Seis meses y predomina el gris

Cumplió seis meses la nueva administración y parece que ya se gastó. Lo que comenzó con bombo y platillo se ha venido desdibujando, en tanto que el desánimo y el desconcierto campean y se extienden. El primero de diciembre se mandaron dos mensajes de contundencia; el primero y más notorio dijo que los disturbios serían reprimidos mediante una perversa combinación de fuerza y de manipulación mediática; el segundo sacó la máscara de la sonrisa para mostrarse incluyente y concertador mediante el Pacto por México. El fantasma represor se mantiene vigente, en tanto que la sociedad, principalmente la juventud, sigue todavía acalambrada por la exhibición del día inaugural. El pacto, conjugado con la espectacularidad del golpe a la Gordillo que todavía engaña a muchos, mostró un talante político de diálogo y concertación que sorprendió al inicio con un discurso audaz, pero que pronto cayó en la contradicción y la ineficacia.
La llamada reforma educativa, celebrada con fanfarrias, resultó ser un esperpento destinado a normar la relación entre el gobierno y el magisterio, merecedor del rotundo rechazo de maestros y padres de familia. Por su parte, la de telecomunicaciones se limitó a establecer las condiciones de la competencia sin abrir un mínimo resquicio para que la sociedad participe y ejerza sus derechos de expresión y de información. La Cruzada contra el Hambre, presentada como el gran proyecto de justicia social, pronto mostró su real dimensión como instrumento de control electoral carente de contenidos programáticos.
La economía decae vertiginosamente, con aumento del desempleo y carestía de alimentos. El modelo y la receta se mantienen sin variación, no obstante los guiños que en sentido contrario se incluyeron en el discurso del pacto. Se inventan nuevos lenguajes para decir lo mismo o, mejor dicho, para ocultar lo mismo, como eso de la democratización de la productividad, o la recuperación de la supremacía del estado sobre los poderes fácticos, para poder servirles de mejor manera. Los pretextos abundan: que si la contracción mundial o que el ajuste en el ejercicio del gasto público. La verdad es la inoperancia del modelo.
Con gran despliegue informativo se da el banderazo a la Estrategia de Contratación Pública, mediante la cual se consolidará la capacidad de compra del sector público para bajar los precios y asegurar la calidad. Suena bien pero huele mal. El gasto del gobierno es una de las más importantes palancas de fomento al desarrollo y la producción, aspecto que ni por asomo se incluye en la pomposa estrategia anunciada. Al privilegiar el factor precio mediante la demanda consolidada se caerá en el modelo WalMart, depredador de la producción doméstica, en beneficio de los grandes consorcios transnacionales. La ilusión de que se implementaría una política de fomento industrial, anunciada en el discurso del Pacto por México, se convierte en otra frustración.
Las elecciones del domingo pasado confirmaron que el nuevo PRI no es otra cosa que el viejo PRI corregido y aumentado. En esto no hubo engaño; era perfectamente predecible el cochinero electoral. Todo el arsenal de marrullerías se puso en práctica confirmando la mendacidad del discurso presidencial atrapado en su propia historia de truculencias. La abstención y el desánimo hablan de la frustración imperante que quieren confundir con tranquilidad. El PRI fue muy hábil para procesar las frustraciones; cada seis años hacía renacer las esperanzas. Ese método ya se agotó. La revuelta mundial se origina en situaciones de frustración de sociedades que se suponían tranquilas, igual que aquí no pasaba nada hasta que pasó. Como que algo tendrá que pasar aquí también.
Correo electrónico: gerdez777@gmail.com


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Gerardo Fernández Casanova


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