Los sinólogos especializados en los tiempos históricos de China, en general, y, particularmente, en la Historia del Partido Comunista Chino (PCCh) con lo que respecta a su historia de la primera etapa de su desarrollo como partido político, consideramos que la intromisión político-militar de Joseph Stalin en el proceso revolucionario de China post-República constituida en 1911, en el periodo comprendido entre los años de 1920 al 1927, después del derrocamiento de la dinastía extranjera manchú, causó daños graves no solo en el proceso del propio desarrollo de cambios fundamentales políticos nacionalistas y revolucionarios chinos sino que aquella realidad tuvo, ha tenido y sigue un importante impactando en los desarrollos revolucionario-nacionalistas en América Latina. Caso del “Golpe contra don Salvador Allende” en Chile.
¿Por qué? En primer lugar, nos encontramos actualmente en tiempos en los que debemos reconocer que el asesinato por bala envenenada de Vladimir Ilich Lenin causó importantes efectos en el propio proceso revolucionario bolchevique a partir del mismo momento en que Joseph Stalin se impuso en el poder fáctico moscovita desarrollando una política de protección nacional-interesada en preservar a la Rusia Soviética sin importarle el proceso internacionalista revolucionario que se gestaba en Alemania, Gran Bretaña, proceso poco estudiado en lengua hispana, Francia, Italia, España y en el seno de la Internacional Comunista (Komintern) cuando desarrolló su enfrentamiento personal con León Trotsky sobre cómo debería desarrollarse el movimiento revolucionario socialista a nivel mundial frente a mantener el poder personalista-bolchevique en Moscú. En segundo término, Joseph Stalin, quien, por cierto, fuera seminarista, inteligentemente, consideró que para mantener a la Rusia Soviética y a su propio poder interno tanto en Rusia como en el partido bolchevique debía buscar un escenario internacional que fuera de alta sensibilidad geopolítica para los poderes fácticos internacionales capitalistas como eran Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Suecia, España, Japón y los EEUU de América. En ese contexto debemos tener presente para la comprensión de la lógica estalinista que Rusia había sido aislada, invadida y se desarrollaba una guerra civil de importantes dimensiones liderada por los denominados como los “rusos blancos”, algo así como los mayameros para su mejor comprensión. En el marco de aquella realidad internacional para las coronas europeas y para los EEUU de América y Japón, Stalin consideró que el “talón de Aquiles” de los imperialismos de las denominadas como las “14 Potencias” era China. ¿Por qué? Es obligado recordar que las “14 Potencias” mantenían en China fuertes inversiones de capital en industrias, financieras, bancos, comercio y control de las aduanas conjuntamente con un amplio e importante mercado de consumo que giraba desde el comercio del opio hasta las ventas de bienes de capital e inversiones en infraestructura (para sus curiosidades históricas, Nelson Rockefeller fundó el Hospital Central de Beijing contribuyendo a la seguridad social china). Es decir, nos, nos permitimos considerar que para aquellos momentos históricos (1900-1939) China era ese “talón de Aquiles” del sistema capitalista mundial en su fase medio-temprana imperialista; de nuevo, para su mejor comprensión intelectual-revolucionaria sería importante mantener en el discurso el rol que se desarrolla, actualmente, en la economía mundial post-crisis de Wall Street, el proceso actual del sostenimiento del sistema capitalista en su presente fase de reingeniería profunda y el mantenimiento del imperialismo estadounidense solo sí los imperialismos logran mantener los controles necesarios y obligantes de los países productores de petróleo y gas que les permitan un equilibrio entre la producción del crudo y los costos energéticos en correspondencia con la “nueva política laboral” en el mundo industrial global (mientras no comprendamos el actual proceso que se está desarrollando en el sistema capitalista mundial poco podremos hacer por el proceso revolucionario bolivariano-chavista-
En ese orden de ideas, regresando a los intereses geopolíticos de Joseph Stalin de mantenerse en el poder (eternizarse) y mantener su gobierno y forma de gobernar, entrando en conocimiento de los movimientos nacionalista, revolucionarios y, en algunos sectores sociales, socialistas (según el actual vocabulario ideológico) buscó vías de influir en los factores políticos y militares que “se movían” en caminos de “cambios profundos” estructurales en el más amplio concepto revolucionario. A título de rigor histórico, fue la Internacional Comunista, cuyas oficinas se encontraban ubicadas en Moscú, la institución que “entró en contacto”, primeramente, con los sectores sociales nacionalistas y revolucionarios chinos más arriba en referencia. Debemos informar que si habían contradicciones entre los intereses de Joseph Stalin y la dirigencia del Komintern basándose en aquella polémica entre Vladimir Ilich Lenin y M.N. Roy sobre el carácter de la revolución socialista en las colonias como debemos considerar, en rigor intelectual, los fuertes enfrentamientos entre Stalin y Trotsky que se sustentaban sobre el concepto de la “revolución permanente” y la protección y mantenimiento del poder estalinista en Moscú aún y cuando tuviera Stalin que utilizar a terceros países para alcanzar como alcanzó mantener su personalista poder que nos consideramos poco revolucionario aún y cuando, al tiempo, reconozcamos el proceso posterior histórico lo que no obsta para que nos preguntemos: ¿qué hubiera pasado sí China hubiera alcanzado sus objetivos revolucionario-nacionalistas en aquellos tiempos de los años 20 del siglo XX?
En el tercer camino, Stalin debía enfrentar las políticas estratégicas diseñadas en el seno del Komintern e imponer sus pragmáticos objetivos geoestratégicos de mantenerse en el poder y sostener el gobierno bolchevique moscovita. El frente occidental bolchevique estaba entrando hacia un equilibrio interno aunque aún peligroso; los rusos blancos siberianos estaban sufriendo derrotas continuas, el aislamiento de la Rusia Soviética estaba en sus caminos hacia un equilibrio internacional sustentable y los testas coronadas europeas estaban sufriendo por sus crisis inter-estados, internas y las lógicas presiones imperiales tanto las provenientes del otro lado del Atlántico como las expansiones imperialistas niponas que ya habían “puesto pie” en la península de Corea, en la Manchuria y en la provincia de Shandong. En un interesante “golpe de mano”, Joseph Stalin “se solidariza” con la independencia de la Mongolia Exterior cuál causa, inmediatamente, una matriz de opinión negativa entre los sectores nacionalistas y revolucionarios chinos y una formal protesta del gobierno de Beijing conjuntamente con protestas estudiantiles por la interferencia rusa en los “asuntos internos” de China porque ese movimiento geoestratégico estalinista representaba “una herida en la propia Historia nacional china” ya que no solo dividía a las estepas mongolas sino que le sustraía espacios geográficos históricos y geoestratégicos muy importantes al “país del centro”. En este orden, debemos precisar que Stalin era un militante adverso a los que denominó como la “expansión de los bárbaros hunos hacia el este” cuando se refería a China. Cosas de la Historia.
¿Cómo influir en el proceso nacionalista chino revolucionario a favor de los objetivos fundamentales de Joseph Stalin cuales eran la de mantenerse en el poder moscovita sobre la base de sostener a la Revolución bolchevique? Joseph Stalin encontró dos (2) caminos; ayuda militar y un consejero obediente a sus objetivos políticos en la persona de Mihail Borodin, internacionalista, con experiencia en los EEUU de América, México y Gran Bretaña; Borodin era más un “hombre de Stalin” que un internacionalista del Komintern.
Echemos un chismecito personal. Estando nuestro profesor, Manuel Caballero (q.e.p.d.), habitante por los lados de Belsize Park, aquellos lares donde vivió Rabindranath Tagore, a las orillas del Golden Green Park, en el bucólico Londres de Manuel, estableció contacto con quien expone este texto para conversar sobre los avatares de Mihail Borodin en China, sus actuaciones y las influencias de ellas en América Latina en el marco de su tesis doctoral sobre la Internacional Comunista en América Latina (siglo XXI ediciones). Aquellos momentos del “socialismo real”.
¿Cuáles fueron las políticas impuestas por Mihail Borodin tanto al PCCh como al partido socialdemócrata, Guomindang, en el marco del Frente Unido Nacional y cuáles fueron sus consecuentes consecuencias políticas tanto para ambos partidos políticos chinos como para la revolución socialista internacional según las directrices impartidas por Joseph Stalin; conjuntamente, eran diferentes las propuestas impuestas del ideario político pragmático estalinista vis a vis la programación de la ayuda militar bolchevique a la conformación del ejército chino adscrito a los intereses del derechista Chiang Kaishek? Claro, en este corto texto muchas realidades se quedaran en el tintero pero trataremos de conjugar aquellos escenarios en una idea central a ser desarrollada por inquietos ideólogos nacionalista, revolucionarios, chavistas y socialistas.
Mihail Borodin, obediente cuadro de Joseph Stalin, “el padrecito”, impuso, en primer lugar, la estructura del Frente Único Nacional pero bajo los objetivos geoestratégicos diseñados por Joseph Stalin. En ese orden, por ejemplo, se llamó a la “Huelga de los estibadores hongkoneses” con lo cual se golpeaban las exportaciones chinas hacia los países capitalista con lo cual “se distraían” las obligantes necesidades geoestratégico-políticas de los países capitalistas de mantener sus imperialismos a nivel internacional y se desarrollaban, al tiempo, “boicot” a los productos occidentales en los mercados chinos; el PCCh llamó a huelgas en fábricas y factorías donde los propietarios eran extranjeros llamando a aumentos salariales, a mejores condiciones laborales y a reducciones de tiempos de trabajo de 16 a 18 horas/día a 8 horas/día. Los estudiantes universitarios realizaban protestas contra la presencia extranjera y los militares estaban divididos entre los nacionalistas adscritos a las ideas del socialdemócrata Guomindang y los adscritos a los “señores de la guerra”. La migración de campesinos hacia las zonas urbanas aumentó considerablemente producto de las realidades económicas de la inflación, escasez de alimentos y condiciones laborales en el sector campesino. Es decir, Mihail Borodin desarrolló una política de “crisis y caos” sin contar con las obligantes estructuras partidistas consolidadas y un ejército formado profesionalmente sobre la base de las solidaridades internacionales revolucionarias e ideologías ajenas y muy alejadas a lo real-nacional histórico-chino. El resultado estaba cantado. Chiang Kaishek, líder fundamental del partido socialdemócrata, Guomindang, apoyándose en los sectores de las clases medias, industriales, las mafias verde y blanca de Shanghai, dio un golpe de timón rompiendo con el PCCh, persiguiendo a sus líderes asesinándolos y/o encarcelándolos y expulsando a Mihail Borodin y a su esposa del territorio chino vía la Mongolia y las estepas siberianas. Debemos precisar que Joseph Stalin no le perdonó el fracaso a Mihail Borodin, por cierto, judío eskenazi, aislándolo del poder central soviético-bolchevique la nombrarlo bibliotecario en una oscura biblioteca. A su señora esposa Joseph Stalin la mantuvo bajo control permanente para evitar que en alguna ocasión “contara” las realidades estalinistas en China y, por último, de aquella fallida experiencia revolucionaria, la primera a nivel internacional, surgió de las cenizas de lo que quedaba del proceso revolucionario y del muy menguado PCCh, una figura política hunanesa, Mao Zedong, que, sustentándose en la Historia revolucionaria social y económica china, diseñó un proceso revolucionario autóctono que llevó a China al triunfo de la Revolución nacional-socialista en 1949. Es de rescatar la profunda animadversión que se desarrolló entre Joseph Stalin y Mao Zedong que tuvo sus impactos históricos en años posteriores.
Colorín colorado, hemos terminado.