Una cosa es la solidaridad inteligente, y otra meter las narices en donde no me han llamado. Con el conflicto del Medio Oriente deberíamos mantener una posición prudente, tomando en consideración los pros y los contras que acarrea involucrarse en semejante conflicto. Al respecto valdría la pena un juicio de valoración sobre la posición que adoptó el Estado venezolano en guerras anteriores. Por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, Argentina y Venezuela fueron los dos únicos países que se mantuvieron neutrales en el conflicto bélico mundial iniciado el 28 de julio de 1914 y finalizado el 11 de noviembre de 1918. La única diferencia consistió en que las Cancillerías europeas y los EEUU consideraban a la Argentina como neutral pro-aliada y a Venezuela como neutral pro-germana. Incluso, se comentó que Gómez admiraba al Káiser Guillermo II, y que además tenía colocada su fortuna en bancos alemanes. Cautivado por las enormes prebendas que proporciona el ejercicio del poder así la casa tenga el techo roto, Gómez comprendió la importancia de lo económico para mantenerse en el poder, y por ello decidió abrirle las puertas y ventanas a los capitales de ultramar sin importarle un bledo que lesionara la soberanía nacional. Para 1910, las inversiones extranjeras eran apenas de 24 millones de bolívares, y dos años más tarde alcanzaron la cifra de 100 millones, cuatro veces más porque el gomecismo no tuvo reparo a la hora de entregarse en Brazos de Morfeo al capitalismo monopolista extranjero.
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Y es que la bonanza premia con popularidad hasta los gobernantes que son malos administradores. En el caso del régimen gomecista, se diría que el tirano tuvo la suerte de quienes nacen de pie, ya que la guerra de 1914-1918 fue como una bendición para el hombre de La Mulera, pues abrió la oportunidad para que nuestros productos de exportación se colocasen a mejores precios en el mercado internacional. Con menos suerte que Gómez, a Isaías Medina Angarita le va a tocar lidiar con un escenario menos favorable. Aunque entendió las inconveniencias de involucrarse en una guerra que no era nuestra, sin embargo las potencias no tardaron en pasarle factura por el hecho de que solo se había limitado a romper relaciones diplomáticas con los países del Eje (Alemania, Imperio de Japón y el Reino de Italia). Claro, quizás ya Medina entreveía que la guerra era el gran negocio de los poderosos contra los débiles, y que una vez que se consumara el triunfo de EEUU y sus aliados, se iniciaría una era de terror y esclavitud para robarles los recursos a los países tercermundistas. Y el tacto visionario de Medina Angarita cuando advertía que el triunfo del monstruo norteamericano contra el Eje iría convirtiéndose e una soga al cuello que se iría tensando hasta dejarnos totalmente exhaustos. Por algo se dice que los gringos la ponen a la entrada o a la salida, pero siempre terminan poniendo la plasta.
A propósito de la inminente intervención militar de EEUU y la OTAN contra Siria, Venezuela debería ser más cautelosa, y antes de plantear una pelea debe medir las condiciones del contrincante. Según algunos analistas estiman que no es solo el petróleo el interés de EEUU, pues Siria no es un productor de peso en el mercado petrolero. También otros especialistas argumentan que los americanos de tiempo en tiempo cambian de enemigo y solo basta ver años atrás quienes han sido sus enemigos. Y como la economía norteamericana funciona a base de tener un porcentaje bajo de desempleo y su forma de hacerlo es estando en guerra con algún país.
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Por otra parte, consideremos que Venezuela es el quinto exportador de petróleo y el poseedor de las mayores reservas probadas de crudo pesado del mundo, además tiene las mayores reservas de crudo liviano en todo el hemisferio occidental. Imaginémonos que pasaría si el conflicto que origine la intervención de EEUU en Siria se extienda a toda la región del Medio Oriente y el noroeste de África. ¿Acaso no estaríamos expuestos a una intervención militar norteamericana para echarle mano a nuestro petróleo? A todas estas nos preguntamos con algo de ingenuidad: ¿Tendrá Venezuela velas en ese entierro? ¿O será mejor aquello de que en boca cerrada no entran moscas?