Maduro y Santos: como si nada

Una vez llegado el lunes 22 de julio, fecha fijada para el encuentro entre los dos mandatarios de Colombia y Venezuela en Puerto Ayacucho que, posiblemente servirá para limar asperezas emocionales y circunstanciales de viejas rencillas que no son tan viejas, porque son de meses, pero que parecen de una eternidad en que ambos, protocolarmente se sacudirán sus buenas ganas de expresarse, en que uno dirá, mira que tú hiciste y, el otro le responderá, pero tú dijiste y con una sonrisa sin fronteras, vendrá un buen apretón de manos y un abrazo sólido de amistad que saldarán malos ratos que no le servirá de experiencia a ninguno de los dos, aunque a Maduro le duela a Santos le resbala la ética política de compromiso.

Pero, después, una vez entrados en confianza vendrá: lo bueno y la situación se desarrollará sin ataduras con sinceridad atractiva y sin aspavientos melosos, pero en una dirección cordial, sería. ¡Caramba, presidente Maduro!, déjeme felicitarlo por su gran triunfo que lo tiene acá a mi lado como presidente constitucional que me fue difícil hacerlo en el Congreso venezolano por compromisos sin doblez que hicieron que me saliera antes de tiempo del acto de su juramentación y, hoy lo hago efectivo con la mediana sencilla razón de un ciudadano que lo estima, y que lo ha defendido por demás de ataques desenfrenados de otros que, no por eso, puedo dejar de actuar y acercarme a quien considere oír, atendiendo principios humanitarios que usted también practica y, es inmensa la felicidad que siento y me baña de alegría al saber que hace días: legalizó su concubinato de años, por lo que le pongo a Colombia a sus pies si se quiere quedarse por unos días de luna de miel y con eso le enseño a vivir más cerca del cielo de la dramaturgia romántica y, a contar las estrellas desorientadas en el telescopio de los sueños ocultos en el monte plural de los perdones de los que ríen.

Agradezco de antemano –respondió, el presidente Maduro, con una risa suelta- tanta consideración a mi persona y, estimo su confianza y, como no me place ni me complace su forma de actuar y, aunque está en su deber hablar y entenderse con quien os asome en su presencia, pero cierto también es que recibir en privado al enemigo número uno de mi gobierno que no nos reconoce como presidente legal y, ha dicho y jura que el ganó las elecciones presidenciales y se la quitaron y, a lo mejor, usted lo aceptó cuando él se lo dijo. casi estoy seguro de ello, no ayudaba con su cercanía a ese fulano en nada, que cada día que pasa está más demente de odio como chiflado, y con su reunión rompió la confianza de fortalecer nuestras relaciones y, más bien nos aisló por días en que le soy sincero, no se lo perdono ni creo me convenza de la pata metida por complacer al gobierno de Obama, pero de conversar conversamos, pero no para caernos a embustes ni a malos entendimientos como han dicho.

¡Hombre! Presidente Maduro: usted está en el poder por Chávez y, él y yo, llegamos a un acuerdo bilateral de acercamiento y de buenas relaciones que tenemos que mantenerlo, aunque el diablo se atraviese que siempre está por ahí o detrás de la puerta y, usted bien lo sabe que estamos en pleno S-XXI que, estamos más vigilados que ratas en jaulas de estudio y, si comenzamos a dejarnos penetrar por pequeñeces, pondremos en peligro y llenaremos de inconveniencias situaciones fáciles de superar que nos ponen a confrontar y, quienes sufren son los pueblos y, aunque yo no soy revolucionario ni nada que se parezca, soy colombiano de buen semblante con las tripas yanquis que jamás ha perdido de vista a Santander como buen neoliberal, oligárquico sin contratiempos que lo enfermen de furia excesiva de angustia.

Y, Maduro finalmente, así lo comprendió y, así se lo hizo saber al presidente Santos: si usted lo que quiere es apagar el fuego que soltó al mundo cuando con un desprecio inconcebible se llenó de farsante jugando a nuestro desprecio, amparando lo ilógico en nuestras relaciones con su cortesía de príncipe encantado que quiere la paz de Colombia, pero que no la desea y, para no quedar mal ante el mundo, se arrodilla al gobierno del Norte a su suerte y rompe las más elementales normas de unión entre dos pueblos por satisfacer a un necio, entonces viva de sus necedades y no cuente con nosotros que nos queda mucha dignidad por delante y siempre damos la cara sin ocultar nuestras razones y no viajamos para solventar un momento en que un presidente amigo de la Región del Sur contaba con su presencia y como siempre hay una excusa del por medio y, cuando sea sincero ha de contar con nuestra amistad y con nuestra política fraternal de cooperación y de grandeza como un solo pueblo que somos, amparados en la libertad de nuestro libertador y, ahora del presidente eterno Chávez y, como llegó se despidió con la misma humildad de un obrero sin agachar la cara.


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Esteban Rojas


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