Nuevamente el corazón de México latió con fuerza. Este domingo el pueblo volvió a manifestarse con la decisión tomada y el espíritu de la raza habló. Más de dos millones de gentes colmaron el zócalo y las arterias que lo alimentan. Todos con un afán común: la salvación de la Patria. Más allá de los efectos de un proceso electoral por la Presidencia de la República; más allá del liderazgo de Andrés Manuel y su proyecto alternativo, los acontecimientos han ido decantando y perfilando algo nuevo y diferente. Me atrevo a afirmar que nunca en nuestra historia ese concepto ideal –la Patria- se materializó como ahora lo hizo; se nos incrustó en la piel, se nos grabó en la mente…. Y nos produjo tranquilidad y contento. El coraje de la frustración devino en la alegría de la certeza del triunfo. Sentirnos cada uno como parte integrante de los millones, más que masificarnos, nos identificó en el individuo colectivo, nos convirtió en verdaderos patriotas porque ahí, al reconocernos todos, intuimos lo que es la Patria, muchos lo pudieron razonar, pero todos lo pudimos sentir.
El proceso alcanzó el punto en que no hay retorno. O se cuentan los votos nuevamente y sin trampas, o el torrente se sale de madre y arrasa. La historia rebasó a los protagonistas y ya nadie la detiene. Que lo oigan bien Calderón y Fox, y también sus patrones, la gente no está jugando a la política ni está apostando a un partido de futbol, tampoco está escuchando a los corifeos del radio y la televisión que pretenden adormecerla con sus sesudos llamados a la “institucionalidad y la legalidad” o que intentan asustarla con el coco del “comunismo”. Incluso la clericalla ya siente repetirse los efectos de sus condenas fulminantes a “El Códice da Vinci” o a “El crimen del Padre Amaro” que sólo lograron convertirlos en los mayores éxitos de ventas,
¡Menudo paquete el del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación! Les toca ser los parteros del México Nuevo o los sepultureros de la armonía y la solidaridad. Hoy, el colegiado de siete ministros, es el destinatario de las mayores presiones; de un lado, el pueblo en las calles reclamando la legitimidad dentro de la ley, y del otro, el poder establecido, exigiendo la legalidad a secas. Tienen plazo hasta el fin de Agosto para resolver, pero cada día que pasa la complejidad aumenta. El pueblo, con López Obrador a la cabeza, se constituyó en Asamblea Permanente y mantiene ocupados importantes puntos de la capital del país; la derecha se aferra a su estrategia intimidatoria mediática, además de las imaginables pulsadas sobre cada uno de los magistrados. Por el bien de todos el TRIFE debe acelerar y anticipar su resolución, y para mayor tranquilidad, debiera hacerlo por la vía afirmativa del recuento de los votos, no sólo porque esta sea la demanda del pueblo, sino porque no implica el riesgo de la imposición. La necesaria transparencia en los resultados del proceso y la disipación de dudas resultan indispensables para fortalecer la legalidad democrática. Ojalá que también se les haya aparecido la Patria.
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