No nos sorprendió pero si nos alegra intensamente la estrepitosa caída del presidente peruano Kuczynski, ¡por ladrón!, ¡por corrupto!, ¡por antipatriota!, ¡por vendido al imperio yanqui! Ni Trump lo pudo salvar del escandaloso derrumbe, pese a que era uno de los más fieles perros falderos del supremacista presidente yanqui. Remember al defenestrado presidente boliviano López de Lozada, proyanqui, como Kuczynski, hasta los tuétanos, que el pueblo de Evo arrojó del poder por corrupto y pro yanqui.
Ese hecho, que apenas pudo alargar la agonía de ser destituido o derribado por el Congreso, cuando los diputados ultra derechista del partido fujimorista se vendieron y evitaron entonces, con la mayoría circunstancial, la destitución del acorralado presidente corrupto que tanto ama la empresa brasilera Odebrech, pero ya el presidente corrupto estaba herido de muerte y su destitución, disfrazada de renuncia, le da una voltereta política a los acontecimientos en Latinoamérica y lesiona o desbarata la estrategia anti venezolana del gobernante norteamericano y de sus presidentes lacayos que tomaron a Lima de guarimba, especie de Estado Mayor donde conformaron la Mafia de los Presidentes que comenzó a conspirar contra Venezuela desde esa querida ciudad, para desde allí impulsar las estrategias de atacar a Nicolás Maduro y su Gobierno, cuestionar las elecciones presidenciales del 20 de mayo y al proceso revolucionario, buscando su caída.
Pero la procesión iba por dentro. Cacharon al propio Kuczynski y otros agentes suyos comprando a los diputados (claro no eran los de Fujimori que ya se habían vendido). Allí están los videos como armas indestructibles. Con esa bomba que le pusieron los congresantes, ¿qué otro camino le quedaba al presidente corrupto sino renunciar a la presidencia? Su defenestración era inevitable, estaba cantada. En lo personal creo que esa renuncia le fue impuesta, un golpe parlamentario bien encubierto para hacer menos profunda la crisis política en esa nación.
Pero esa estrepitosa caída del viejo oligarca, más norteamericano (tiene esa nacionalidad, por si acaso) que peruano, trae otras consecuencias de mucha importancia y extrema gravedad. La primera que ya Lima no puede seguir siendo el segundo frente o la OEA paralela (el primer frente está en los Estados Unidos del Norte, en Miami y en Washington) de los presidentes lacayos para impulsar la conspiración contra Venezuela por órdenes del gobierno yanqui. Segundo que la reunión de las Américas queda en entredicho, allí es difícil que se reúna, más con el vacío de poder que deja la renuncia del presidente, incluso con un vicepresidente anteriormente sacado por corrupto, que asume como presidente. Esa renuncia crea una aguda crisis política en Perú que ojalá las fuerzas revolucionarias, la izquierda, el movimiento de los trabajadores del campo y la ciudad la aprovechen y den un paso adelante, tomen tumultuariamente la calle, enfrenten la corrupta oligarquía limeña, la derroquen y formen un gobierno amplio, popular que le dé paso a una revolución y se libere el pueblo peruano de años y años de opresión, crímenes y explotación. Que elimine la coyunda de la Constitución fujimorista y convoque a una asamblea nacional constituyente para que todo el pueblo peruano elabore una nueva constitución que se hizo y se está haciendo en Venezuela.
El primer coletazo de la crisis viene de Argentina. Ya Macri comenzó a poner las barbas en remojo –porque el otro que renunciará, o lo renunciará el pueblo argentino será a él–y le dijo al desalmado y enemigo de Venezuela, el presidente Santos, –quién va de salida y deja una macro crisis en Colombia–, que no iría a la reunión de presidentes en Perú. ¿Cuál reunión si esa cumbre ya está caída? ¿Piensan que Trump se va a atrever a ir a Lima con esa crisis política que no se sabe lo que allí va a pasar? ¿Pero sostendrá Trump su viaje a Colombia, a la de Santos o a la de Uribe?
Esa caída descuadra toda la estrategia del gobierno norteamericano por derrumbar a Maduro y su gobierno, pacientemente montada. Reunir ese grupo de presidentes oligarcas, organizarlos para crear una entente anti venezolana era considerada una brillante estrategia cuyo centro era desprestigiar a Maduro, debilitarlo, desestimar o invalidar desde el proceso constituyente, la elección de la ANC hasta el adelanto de las elecciones presidenciales.
¿Cuán es el discurso de Santos o de Trump y de otros presidentes latinoamericanos?
Que no reconocerán a Maduro si gana las elecciones presidenciales. Como si fueran ellos quienes votan aquí o deciden la política venezolana. Creo que nunca antes se había violado de manera tan abierta, flagrante y descarada la legalidad internacional, la Carta de las Naciones Unidas, el derecho a la libre autodeterminación, el respeto a la soberanía. Pero así como los gobernantes norteamericanos se cagan en la legalidad internacional (dixi Irak y las armas de destrucción masiva o la "insurrección" popular en la Plaza Verde de Libia para derrocar a Gadafi, que fue un montaje de la CIA yanqui hecho en Qtar), los sumisos presidentes latinoamericanos que se doblegan abierta y asquerosamente a los dictados yanquis están metidos en serios problemas como lo evidencia el caso Kuczynski.
¿Quién llamó a Julio Borges a Santo Domingo el día que se iba a firmar el primer acuerdo de paz y convivencia entre la oposición de derecha y el gobierno revolucionario?
El presidente Santos, por instrucciones de Tiller, hasta ese momento Secretario de Estado norteamericano, que estaba con él en el palacio de gobierno en Bogotá, dialogó con Borges ordenándole no firmar. "No vaya a firmar nada, doctor Borges, eso sólo beneficiará al gobierno y a Maduro", le dijo el colombiano. "Pierda cuidado Presidente que no se firmará nada que nos perjudique", le respondió Borges.
Vino después la estrategia de la abstención impulsada por la extrema derecha fascista, de no ir a las elecciones presidenciales el 20 de mayo, que esa oposición ya había aprobado que se hicieran en las discusiones de Santo Domingo. Aparentaba haber una coherencia la no firma del documento con la política abstencionista. Dejar que Maduro fuera solo en la campaña para tener argumentos para deslegitimarlo porque sabían que su triunfo era inevitable. Pero había un hueso en sopa. Alguien con bastante ambiciones y no lo bastante convencido de que la línea abstencionista era la correcta, desarticuló aquella estrategia y lanzó su candidatura y el plan de Trump de desbarató. Henry Falsón sabe que no va a ganar, pero consolidará el liderazgo de la oposición. Él sabe que este no es su momento y traza una estrategia a largo plazo y se va por encima del desgastado y desprestigiado liderazgo derechista. No es anti norteamericano –por si acaso– y para demostrarlo viaja a los Estados Unidos a tratar de "vender" su posición y, ¿quién quita? su candidatura, necesita billetes verdes para la campaña. Él es lobbysta y utiliza esa herramienta para ganar espacio y comprometer la soberanía. El discurso electoral de ahorita es comprar a la gente con dólares. Lo cierto es que su decisión de lanzarse descoyuntó la estrategia yanqui.
La otra parte de la estrategia anti venezolana y antimadurista impulsada por el gobierno fascista y racista de Trump la constituye el bloqueo económico y financiero contra Venezuela, agudizar la guerra económica, la guerra psicológica y la guerra mediática. El imperio mueve todo su poder para que el aparato mediático mundial se cartelice contra el Presidente y su gobierno. Las naciones imperialistas de la llamada Unión Europea hacen bulin contra Venezuela lideralizadas por el gobierno fascista de España, lacayo del imperio.
Ese derrocamiento del presidente peruano, para mí golpe de Estado parlamentario encubierto con la capa de chocolate de la renuncia, fue lo que le dejaron hacer para hacer aparentemente menos penosa la situación y menos aguda que se desató en Perú. Todo aquel discurso contra la corrupción; todos aquellos llamados y clases magistrales en defensa de la democracia dirigidas a Venezuela no eran sino farsas, mentiras, algo en lo que él no creía, burdos sainetes de un viejo falso, hipócrita, profundamente anti peruano.
Esa renuncia amenaza con arrastrar a Macri, a Temer, al dictadorzuelo paraguayo y a otros gobiernos latinoamericanos igualmente lacayos del imperio yanqui. La corrupción del presidente peruano hizo trizas una perversa política anti venezolana. No nos sorprenda que Macri sea derrocado y que el pueblo carioca derrumbe a Temer. La contraofensiva de los pueblos contra el neoliberalismo y las oligarquías y el imperialismo está en marcha, el derrocamiento de Kuczynski puso en el campo de batalla una primera e importante baja, pero, como señalé, no será la única.
El frente oligarca anti venezolano latinoamericano se debilita, también las políticas del imperio. Luis Almugre, agente del gobierno yanqui, el más ferviente y activo enemigo del pueblo venezolano y su gobierno revolucionario, aliado incondicional de la oligarquía y la extrema derecha fascista criolla, deberá replegarse y refugiarse en sus inmundas oficinas de la OEA, a rumiar sus derrotas, a preparar otras rocambolescas campañas que igual se estrellarán contra la Revolución Bolivariana y Chavista, erradas y viles políticas que lo deslegitiman aún más y lo hunden en el foso de la infamia. Que se mire en el espejo peruano.
Se desplomó Kuczynski, lo derrocó la corrupción y su odio contra Venezuela, su pueblo y su gobierno, por eso aquí decimos el que se mete con la Revolución Venezolana y el pueblo venezolano se seca. El exgobernante peruano era la principal carta anti venezolana con la que contaba Trump, su protagonismo mediático y las estúpidas políticas de su gobierno de corruptos y mamarrachos contra Maduro, su torpe posición de pretender impedir que Nicolás viajara a Lima a la reunión de presidentes; todo eso contribuyó al golpe parlamentario que le dieron y ya parece una pasita de lo seco que está quedando, ya lo veremos en cana, como Fujimori (que, de paso, el parlamento peruano debería revocar el infame indulto al genocida expresidente Fujimori, que fue el pago de Kuczynski para que el Congreso no lo destituyera), pagando sus crímenes contra la economía y la dignidad del pueblo peruano.