Los últimos acontecimientos políticos han hecho variar sustancialmente la posición de las fuerzas que pugnan por el control del poder. Internacionalmente la situación de Donald Trump, luce comprometida, su apoyo incondicional al grupo Bolton, Rubio, Pompeo, ha comenzado a resquebrajarse, por el tema Venezuela. El trompeta parece haber emprendido un proceso para desmarcarse de una oposición que políticamente no ha cumplido con su parte del acuerdo para tumbar al presidente Maduro.
Desde la llegada de Trump, la política estadounidense ha sufrido una pequeña variación por lo menos en el discurso, ahora EEUU pide formalmente que los países invadidos paguen por anticipado en dinero contante y sonante o en activos, por eso se le entrega CITGO a Jhon Bolton y Elliot Abraham.
Pero también la dirigencia estadounidense solicita que su aliado en el país invadido, cumpla algunos acuerdos que hagan más viable la injerencia armada, y que facilite que el aberrante costo de una masacre contra un pueblo no se cargue directamente a las fuerzas de EEUU. Informes de la inteligencia gringa vienen alertando sobre el odio creciente a la nación, que se viene fomentando y la hace un blanco para grupos terroristas extremistas incluso dentro de su mismo territorio.
Bajo estas dos premisas fundamentales Donald Trump, ha empezado sin duda a distanciarse de la aventura guerrerista en Venezuela, comprendiendo que existe la voluntad indoblegable de un pueblo de mantenerse en la ruta del camino elegido para implementar su propio modelo socio económico, la incapacidad para poder resquebrajar la unidad cívico-militar, y el apoyo popular al gobierno son muestras evidentes de lo difícil que puede ser una aventura militar en Venezuela.
Por otra parte el fracaso de Guaidó como ejecutor político y las fracturas internas de la oposición se hacen evidentes y dificultan el éxito de una operación guerrerista. El autoproclamado resultó un inexperto sin talento político, sin visión, sin liderazgo, y sin los cojones necesarios para ser el héroe de la aventura.
Este panorama explica porque algunos noticieros gringos además de comenzar a cambiar la semántica para dirigirse a Guaidó, han empezado un proceso que va a terminar calificando a la oposición venezolana como una agrupación con vínculos terroristas al quemar la ayuda humanitaria, y participar en un caso de magnicidio.
Perro Blanco está obligado a demostrar que tiene el valor suficiente para disputar el liderazgo y mantenerlo, por eso en un acto desesperado convoca la Batalla de Miraflores, condenada al fracaso.
Cincuenta mil personas en la calle tumban cualquier gobierno en el mundo, pero al escoger Miraflores como objetivo, ya está avisándole al gobierno que va a intentar desalojarlo, para que tome las previsiones necesarias, es decir acordonar avenidas adyacentes, y evitar que la marcha llegue al palacio, pero Guaidó habrá cumplido un requisito para tratar de quedarse un tiempo más en su limbo virtual.
El llamado a tomar Miraflores y librar la madre de todas las batallas, más que un aguaje, va a resultar un fiasco grandísimo, así Marcos Rubio haga bulla anunciando que vienen días tensos, o el Trompeta se haga el duro y diga que va de frente, los días de la oposición venezolana y el final de su aventura guerrerista han empezado a contarse, tal vez el próximo decreto de Guaido lo firme desde el exilio.