Trump y los métodos marxistas de su caminar capitalista

Estamos en un mundo de slogan y, ya hemos abordado la “imaginación al poder”. Es una invención un poco provocadora y es paradójico.  La imaginación es el poder de crear formas, y la política es un asunto de imaginación. La manera en la que se ocupa una calle, una universidad, una fábrica, es cada vez un nuevo reto, y no solo invenciones o fantasías. La imaginación entra en acción para construir, delimitar, organizar un espacio, darle otro ritmo al tiempo. Es una facultad estética, lo cual no quiere decir que solo crea poemas o imágenes, sino que es necesaria para encontrar nuevas organizaciones políticas.

Nos encontramos en un mundo diferente, una batalla donde se une dos fuerzas para construir uno nuevo. En cada una de sus fases para lograrlo, encontramos un cortocircuito de movimientos sociales. ¿Le parece que este arte del cortocircuito puede abrir brechas hoy?

El poder de la imaginación es también el de crear síntesis, conclusiones rápidas, frente a lo que podríamos llamar una visión sociológica de la política, según la cual la acción política exige que antes se hayan estudiado las clases, las relaciones y alianzas de clase, todas esas nociones que dominaban aquella época.

 Para esta perspectiva sociológica, la política es el resultado de un análisis de las condiciones sociales, pero como hay tantas condiciones por analizar uno nunca termina de hacerlo y finalmente no pasa nada. Ahora bien, algo político ocurre cuando se cortocircuitan todas esas mediaciones que, se supone, separan la acción local de la acción global. Hay que pensar que 1968- 1990 y 2018-2019, se crearon de manera paradójica, dentro de un ambiente dominado por el marxismo, por la idea de que había que superar todo un conjunto de condiciones, de mediaciones antes de lanzarse al ataque del capitalismo. Además, en 1968, aunque ya era así en 1967, se crea un movimiento que de cierta manera decide que no es necesario pasar por todas esas mediaciones y que afirma que podría dirigirse directamente al conjunto del sistema de dominación social desde cualquier punto.

. Podemos partir de la cuestión de los exámenes y encontrar en ella un resumen de todas las formas de dominación, de las complicidades sociales que crean ese sistema y que podemos atacar. No afirmo con esto que la gente en 1968 logró hacerlo, pero lo que sí consiguió fue crear esa especie de síntesis, de punto de encuentro. Toda gran manifestación, o movimiento popular, funciona así: hay un punto local, un acontecimiento en apariencia insignificante que crea una cristalización, una condensación de las relaciones sociales, una manera de unir una lucha específica y un cuestionamiento global del sistema. La mayoría de las grandes movilizaciones y revoluciones han comenzado de esta manera. Ha tomado distancia de la sociología que parece dominar hoy el paisaje intelectual francés. ¿Cuál sería para usted la función de la filosofía en el debate político actual? No es la filosofía, en tanto que ocupación profesional, la que me permite tomar distancia. Podríamos decir que mi trabajo está marcado por un periodo en el que me consagré a la historia. Las subversiones de la calle y del pensamiento se han hecho en contra del pensamiento sociológico dominante, que establece que hay un estado normal de las relaciones sociales que produce humillación, injusticia, dominación, desilusión. Existe una especie de máquina sociológica que explica cómo y por qué el sistema absorbe a la gente, aplasta y humilla a los que quieren rebelarse, e incluso hace que pierdan su objetivo. Esta lógica comienza en 1964 con el libro de Pierre Bourdieu y Jean–Claude Passeron, Los herederos

Los estudiantes y la cultura, que ya entonces afirma que los que van a sublevarse dentro de cuatro años serán los hijos de burgueses, forzosamente integrados al sistema, prisioneros de su ideología. Es lo que, sin ser sociólogo, también dice Althusser, pues en su filosofía comparte la misma visión sociológica. El movimiento del 68 pone en cuestión este dogma sociológico. La sociología, no como disciplina sino como modo de pensamiento, estructurará la brecha abierta por 1968 y, al mismo tiempo, reforzará la argumentación que sostiene que el movimiento fue el inicio del neoliberalismo.

Así, encontramos hoy en día un pensamiento global de la dominación que nos explica por qué habrá siempre dominación y por qué todo lo que hacemos se vuelve contra nosotros y no hace más que servir a la dominación. Esta gran maquinaria sociológica ha salido triunfadora y recubre nuestra época, lo cual ha conducido a la idea de que 2018, no fue más que la emergencia de los Baby boomers, que se alimentaron de los beneficios de los Treinta gloriosos y que no han hecho más que servir a los intereses del capitalismo.

Recuerden que cada ciclo de diez años, se clasifica en dos fases y dos años de preámbulo.

En su libro con Éric Hazan, ¿En qué tiempo vivimos?, señala que “la palabra que mantiene abierta hoy la posibilidad de otro mundo es la que cesa de mentir sobre su legitimidad y eficacia, la que asume su estatuto de simple palabra, oasis al lado de otros oasis o isla separada de otras islas. Entre unas y otras existe siempre la posibilidad de caminos por trazar”. ¿La política consistiría en encontrar ese punto de unión entre diferentes “oasis” o “islas”, en “crear un espacio inédito de conexión”? No tengo programas ni recetas para la creación de un movimiento revolucionario. Solo digo que una política de emancipación existe bajo la forma de la interrupción de un tiempo normal o quizá también de una brecha, de una isla u oasis que se hace dentro del tejido normal de las relaciones sociales.

Se trata de un oasis no solo de resistencia sino también de autonomía, de creación de vidas autónomas respecto a la lógica dominante. Pueden ser espacios de tipo cooperativo de producción, nuevas formas de enseñanza, nuevas maneras de organizar la vida.

En esta etapa, engañaron a Hugo Chávez Frías, lo encresparon contra sí mismo, el único que lo podía salvar es el sociólogo Elías Jaua Milano, pero no lo dejaron ampliar sus ideas y, recientemente lo sacaron de toda acción de poder, esta de tránsito, pero, el se lleva el secreto de como funciona la revolución social.

El maestro no tiene que ser necesariamente alguien que sabe, sino alguien que quiere que los alumnos aprendan. Para ello lo importante no es saber más que el alumno, sino saber hacerle trabajar. Todos tenían, tenemos, capacidad para aprender por nosotros mismos. Lo único que necesitamos es voluntad, que quiere decir esfuerzo, energía y esfuerzo.

Este es el maestro ignorante, el maestro emancipador que ayuda al alumno a pensar por sí mismo. La condición es que el maestro esté emancipado, porque nadie puede enseñar a pensar si él mismo no sabe hacerlo. Y, este trabajo no se hizo en los grupos de Simoncito y prescolares. Acá, fue de nuevo engañado el presidente Chávez, al igual que las escuelas de fundamentación ideológica.

Un profesor es principalmente un investigador. Lo que les dice a sus alumnos es fruto de sus investigaciones. Lo que Jacotot llamó su “aventura intelectual” no implicó que pusiera su conocimiento dentro de la cabeza del alumno, sino que le contara su propio cuento sin anticipar el efecto. Jacotot decía que entre el maestro y el alumno debía haber una búsqueda, que se debía dejar a disposición de los estudiantes la creación de sus propias formas. Lo que es importante, entonces, es que el aprendizaje de emancipación no significa que todo el mundo hable al mismo tiempo, con un formato abierto, sino crear una situación de exigencia mutua.

Todos ya sabemos algo y todos estamos en condiciones de aprender nuevas cosas. Entonces, creo que la emancipación no es algo que concierne sólo a la gente pobre sino también a cómo somos entrenados en la escuela y en la vida

La revolución, es cambio social.

Concordemos por lo dicho, que no existen condiciones para seguir con la vorágine electoral tal y como está planteada hoy; sobre todo porque los actuales responsables de la gestión política parecen ignorar a la sociedad y piensan pasarla por alto. Estamos a tiempo de recuperar la confianza y el sentido de las instituciones democráticas y abandonar este delirio de la prueba y error cuyos efectos pueden ser devastadores.

El marxismo, es una forma de descubrimiento que no está anticipado por ningún programa preexistente. Es un accionar revolucionario. Y las elecciones en la actualidad, la ganan es las Redes Sociales, estas son las campañas, más allá de las ideologías.

La fuerza política verdadera es una fuerza que tiene que crear, de algún modo, su propia temporalidad. La cual no es una temporalidad del Estado o de las elecciones, sino que significa, también, que tengan sus propios objetivos e idealmente sus propios colegios, su propia prensa, su propia universidad. Más ampliamente, sus propias formas de discusión, información y formación. El problema es armar una fuerza autónoma y no ser una especie de nuevo partido de la izquierda extrema, porque ya hay muchos.

Ahora, Obama es izquierdista, un demócrata izquierdista, pero, Trump los aventaja, utiliza métodos marxistas para capitalizar riquezas y dar empleo y sacar a EEUU del hoyo fiscal, ese es el verdadero socialismo, un tránsito para el comunismo y la verdadera revolución.

los partidos tradicionales no colapsaron del todo. En Francia hay militantes de la izquierda que están activos preparando las primarias de las elecciones para las presidenciales. Ese es su trabajo.  No es un buen signo. Pero hay que avanzar, no creo que haya un colapso de los partidos viejos en Europa y no deberíamos estar a la espera de ese colapso. Es tiempo de constituir una fuerza autónoma. Y esa fuerza debe funcionar en Venezuela, dos partidos únicos en el país, hacia una orientación y pensamiento único, tal como lo programó Carlos Andrés Pérez en el V Plan de La Nación orientado por tecnólogos alemanes, así lo repitió Hugo Chávez Frías y por esto, el pueblo lo aclamó.

Trump es un capitalista reaccionario, jamás un imberbe. Siempre será un sujeto dado al debate político y público, siempre ha sido un suplemento del debate, ha jugado ese papel, siempre ha estado involucrado en el quehacer estadounidense. Aplica metodologías marxistas a su tesis capitalista, he allí, su éxito.

El hecho es que en Sudamérica hay algunos gobiernos que quieren escapar del modelo económico impuesto por el FMI y las instituciones económicas mundiales. Lo cual podría ser una cosa buena. Al mismo tiempo, restablecieron una relación carismática con la gente. Yo sé que muchos intelectuales de izquierda en Europa o los Estados Unidos, por ejemplo, dicen que eso es bueno porque justamente defienden a la gente. Pero yo pienso que, realmente, lo mejor que un gobierno o un líder puede hacer para su gente es irse rápidamente, darles la posibilidad de poder seguir sin ellos. No creo que sea bueno para la democracia que la gente necesite que su líder esté una y otra vez en el poder.

Esto es dictadura u tiranía, no es libertad. Sudamérica, no es el Medio Oriente, ni un mundo mágico.

La emancipación intelectual, por sobre el material, es la única capaz de garantizar que los trabajadores logren su emancipación política.

Joseph Jacotot

El escenario se ha visto agravado en los últimos días por la gran marcha hacia EEUU y, es un momento de gran polarización o, una mera disputa entre dos o mas posiciones discursivas o sujetos políticos, que, buscan generar adhesiones y acumular fuerza política para encarar las futuras elecciones, pero, hoy se abrieron las primeras puertas , lo cual, es absolutamente legitimo y democrático. Pero, éste ventarrón político de la multitud hacia USA, arrastrará instituciones fundamentales de la democracia y, es lo que desea Barak Hussein Obama e Hillary Clinton, ante el desgaste de su ONG en Haití, donde lograba captar una buena tajada en dólares.

Hay que investigar y sancionar a quienes provocaron esta avalancha humana, más allá de las ideas políticas



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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