La hipocresía de mi prójimo. S.O.S Palestina

Una de las actividades más estúpidas inventadas por los humanos es, sin ninguna duda, la guerra. Esta estulticia la vienen practicando desde hace miles de años y sin embargo, las escenarios que motivaron algunas de las conflagraciones permanecen inmutables. En todo caso, los únicos beneficiarios de estos conflictos bélicos son los fabricantes de armas.

Es harto conocido que las guerras y las invasiones no han sido nunca la solución de los problemas. Incluso, después de las hostilidades, la causa que motivó el conflicto aún se mantiene y posiblemente, empeoró la razón que lo suscitó. Las conflagraciones se mantienen ante la mirada impasible de los habitantes del planeta y peor aún, en algunos casos, ciertas personas se sienten exultantes ante los resultados de la barbarie.

Durante las invasiones de los persas hacia los pueblos próximos los pobladores de Persia se sentían jubilosos ante los triunfos de sus guerreros, dados que los tesoros robados contribuían a la grandiosidad del pueblo persa. Lo mismo ocurría en el Imperio Romano. No importaba que los legionarios mataran miles de inocentes, destrozaran ciudades y anexaran para sí territorios completos esclavizando a sus moradores. Cuando regresaban los laureados, los habitantes de Roma se mostraban jubilosos ante la presencia de los triunfadores. A pesar de los miles de víctimas, los romanos no dejaban de celebrar las saturnales (hoy las navidades), ni las lupercales (hoy carnavales) ni las otras conmemoraciones propias para la gloria de Roma.

De igual manera se puede juzgar que, ante las reiteradas repeticiones de las discordias armadas, pareciera que a la humanidad no le importa lo que sucede a su alrededor. Actualmente, algunos indoctos se refieren a los genocidios como si esta actividad fuera reciente: una soberana equivocación. Los ricos, blancos, cristianos y cultos europeos fueron los responsables de la muerte de más de cien millones de africanos, simplemente porque la esclavitud era un buen negocio. Mientras tanto los ambiciosos nobles europeos, los aristócratas norteamericanos y los godos suramericanos utilizaban mano de obra esclava en sus mansiones y en sus plantaciones. Hasta la iglesia, poseedora de inmensas extensiones de sembradíos, se beneficiaba de la ignominiosa servidumbre. Qué decir de los primeros colonos norteamericanos que acabaron con la mayoría de la tribus de la región con la finalidad de robarle sus tierras y para buscar oro que los convertiría en respetables magnates. Se instauraron las vergonzosas reservaciones indígenas.

La mayoría de las guerras se declaran para beneficio económico de un grupo, que por lo general ya poseían dinero. Napoleón fue un héroe de los franceses, el guerrero que se apropió de numerosos países con la finalidad de que los ricos se hicieran más ricos. Los galos celebraban el triunfo de su general, dado que el enaltecido guerrero le entregaba a Francia grandes provechos y pomposos laureles. Los habitantes de este país se complacían ante las victorias del imperialista corso, sin importarles las muertes ajenas y los despojos descarados.

No cabe duda, quien se lleva el estandarte de los genocidios fue el Reino Unido, o la pérfida Albión, o la Gran Bretaña, o Inglaterra, como suele llamarse. Los reyes y reinas británicas trasladaron las execrables y mortales genocidios hacia diversas regiones del planeta: La India, Australia, América, Asia y a todo sitio donde ellos olían riquezas. En la India fueron responsables de la muerte de más de diez millones de hindúes. En otros países aniquilaron la población aborigen y desaparecieron las etnias propias del lugar, por ejemplo en Australia. Mientras tanto, los británicos celebraban la ostentosa riqueza del Imperio Británico. Qué decir de Bélgica, cuyo rey usurpó el Congo y esclavizó a millones de seres, ante el gesto aprobatorio de los belgas, dado que el oro africano y otros patrimonios ajenos engrandecían el reino.

La mayoría de los habitantes del planeta se agrupan en diversas religiones cuyos feligreses alardean de su misericordia hacia sus semejantes. Estos devotos aseveran que arriba, en el cielo, hay un dios vigilante, benevolente, que todo lo oye y que todo lo ve. Según deduzco, pareciera que el supremo hacedor se hace el sordo, el ciego y el mudo ante las injusticias en las que durante siglos han sufrido los moradores de la Tierra. La historia nos refresca la memoria y sus dignos representantes, en la parte baja de la bóveda celestial, fueron responsables de muchas iniquidades.

Parece que mi prójimo no recuerda o no les importó el genocidio cometido por los Reyes Católicos contra los pueblos aborígenes y la aniquilación de sus culturas. Según se calcula más de cien millones de naturales desaparecieron en la sangrienta mortandad de los pueblos originarios en Suramérica. Mientras tanto, las aristocracias españolas y portuguesas disfrutaron de las riquezas robadas a los países conquistados. Todo esto en complicidad con las autoridades de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. No solo los piadosos católicos fueron responsables de de infames matanzas. Imposible olvidar los compasivos cristianos protestantes agrupados en el Ku-klux-kan, quienes enarbolando La Biblia juraban acabar con los negros. Y los gringos…tranquilos y sin nervios.

Los humanos, muy ingeniosos, siempre han concebido procedimientos para acabar con sus semejantes. Inventaron los ghettos para facilitar el extermino de sus semejantes. No piensen que estos lúgubres recintos lo crearon los nazis. El primer ghetto fue fabricado en el 1516 en Venecia por orden del gobierno de la Republica Serenísima (Venecia) y el Concilio de Diez (de nuevo los curas) con el fin de confinar a los judíos en un territorio. Ya muchos antes (1492) los reyes católicos había masacrado a miles de judíos en los juicio de la inquisición, y luego deportaron del reino a ciento cincuenta mil judíos, confiscando todos sus bienes. Como resultado de esta expulsión, los reyes católicos, muy piadosos, evitaron pagar las deudas del reino contraídas con los hijos de David. Mientras tantos los españoles se mantenía indiferente ante tanto oprobio.

Imposible dejar de lado los ghettos ordenados por reconocidos demócratas yanquis. En tales pavorosos recintos cercaron a los japoneses y a norteamericanos descendientes de nipones, por el solo delito de poseer los ojos oblicuos: un delito étnico. Esto sucedió durante la segunda Guerra Mundial frente el estoicismo de los estadounidenses.

Los nombres Auschwitz-Birkenau, Chelmo, Dachau, Jasenovac, Mathausen…quizás a muchos mortales no les dice nada. Lamentablemente, para los judíos estos nombres tienen una triste significación. Se trata de la identificación de algunos de los tantos campos de concentración, campos de trabajo y campos de exterminio que funcionaron en Alemania, Polonia, Serbia, Noruega…El lugar donde muchos judíos entregaron sus vidas ante la mirada imperturbable del mundo. No puedo dejar de lado el luctuoso y tenebroso famoso ghetto de Varsovia, un sitio donde más de cien mil judíos entregaron su vida defendiendo con dignidad y heroísmo la existencia de un pueblo. Todo esto ocurrió ante la aquiescencia del prójimo del planeta. Recuerdo las abatidas palabras de Samuel Akinín Levi, quien en el prefacio de su libro Sobrevivientes expresa: Demasiado tardaron los países en reaccionar. El costo humano fue imperdonable. En esos momento los judíos de Europa se encontraron solos, abandonados, haciéndonos pensar que el destino humano se vislumbraba triste y oscuro.

Hoy voy hacer mía sus palabras, con el perdón de su autor, simplemente cambiaré: los judíos de Europa, por: los árabes de Palestina y los lectores comprenderán que mi prójimo, lastimosamente, no ha cambiado nada. Peor aún, los judíos, víctimas de las ignominias y trasmitidas por sus padres y abuelos, hoy se sientan impasibles para observar de lejos el tenebroso espectáculo de la destrucción de un pueblo, que al igual de que ellos tiene origen semítico. Ayer fue el ghetto de Varsovia, hoy es el ghetto de la Franja de Gaza. Un área muy reducida donde actualmente se refugian más de un millón de palestinos quienes continuamente se sienten acosados por la barbarie del gobierno sionista de Israel, uno de los países mejor armado del planeta. Hoy se cuentan mas trescientos muertos, sin olvidar las masacres anteriores consecuencia de a brutalidad del ejercito sionista invasor.

S.O.S Palestina, el mundo debe despertar. Basta de la infamia del gobierno sionista de Israel contra el pueblo palestino.

Otro más: para aquellos lectores interesados en mi trabajo, por fortuna ajena, me fusilaron el libro Cuentos para contar. Se puede bajar gratuitamente, basta consultar el link: Cuentos para contar. Yumpu.



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Enoc Sánchez


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