Trump, está muy ligado a Putin, ambos presidentes mantienen una conversación empresarial de cierto nivel. El yerno de Trump con su empresa inmobiliaria multimillonaria y de inversiones hace negocios con los rusos y hasta tuvo reuniones con el embajador de Moscú en Washington, Serguéi Kisliak durante la campaña electoral, y también durante la transición entre el final del Gobierno de Obama y el comienzo de Trump. El breve jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, fue asesor de Víctor Yanukóvich, el presidente ucranio derrocado en el golpe de Estado en 2014 y amigo de Putin. Otro hilo más. Y Trump despidió al jefe del FBI, quien estaba encargado de la investigación sobre la supuesta colaboración entre su campaña y los rusos. Sin duda, lo hizo de manera tan torpe para impedir que la verdad saliera a la luz pública. Lo menciono porque desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, el país está viviendo su propia telenovela de espionaje rojo. Día tras día estamos absorbidos por las noticias sobre los vínculos entre el equipo de Trump y los rusos. En las noches cuando ya tengo un tiempito libre para ver la televisión, ni me interesan las otras series o los programas de entretenimiento. Tenemos a nuestro 'americanos' en carne viva, solo hay que ver los noticieros y los programas de opinión política en cable. Es Rusia y Putin, día y noche. La actual temporada de 'Los Americanos' ya terminó, pero ni me he dado cuenta, porque tenemos a Trump. El amor que Trump ha profesado por Vladímir Putin es solo una evidencia más que comprueba que este 'americano' ha sido puesto en la Oficina Oval en la operación más siniestra de la historia estadounidense. Y para colmo, ¡la esposa de Trump es de Europa Oriental! ¿No lo ven? De Eslovenia, ¡del antiguo bloque comunista! Todo está muy claro.
El problema actual es económico y, lo curioso del caso, es que la ciudadanía se siente estancada, porque el modelo venezolano, no es eficaz y los atisbos de recuperación financiera es de largo plazo, ahora, Putin acercándose a nuestro Estado Bolivariano para lograr negocios rentables a cambio de trigo y petróleo, no me atrevo a hablar de guerra económica, porque no comparto ese criterio, simplemente, las burbujas bursátiles se inflaron demasiado con sus respectivas consecuencias. Rusia, tuvo una gran oportunidad con Cuba y Venezuela en el pasado reciente, pero, se alejó y, los derechos sociales se desligaron entre sí, dejando solo a Ernesto Guevara en Bolivia para ser fusilado por el ejército boliviano y sin intervención directa de la CIA, que lo quería vivo, igual paso, muchos años después con el comandante Chávez Frías quien murió en la isla caribeña, ambos muy cerca de China y muy lejos de Rusia.
Ahora, luego de Trump, tenemos al presidente Nicolás Maduro Moros en el propio Moscú y el Kremlin. Hay que pensar mucho en ello, tanto El Che, como Chávez tuvieron más cerca a China que Moscú. Mientras, Fidel Castro Ruz, prefería acuerdos financieros con Rusia.
Son bloques conservadores y financieros que hacen presumir una democracia quebrantada en el ámbito económico y, donde todo se envuelve en los principios de una vida digna y productiva.
El proceso de recuperación de la economía estadounidense marcha a un paso muy lento, el crecimiento del mercado bursátil ha sido exponencial durante los años recientes. Producto de un gran número de apuestas especulativas, la amenaza de que estalle una nueva crisis financiera de alcance global con epicentro en Wall Street es hoy más latente que nunca, aun cuando el mundo sigue sin poder recuperarse de los estragos que dejó tras de sí la crisis financiera de 2008.
Es que, aunque La orgía bursátil, impulsada sobre todo por las empresas tecnológicas, está fuera de control. Los agentes de inversión de Wall Street están de fiesta por esta relación Trump- Putin.
A pesar de todo, Esta América Latina se encuentra invisibilizada, no nos debe servir como excusa para no ocuparnos de los desafíos al interior de los procesos de cambio. No obstante, en esta época de gran pulso geopolítico, debemos hacer que lo invisible no sea sinónimo de lo inexistente. Esa otra América Latina fallida debe ser descubierta y problematizada para lograr su desarrollo y producción, pero, su gente ya se acostumbra que los países abrazados por el ala progresista, los mantenga dándoles fabulosas donaciones en dinero efectivo, dañando las cajas del Banco Central de Venezuela, en nuestro caso.
El presidente Trump no tiene preocupación alguna en relación a la evolución de la economía, y tampoco le angustia la euforia especulativa que tiene lugar en el mercado de valores. Todo lo contrario, para el magnate de Nueva York tanto la economía como las finanzas de su país están evolucionando mejor que nunca, rompiendo todos los récords a la vista. Desde que estalló la burbuja de las hipotecas basura (‘subprime’) en septiembre de 2008 la subida ha sido continua: en menos de cinco años
Por un lado, para ganarse la simpatía de la clase media, cuestionó los sueldos altos de los ejecutivos de Wall Street, situación inconcebible en un país donde los salarios de los trabajadores han venido retrocediendo como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) desde la década de 1970. Por otro lado, prometió que ya instalado en la Casa Blanca, iba a incrementar los impuestos a los fondos de cobertura, una acción que en su opinión, desalentaría la especulación en el mercado de valores
Ahora las opiniones de Trump, son completamente diferentes. Festeja el auge bursátil y lamenta la poca cobertura que le han prestado los medios de comunicación: pocas veces en la historia de Estados Unidos la bolsa de valores ha mostrado tal despegue. Guarda silencio frente a las medidas adoptadas por la presidenta de la FED, Janet Yellen, ya nada tiene de malo otorgar facilidades de crédito a los bancos para que sigan apostando en el casino bursátil.
Maduro, cayó en la bolsa de Juan Manuel Santos, Donald Trump y Vladimir Putin, antes con Ramiro Valdez Meléndez y el dúo Fidel y Raúl. Ya no están el Che, mucho menos, Hugo Chávez Frías.
Ahora, era necesario vender la idea de que había que acabar con los abusos cometidos por el Imperio del dólar. Los tiempos cambian. Hoy en día, las empresas que cotizan en Wall Street son poderosos aliadas del Gobierno de Donald Trump. Maduro, mar abierto seguirá negociando con esta moneda norteña a baja escala y cada vez, que utiliza el yuan, debe cotizar a un valor más libre, porque los chinos no prestan, ni dan absolutamente nada.
En sus primeros días como candidato, Trump llegó a advertir que se estaba produciendo una burbuja financiera en el mercado de valores (justo cuando el índice Dow Jones se encontraba en 18,000 puntos), motivo por el cual consideraba que los inversionistas bursátiles debían tomar serias precauciones frente a una corrección violenta. Además de eso, rechazaba categóricamente que la economía estuviera mejorando bajo la administración de Barack Obama, pues a su juicio, las políticas de la Reserva Federal (FED) no había sino producido un “espejismo”.
En Venezuela, las pequeñas empresas se convirtieron en corporaciones para obtener dólares oficiales y triplicarlos en el mercado negro, en perjuicio del pueblo y a favor de esa gran burocracia que nos arropa.
Sin duda Trump y Putin, en el campo del desarrollo industrial y empresarial son grandes amigos, convierten nuestros bolívares en dólares y rublos, a su vez, los yuanes chinos van a una mesa de negociación de valores en Wall Street para definir su destino, así que ahora, el valor de nuestros productos se infla por nuestros agraciados economistas.
Sin embargo, lo cierto es que la tasa de crecimiento del PIB y la generación de empleos siguen siendo insuficientes. La economía estadounidense no consigue entrar en una dinámica de recuperación robusta y sostenida. Aun cuando varios de los principales indicadores macroeconómicos parecen apuntar hacia un proceso de expansión boyante, la de Estados Unidos sigue siendo una economía de luces y sombras. Los niveles de inversión de las empresas no consiguen despegar; y lo mismo sucede con el consumo de las familias, los estadounidenses prefieren antes que salir a gastar masivamente, pagar sus deudas pendientes. Por eso las expectativas de rentabilidad no aumentan considerablemente entre pequeñas y medianas empresas.