Washington, viene a jugar un papel clave en su política exterior y, está dada a jugar un papel concreto en el factor económico, teniendo presente una geoestratégica que quiebre las regiones naturales de Europa y la línea ecuatoriana para controlar los medios de producción y empresarial, teniendo muy presente la migración de venezolanos(as) hacia el Sur de Latinoamérica.
El gran problema es la casta militar y los terratenientes, quienes juegan al libre albedrío en las fronteras, no imponiendo su autoridad, porque simplemente las castas militares, son guardaespaldas de la clase dirigente y oligarquía.
En esa estructura social, la casta de políticos profesionales es la encargada de mover el aparato estatal legislando en función de mantener todo sin cambio, y los militares son los fieles defensores de la oligarquía, de la clase burguesa, de esos industriales, banqueros y terratenientes, con armas en las manos (armas que, paradójicamente, pagan los mismos pueblos con sus impuestos. El área es virtualmente un campo de operaciones de la Casa Blanca, con más de 70 bases de sofisticada tecnología bélica. Aquí sale sobrando el supuesto honor patrio o altisonancias por el estilo. Los militares latinoamericanos responden no a lógicas locales, sino a las geoestratégicas hemisféricas trazadas por el Pentágono.
Esta casta militar (ejército, aviación y marina) está muy bien preparada para cierta lucha: no para la guerra al modo de las potencias capitalistas, con tecnologías de punta para invadir territorios de su interés. Está adiestrada en la defensa de la sacrosanta propiedad privada de los grandes propietarios ante el reclamo popular, ante el «avance del comunismo», tal como reza la doctrina en que se han formado. Está preparada técnica e ideológicamente en la guerra contrainsurgente, en la Doctrina de Seguridad Nacional, que marcó las décadas de dictaduras en que se llevaron a cabo las llamadas guerras sucias bajo la hipótesis del enemigo interno, conflictos que luego, años o décadas después, son juzgados.
Dada esa preparación que tuvieron por años en las academias militares estadounidenses (Escuela de las Américas, West Point), y en el marco general de la Guerra Fría, que dominó el panorama décadas atrás, el estamento castrense latinoamericano no se siente responsable por todas las brutalidades cometidas. No se siente así porque, de algún modo, no se puede visualizar como violador de derechos humanos, como criminales de guerra que se avergüencen de sus acciones (para eso fueron preparados los militares, que siguieron rigurosos manuales anticomunistas). En realidad, las fuerzas castrenses son el brazo armado de la clase dirigente, y defender el capital (nacional o multinacional) es su única y real función. Dicho de otro modo, son ejércitos de ocupación que hacen de las protestas de los pueblos sus verdaderos enemigos.
Hay reuniones de alta estima y Donald Trump, más allá de sus teoremas económicos, busca desatar los cordones que los esposos Clinton amarraron en el Medio Oriente y que, Barak Husseim Obama acompaso con una propuesta relativista con las bandas de Al-Qaeda, y Daesh, (Takfiri EIL). Bueno, precisamente, Francia busca avanzar en estas relaciones diplomáticas, luego de ampliar su información con Londres, capital británica, que desea una parte de la energía tan buscada por los norteamericanos. Ahora, gracias a los oficios de José Luis Zapatero en República Dominica desea voltear su mirada junto a EEUU, hacia el Ecuador, pero, la piedra del zapato es Assange.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, conversaron ayer sobre la desnuclearización de Corea del Norte y las protestas en Irán en una llamada telefónica, según informó este domingo (07.01.2018) la Casa Blanca.
En esa charla, ambos subrayaron la "determinación de Estados Unidos, Corea del Sur y la comunidad internacional para lograr la completa desnuclearización de Corea del Norte", indicó en un breve comunicado la oficina de prensa. Asimismo, en la misiva, los presidentes "también coincidieron en que las protestas generalizadas en Irán son una señal del fracaso del régimen iraní en atender las necesidades de su pueblo al desviar la riqueza de la nación a financiar el terrorismo y la militancia fuera de sus fronteras".
La cita se cerró sin resoluciones específicas, en una sesión de hora y media que sirvió, en esencia, para que Estados Unidos atacara a Irán y que Rusia y otras naciones hicieran lo mismo con la Administración de Trump
Las fuerzas aliadas buscan integrarse de nuevo para atacar a los países progresistas de izquierda y aniquilar su economía, bloqueando la entrada de fármacos y productos agroalimentarios, esto, está muy claro.
El presidente del país galo, Emmanuelle Macron desea las riquezas del imperio persa y de Venezuela. Pero, hay que motivar actos de destabilización y la figura de Lenin Moreno es la más adecuada para invadir La Patagonia-Argentina- y todos los territorios liberados por Antonio José de Sucre y Simón Bolívar.
De hecho, el gobierno iraní afirma que Macrón no debe entrometerse en "los asuntos estratégicos de Teherán no es bueno para Francia" y le pide adoptar una postura independiente respecto al Medio Oriente y dejar de permitir a otros influirlo.
Sin duda, los países desarrollados buscan una posición estratégica para atacar a Venezuela y controlar sus riquezas naturales, ante sus fallas desde la invasión a Libia, Irak y Siria. Desean tomar un nuevo rumbo, pero observan la presencia de Assange como un verdadero peligro y desean negociar con Lenin Moreno para abrazar una gran base militar en el Ecuador, muy cerca del Perú y Colombia, reubicar los bombarderos y traer los drones para grandes operativos militares.
El asunto es muy simple, hacia el sur, La estratagema se inició el 27 de enero de 2018 en San Lorenzo, cerca de la frontera norte con Colombia, cuando el país sufrió la detonación de un coche bomba. Mientras las respuestas gubernamentales eran escasas y descoordinadas, en tres días una comitiva del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos llegó al Ecuador.
Lo determinante de la situación es que ante "el primer gran reto de seguridad la reacción del gobierno fue traer a Estados Unidos", como lo determinó Guillaume Long, exministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana. El atentado terrorista dio paso a un incremento de ataques y paralela presencia de los norteamericanos en las esferas militares y gubernamentales.
La explosión de una bomba casera en el retén de la Armada en Borbón y los ataques a militares y policías en El Pan, el Alto Tambo y Mataje en la frontera con Colombia desatarían la respuesta dirigida de la derecha oligárquica y ciertos grupos de interés. El discurso compartido fue culpar estas agresiones a la salida de la Base de Manta en 2009. Para el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, la respuesta sería una base militar con presencia norteamericana. A lo cual le hizo eco el excandidato presidencial y General en servicio pasivo, Paco Moncayo, señalando que "sacar la base de Manta y no tener con qué reemplazarla fue tonto e irresponsable". Incluso miembros de la prensa nacional se orientaron a la propaganda arguyendo que la seguridad nacional recae en la necesidad de una presencia extranjera militar.
Y, allí están los norteamericanos y los franceses cocinando en el Ecuador un nuevo plan de usurpación territorial.
En otras palabras, buscan justificar lo injustificable. La pérdida de soberanía nacional, la presencia del ejército más peligroso del mundo en Ecuador y el irrespeto a la Constitución son cuestiones secundarias. Pero para lamento de ellos, Estados Unidos no quiere una base militar en Ecuador y aunque la quisieran, no podrían, sería inconstitucional.
Desean intervenir es a Venezuela.