El pasado 18 de Diciembre el gobierno de la República Islámica de Irán anunció oficialmente la adopción del Euro como moneda oficial de cambio. Esta noticia paso sin pena ni gloria por los principales medios internacionales pero sin duda alguna podría considerarse, de ante mano, la noticia económica más relevante de la semana conjuntamente con los resultados divulgados la pasada semana sobre el informe del grupo de estudio de Irak que anunciaba la derrota de los Estados Unidos en ese país. Ambas noticias colocan una enorme presión sobre el gobierno Norteamericano el cual podría estar presenciando el inicio de un efecto dominó que podría terminar por derribar la economía más sólida del planeta.
Ya en el año 2003 las amenazas del hasta entonces presidente de Irak, de cambiar al Euro su sistema de comercio petrolero, significó una de las principales razones que originaron la invasión de su país y el derrumbamiento del régimen político imperante. La adopción del Euro como moneda oficial de una nación productora de petróleo de la relevancia de Irán, actualmente el segundo productor de petróleo de la OPEP, constituye una enorme amenaza para la economía del gigante del norte porque significaría el inicio del tan temido abandono del comercio del petróleo en dólares, lo que durante décadas ha soportado la moneda Norteamericana y por ende la economía de ese país.
Desde el abandono del patrón oro en 1971 por parte del gobierno de los Estados Unidos, la economía Norteamericana ha estado soportada por el intercambio comercial a través de su moneda, en particular el intercambio comercial del petróleo. Es por esa razón que cualquier intento de cambio del sistema de comercio internacional del principal bien de consumo en el mundo moderno constituye una amenaza a la estabilidad económica de los Estados Unidos que paralelamente atraviesa en la actualidad una de las peores crisis de su sistema productivo.
El hecho de que Irán, uno de los miembros más influyentes en el seno de la OPEP, haya decidido cambiar su moneda oficial de cambio al Euro significa por añadidura que su petróleo también será cobrado en Euros. Algo que podría parecer una jugada estratégica del gobierno de Irán para influir en la derrota de su enemigo de occidente, en el fondo tiene una explicación económica que radica en el hecho cierto de que los países productores de petróleo progresivamente han visto disminuir sus ingresos petroleros en la medida en que el dólar pierde valor frente a otras monedas. Esta medida resulta ser, por lo tanto, la acción más lógica y sensata de parte de cualquier gobierno para proteger el valor de su principal bien y prácticamente la única fuente de financiamiento para el desarrollo de sus naciones como es el caso de la mayoría de los países que conforman la OPEP.
Indiscutiblemente la significación histórica que esta decisión pueda tener en el desenvolvimiento de la economía mundial radica en el éxito que pueda tener Irán en la adopción de este sistema, lo que seguramente en el caso de resultados positivos, sería imitado por otras naciones productoras incluyendo a Venezuela que ya en el pasado cercano anunció el traspaso de parte importante de sus reservas a Euros.
La recomendación del grupo de estudio de Irak de emprender una retirada recurriendo al apoyo de Irán para garantizar la seguridad en ese país, contrasta radicalmente con la política empleada por parte del gobierno de los Estados Unidos de derribar por la fuerza, léase guerra e invasiones, cualquier intento por cambiar el comercio del petróleo por una moneda distinta al dólar. A pesar de esto, los republicanos reconocen la necesidad de una retirada si quieren evitar una nueva derrota en las elecciones presidenciales de 2008.
Definitivamente el gobierno de los Estados Unidos enfrenta una encrucijada entre invadir Irán extendiendo el conflicto del Medio Oriente para acabar con las pretensiones de destruir su economía de manera definitiva, ó abandonar Irak dejando fortalecida la influencia del país persa en la región a desdicha de los gobiernos de Israel y Arabia Saudita que se oponen al fortalecimiento de Irán como potencia regional debido a que verían amenazada la seguridad política de sus naciones.
El primer escenario implicaría una escalada inmediata del precio del crudo, seguramente por sobre los 100 dólares el barril, que en el corto plazo significaría una profundización del déficit fiscal y comercial de los EEUU acelerando aún más la devaluación del dólar, lo que conllevaría a un agravamiento de la situación económica y financiera interna que podría desencadenar en el colapso de su economía.
El segundo escenario dejaría abierta la posibilidad de una sustitución progresiva de los países productores de petróleo al uso del Euro como moneda oficial de cambio lo cual significaría la fuga de grandes capitales del sistema financiero Norteamericano, incluyendo los de los países Árabes que conforman una de las mayores inversiones en los Estado Unidos y de la cual depende en grado sumo el financiamiento del déficit fiscal de los Estados Unidos. Esto significaría el entierro del dólar como principal moneda y posiblemente el derrumbamiento de los Estados Unidos como principal potencia mundial. Además, una acción de este tipo podría significar también el inicio de mayores hostilidades entre los países de la región pudiendo dar inicio a un conflicto regional de proporciones mayores que al igual que al primer escenario conllevarían a un panorama de escalada de los precios del petróleo con las consecuencias arriba mencionadas para la economía Norteamericana.
Ante este panorama cobra fuerza la posibilidad de una guerra de precios petroleros, que hoy en día sólo sería posible con la participación del gobierno de Arabia Saudita que en respuesta a los intereses de los Estados Unidos y los suyos propios en lo que respecta a seguridad y defensa, pudieran embarcarse en una acción de este tipo a pesar de las consecuencias negativas que esto podría significar para la economía mundial. Una jugada de este tipo, para satisfacción de la economía norteamericana y para desgracia de Irán, que vería desvanecer de manera directamente proporcional su capacidad de apoyo al régimen chiíta de Irak, significaría un triunfo para los Estados Unidos y sus aliados en la región dejando con vida a la economía norteamericana y a su moneda, por lo menos el tiempo suficiente para poder replantear su estrategia de dominio mundial.
Es por esto que la posición de liderazgo que el gobierno de Venezuela pueda asumir en el seno de la OPEP será definitiva para conservar la unidad en la organización e impedir que se desate una guerra de precios que ya en el pasado arrojó como resultado un balance negativo para la economía mundial.
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