l'autre bout: Sverdlov n'était plus parmi nous". "Un momento cada uno de nosotros tenía el receptor en la mano y todo el mundo podía sentir el silencio en el otro extremo: Sverdlov ya no está entre nosotros”. ¡Honor y gloria permanente para el camarada Sverdlof!



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Freddy Yépez


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