Utilizamos la palabra “Liquido” como categoría sociológica evocando a Zygmunt Bauman. Al referirse a la burbuja estadunidense de 2008 ya reflexionaba y enfocaba a ella y Occidente como periodo oscuro de incertidumbre. Estados Unidos, sigue siendo el centro neurálgico, pero de un panorama tenebroso. Obama, entre eufemismos y silogismos nada hipotéticos, en su “discurso concreto” como suele presentar, intentó “caracterizar” un “tiempo presente” cuyo único acierto es que sin duda “ya se le agotó” y su rasgo esencial y constante ha sido la “volatilidad”.
“EEUU es una economía fuerte” pero por tener poderosos acreedores como China; sus valores y bienes están concentrados en personas –millonarios acaudalados- las cifras de empleo en ascenso tienden exponencialmente a la opacidad, mejor dicho, no son indicadores confiables ni principios sistémicos. Las grandes masas de excluidos solo reciben la etiqueta del “fracaso personal” y hasta “la mala suerte”, esta es la lógica de ese sistema: no se es pobre, pues tienes capacidad adquisitiva, pero no se tiene futuro, ni posibilidad de ingresar a la sociedad del conocimiento.
Obama, fracasó al no imponer un plan solido de protección social. Evadió en su alocución, la atención al problema migratorio; planes de salud; control de compra y venta de armas. Concentró su función protectora, de manera falaz e incierta, esa salvaguarda del “pueblo estadunidense” que promete perseguirá a las redes terroristas –Al Qaeda e ISIS-que fueron financiadas por él y antes por Bush. Ese mismo ISIS antes de que se transformarse en la amenaza terrorista planetaria que hoy es.
De su política exterior, habló de Cuba y el fracaso del bloqueo. Entre líneas sabemos su temor a la integración latinoamericana; además de la activación de maquinarias mediáticas; daños a las arquitecturas financieras y ataque a las economías europeas bajo la amenaza de la “depauperación programada” disfrazada de rescate.