El Reloj del Tiempo

Conciliación entre Trump y Putin por Venezuela, la ascensión de Casado

Pablo Iglesias y su grupo, esta dando que hacer en España y los medios de comunicación se encuentran consternados por las presiones que reciben desde el parlamento y el Palacio de La Moncloa para la repartición de bienes mediante las subastas de cargos que, sin duda, constituye un alegato para los otros jóvenes que desean superarse, pero, todo esto, constituye una detonación que repercute en el Hemiciclo de La Clase media. Los detonadores, es una clara imagen de quienes desean que él gobierne, tome las previsiones y haga sentir su responsabilidad.

El modo en que se ha abalanzado sobre los medios de comunicación públicos y el bochorno con el que se están subastando cargos y sueldos está agotando la credibilidad del Ejecutivo antes de que se ponga de pie. El Gobierno está en el aire, además de por su debilidad en el Parlamento, Cámara a la que desprecia como nunca se había visto antes, por la detonación de su relato renovador. Eso para el que se lo creyera.

Especialmente grave parece la cesión de RTVE a Podemos. Todo lo que rodea a esa operación es un disparate ominoso del nuevo gabinete y un reconstituyente para la oposición. El hecho de que Iglesias nunca haya ocultado sus ambiciones para convertir el Telediario en una herramienta bolivariana de asalto al poder, la revelación de los detalles de la negociación y el cabreo de los profesionales de la casa han puesto a Sánchez en el único lugar que no se puede permitir: el de nítida similitud con su predecesor.

El presidente apela a la paciencia mientras arraigan las dos semillas estratégicas sobre las que pretende ensanchar una base electoral para 2020. El pactismo con los independentistas en que le permita convertir al PSC en suministrador de escaños, tal y como hizo Zapatero; y un engordamiento de los ingresos fiscales del Estado que le dé margen para gasto social en el próximo Presupuesto.

El experimento lo financiarán, por el momento, los insolidarios autónomos que utilizan furgonetas diésel para los repartos sin pensar en la capa de ozono y, sobre todo, los miles de catalanes que salieron a la calle en otoño para reivindicar su españolidad en una Generalitat que niega su existencia como ciudadanos y, a tenor de los escritos de su presidente, también como seres humanos. Les van a dejar vendidos.

Pasada la resaca de la contundente victoria, Pablo Casado tiene ante sí una ardua tarea: la integración real del PP. El congreso evidenció la división en el seno del partido -inherente a todo proceso de democracia interna- con un nada desdeñable 42% de los compromisarios alineados tras Sáenz de Santamaría. Por ello, el éxito de las primarias e incluso del propio Casado no será pleno si ahora los populares no son capaces de remar todos en la misma dirección. Y deben soldar esa integración con rapidez, porque el más que probable anticipo de las elecciones en Andalucía este otoño es una cita en la que ya debe visualizarse esa unidad.

El líder andaluz, Juan Manuel Moreno, hizo campaña a favor de la ex vicepresidenta. Pero, como no podía ser de otro modo, ayer trasladó su apoyo incondicional y lealtad al nuevo presidente. Casado tiene aquí la primera oportunidad de mostrar su voluntad integradora. Además, dada la importancia de los comicios andaluces, no caben ahora revoluciones en la dirección regional y tanto quienes han respaldado a Sáenz de Santamaría como al vencedor deben hacer de la necesidad virtud. Lo contrario sería suicida para acabar con "40 años de fracasos políticos" en Andalucía, en palabras del propio Casado.

Todas las experiencias pioneras son problemáticas, y no ha sido una excepción el proceso estrenado en el PP para elegir al sucesor de Mariano Rajoy. Nadie preveía un desalojo abrupto del poder mediante una moción de censura, por lo que se esperaba que Rajoy pudiera pilotar una transición tranquila. Pero Rajoy decidió abandonar la política sin contemporizaciones,

Pese a todo, los militantes han elegido. Y su elección ha premiado la capacidad de la ex vicepresidenta para proyectarse como cartel electoral de garantías. Su imagen al frente del Gobierno se ha impuesto al control orgánico de la secretaria general, singularmente en Andalucía, cuyo concurso ha desequilibrado la balanza.

Y todo indico que los votos de María Dolores de Cospedal, descabalgo de la liza, pudo acabar convirtiendo entonces a Casado en líder del PP.

José María Aznar hace tiempo que tomó distancia crítica con la formación que él mismo refundó y el candidato de consenso, Núñez Feijóo, con su imprevista espantada entregó el partido a una pugna hosca entre Santamaría y Cospedal. Hostilidad que se ha dirimido finalmente en una campaña más bien poco edificante, marcada por el crudo personalismo, antes que por el debate programático.

Los electores, sin embargo, también han recompensado la audacia del joven político madrileño, que se lanzó a la carrera sucesorial sin el apoyo del aparato y sin la cobertura del gobierno saliente. Se aferró sin embargo a un discurso elocuente y decidido que busca un rearme ideológico del partido y que ha logrado ilusionar a buena parte de la militancia. El punto débil de la investigación abierta sobre su expediente académico lo ha suplido -veremos si definitivamente- con sus dotes comunicativas, su frescura generacional y su fe en un proyecto alternativo a la administración del posmarianismo.

El vencedor, Casado, deberá primero realizar un generoso esfuerzo de integración para conjurar el peligro de escisión o abatimiento. En segundo lugar, deberá luchar por ampliar la base social del partido, mermada por la desafección. Y, por último, debe ponerse ya a construir la alternativa a un Gobierno que, por su propia debilidad, se está apoyando irresponsablemente en el populismo y en el separatismo para agotar la legislatura. Un partido es un instrumento para defender una idea de país. España necesita una centroderecha articulado para garantizar la estabilidad de la democracia.

Quien gane la votación definitiva tiene por delante una labor tan delicada como trascendental. A raíz de los complicados momentos por los que transcurre hoy la vida del Partido Popular, me viene a la memoria la apasionante y a veces convulsa situación por la que atravesó, hace ya más de treinta años, la articulación del centro derecha español de la mano de Manuel Fraga Iribarne que tras muchas vicisitudes y no pocos enfrentamientos internos protagonizó, sin duda, el ensamblaje del proyecto más ambicioso y aglutinador del centro derecha español.

He tenido la fortuna y el privilegio de tener recortes de periódicos y revistas donde se exponía las notas informativas de hombres y mujeres de la talla política de Hernández Mancha, Álvarez Cascos, Rodrigo Rato, , Loyola de Palacio, Rita Barberá, Jorge Fernández, Federico Trillo, Mariano Rajoy o José María Aznar, máximos exponentes del conservadurismo centrista, que junto a los Javier Rupérez, García Margallo, Jaime Mayor o Javier Arenas, como cabezas visibles de la democracia cristiana, o a los de José Antonio Segurado y Esperanza Aguirre, del ala liberal, amén de otros muchos de compañeros del partido contribuyeron a forjar la mayor organización política que, bajo las siglas del PP, ha jugado el doble papel de oposición y gobierno durante los últimos años de nuestra democracia.

Todos dirigentes de la democracia cristiana, los mismos que en Venezuela negociaron al país a través de un partido nominado Psuv. Que con un grupo de adecos fomentaron disturbios y guarimbas para lograr a última hora un solución o pre acuerdo de entrega de zonas territoriales a Donald Trump y Vladimir Putin, esto, lo vengo informando desde hace seis meses atrás mediante columnas y notas de blogs diferentes y concadenadas a una sola realidad, donde vemos a un Henrique Capriles Randosky, un Pedro Pablo Fernández, un Henri Falcón, JULIO Borges negociar con el gobierno, la entrega de nuestro país, lo más grave son los militares que serán desarticulados y envueltos en premisas de guerra desconcertantes y, donde muchos serian enjuiciados por traición a la patria, por jugar con el repartimiento de comida al pueblo, será juzgados por corruptos del sector agroalimentario y minero. Esto ya está inscrito y pre programado, solo la historia dará los puntos ciertos, estando en marcha este plan, solo se espera la aprobación de la nueva Constitución Cubana, que es un adelanto de la modernización de la legislación cubana, más allá de lo que pensaron Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara De la Serna en sus viejos tiempos como dictadores de la perla del Caribe.

Hoy la política española está sumida en un proceso profundamente cambiante desde las elecciones generales del año 2015 por la pérdida de hegemonía de las dos grandes formaciones políticas que representaban a la socialdemocracia y al centro derecha español, y la aparición, al mismo tiempo en el mapa electoral, de partidos como Ciudadanos o Podemos que, hasta ahora, lo único que han hecho es crecer por la pérdida de confianza de los votantes en quienes tradicionalmente venían alternándose el poder y que por la corrupción económica y moral y la deficiente gestión política en algunos graves asuntos, como Cataluña, han provocado una profunda decepción en sus bases o militantes.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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