Baltazar Porras está embuchado

El exquisito burgués que generalmente se disfraza de obispo
oposicionista cuando le conviene y que ad hoc, en esos menesteres se
le conoce como Baltazar Porras, quien además de pertenecer a la
humanitaria CEV, organización que hace las veces de partido político a
favor de la clase media venezolana en particular y, que sin muchos
avatares se tomó unas vacaciones recreativas y se largó a la república
de Panamá a contaminarla de bendiciones religiosas y, a darse unas
bien merecidas distraídas vacaciones que lo alejaran del púlpito
religioso andino-venezolano.


Y este personaje olvidadizo emocional, se le escapó y no pensó como
dice, Marcos 4:22-32 que su actuación es parte de un manjar que se
traga bien en lo político, dejo pasar: “Porque no hay nada oculto que
no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse ...”
E, hizo tragar el anzuelo de la paz a más de un panameño, mi paz os
dois y la paz sea con ustedes y, pensar y traer al recuerdo que, ese
personaje se atrevió, hace unos años atrás, a ir a La Orchila a
pedirle la renuncia al presidente Chávez y, regresó como un Judas más
de la transgresión.


Baltazar Porras en Panamá se movio como pez en el agua y abrió las
puertas de su corazón en hacer de todo un poco, ofició a los fieles de
allá y los colmó de bendiciones bañadas de agua bendita, remojándolos
de perdón en perdón y, con una auoridad de reliquia sin uso, se hizo
sentir en lo político como un bravucón que le place lo ajeno y, entre
sonrisas abiertas se reunió con jefes de la oposición que deambulan
por el mundo y, él como un pacificador indómito los reconfortó de
esperanzas y se abrazó a la razón de un cambio de gobierno que desde
hace años esperan acá.


Y, lo más emocionante de toda su permanencia en ese país como un
mercader oligárquico se le descubrió entre una de las tantas picardías
que lo encubren en el gozo de buena salud económica que, como
arzobispo venezolano le gusta reunir y guardar dólares que extrae de
sus desvelos católicos cuando entra en la preventa de las misas que lo
llevan como buen predicador católico a estar cerca de dios, pero que
Diosdado sin perseguirlo obtuvo la primicia que le da a este personaje
la sumisión bendita de transformar bolívares en dólares y, que sin
pataleo ni jaleo de esfuerzos a reación, logró colocar en una cuenta a
su nombre en un banco panameño, la insignificante cantidad de diez mil
dólares que, al cambio en el mercado paralelo, arroja la pingüe suma
de un millardito, pero que esa no es la intención de su afán de
afianzarse con piedad como guardián de Jesucristo de hacer el bien sin
ver a quién y ricos a los pobres.


Y entre sus compinches de allá se le vio con el ex embajador ante la
OEA, Guillermo Cochez, a quien Baltazar Porras acudió, para que lo
enseñara a pintar, angélitos negros, que a decir del arzobispo de
Mérida es su gran distracción con el pincel en la mano y como Cochez
es un patán a decir de Roy Chardeton, mejor que ése no podía ser, para
distraer la pobreza de tanta angustia acumulada en la iglesia
venezolana, ente que defiende a capa sin espada a los pobres
venezolanos.


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Esteban Rojas


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