Conociendo la dramática situación de Honduras, a nadie le debería sorprender el tramposo resultado de las recientes elecciones, pues ya se ha hecho costumbre que los Estados Unidos meta sus cochinas manos en los asuntos internos de la nación centroamericana. Como es sabido, la CIA y el Pentágono llevan décadas considerando a Honduras una republiquita, aprovechándose de ella por su carácter estratégico-militar y su privilegiada ubicación geopolítica en Centroamérica. De modo que era de esperarse que el Tribunal Supremo Electoral fallara a favor del candidato del gobernante Partido Nacional, de derecha, Juan Orlando Hernández, que según los pronósticos se asegura que será otro títere igual que su predecesor Porfirio Lobo.
Derrocado el 28 de junio de 2009, el ex Presidente de Honduras, Manuel Zelaya no ha sabido cómo romper el cerco de los EEUU.
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Algunos analistas sesgados por su antichavismo han querido hacernos creer que el error de Zelaya fue atreverse abordar el modelo que Chávez venía desarrollando en Venezuela desde 1998. En marzo del 2009, el entonces Presidente Zelaya había llamado a una consulta popular para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para que redactara una nueva constitución. El anuncio de la consulta fue hecho por el ministro de la presidencia, Enrique Flores, quien señaló que la organización de la consulta estará a cargo del Instituto Nacional de Estadísticas. y deberá realizarse antes de que culmine el mes de junio. Igualmente, Flores señaló que la consulta planteará la pregunta: ¿está de acuerdo que en las elecciones generales de noviembre de 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una asamblea nacional constituyente que aprueba una constitución política? Finalmente, el Ministro de la Presidencia resaltó que la sociedad hondureña ha experimentado cambios sustanciales en los últimos 27 años, que demandan un nuevo marco constitucional para adecuarlo a la realidad.
Ministro de la Presidencia, Enrique Flores hizo el anunció, desencadenando una conspiración militar que obedecía ordenes de Washington.
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La comunidad internacional, los gobiernos y pueblos latinoamericanos no deberían avalar esas elecciones inmorales e ilegitimas, puesto que no caben dudas de que fueron fraudulentas como aquella en la que Estados Unidos impuso a la cañona a Porfirio Lobo, el 29 de noviembre del 2009. Desde luego, que conociendo la alcahuetería de algunos de los entes internacionales, damos por descartados los buenos oficios de la OEA y la Unión Europea, pues ambos parapetos con apariencia de organismos multinacional son de los que no se echan ni un peo sin antes consultar con su amo imperial.
Hasta los tiburones en las costas hondureñas saben que EEUU fue el principal gestor del golpe contra Zelaya, el que impuso a Porfirio Lobo y ahora a un lacayo de siete suelas como Juan Orlando Hernández. Por lo pronto, el pueblo hondureño pagara con sufrimiento los platos rotos de quienes por falta de coraje no han sabido orientar de manera eficiente las luchas contra el opresor. Hoy, a simple vista se observa que Honduras definitivamente necesita de un nuevo liderazgo, que sea combativo en todos los terrenos de la lucha, y que sea capaz de devolverles a los hondureños el orgullo de ser centroamericanos.
Si Zelaya reconoce triunfo de Juan Orlando Hernández serán muy remotas las posibilidades de redención del pueblo hondureño.