El embajador franquista en Venezuela, José Antonio Sangróniz, tuvo que convivir en la alegalidad con el embajador por poderes de la República española en Venezuela, el gallego Jesús Vázquez Gayoso. Venezuela reconoció a la República como único gobierno legítimo de los españoles… sin expulsar a la representación franquista.
Así somos los venezolanos, a nadie le hacemos un feo. La declaración de persona non grata del embajador español en Venezuela es una mala noticia para las decenas de miles de ciudadanos españoles (nacidos en Venezuela con ciudadanía venezolana descendientes de gallegos, canarios y españoles en su gran mayoría) pero también (aunque no lo sepan o no quieran darse cuenta) para los sucesivos y torpes Gobiernos españoles que, desde la presidencia de José María Aznar hasta la actual de Mariano Rajoy, parecieran un partido más de la oposición venezolana.
Sólo el embajador estadounidense Charles S. Schapiro y el español Manuel Viturro de la Torre realizaron una visita al golpista Pedro Carmos Estanga un día después del golpe de Estado. No fue el alemán, ni el italiano ni el portugués ni el inglés, que imagino que por discreción mantendrían las formas, una de las razones de ser de cualquier diplomático.
Pero las agresiones verbales y formales al gobierno venezolano se mantuvieron en el tiempo y la verdad no es que el Gobierno español deba aplaudir al venezolano, pero sí mantenerse a un discreto margen, tal como hacen todos los europeos a pesar de las sanciones y las advertencias.
Albert Rivera fue a Caracas a visitar a Leopoldo López y a decirle «un par de cosas» al Gobierno venezolano; ¿con qué derecho? Al mismo tiempo, el Gobierno español, que deniega a miles de descendientes de emigrantes la ciudadanía española, se la concede a toda la oposición venezolana y a sus familias: ¿es mérito suficiente ser opositor al gobierno bolivariano para que se conceda la ciudadanía española?
La «fuga» de Antonio Ledezma es un claro ejemplo de despropósito y mala praxis política internacional por parte del Gobierno español. «Fugado» por Colombia, al presidente Santos no se le ocurrió recibirlo... apareció en Moncloa hablando con Rajoy... ¡Error tras error!
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