De Colombia se puede esperar de todo, menos cosas buenas, sobre todo mientras siga la hermana república en poder del camuflado narcotraficante, Álvaro Uribe Vélez, y se mantenga al frente del gobierno ultra derechista, uno de sus títeres, el no menos desastroso, sin personalidad propia, como lo es Iván Duque.
Ahora resulta que no solo Colombia ostenta el récord de ser el primer país en producir droga en el mundo, sino que además se ha convertido en la primera nación del Continente en adiestrar y exportar mercenarios para desestabilizar a los gobiernos legítimos y democráticos de otros países, que fueron electos en elecciones libres y soberanas por el pueblo, como acaba de ocurrir en Haití, una vez que fue asesinado hace solo escasos días, el presidente de esa nación, Jovenel Moise.
Leyendo otras entregas periodísticas, relacionadas a este mismo tema, se deja en claro que Colombia está dedicada a preparar militarmente a estos grupos de mercenarios, que de alguna manera, sobre todo por sus malas pagas, prefirieron abandonar la carrera militar para dedicarse a tan canalla acción.
Desde luego, es lógico pensar que alguien con mucha capacidad económica y poder, al mismo tiempo, está detrás de todo esto, y todo apunta que ese mercenario mayor es nada más y nada menos que Álvaro Uribe Velez, ese mismo ex-presidente de Colombia, que en vez de dedicarse a enfrentar al narcotráfico en su país, le ha brindado apoyo a su accionar durante tanto tiempo.
Aquí no pretendemos exponer al escarnio público a Uribe Velez solo por gusto, si no que personajes connotados dentro de las letras y que ejercen el periodismo serio en la nación hermana, así lo demuestran a través de sus escritos que presentan a diario ante la opinión pública de ese país.
Recordemos que el padre de Uribe Velez estuvo claramente vinculado al mundo de la droga, pero perdió la vida, hace mucho tiempo atrás, en un enfrentamiento armado con la guerrilla que se suscitó -se dice- en una de sus fincas.
Es comprensible entender entonces, el por qué el actual ex presidente de Colombia odia tanto a la guerrilla de su país, de allí que se propuso a lo largo del tiempo que gobernó a la hermana república a crear a los afamados paramilitares, o los más bien llamados “Paracos”, que son los encargados de asesinar a cuanto dirigente social se declare en el país, y sobre todo a los ex - guerrilleros que se acogieron al tratado de paz propuesto por el pasado gobierno de Juan Manuel Santos, que el propio Uribe se encargó de desestimar con el influjo que tiene sobre el gobierno actual.
Para saber un poco más sobre la vida pasada y presente de Uribe Velez solo hay que leer ese afamado escrito que lo define como “El Dr. Varito”, tal como lo llamaba cariñosamente y con quien siempre mantuvo relaciones estrechas, nada más y nada menos que el mayor capo que ha tenido Colombia, como lo fue Pablo Escobar Gaviria.
Hoy Colombia no está interesada ya en vender con tanto ahínco su afamado café, sus telas y sus ricos espacios turísticos, incluyendo tal vez la propia música que ha venido teniendo tanto éxito a nivel global, sino que le interesa más bien seguir en el mundo de la droga, para así preservar los mercados de la misma, que tanto dinero le representa, de allí que ha decidido, desde luego a través del narco gobierno, crear a estos grupos de mercenarios para que desestabilicen a las naciones que enfrentan al narcotráfico, como es el caso preciso de Venezuela.
Razones sobran para que Uribe, junto a Duque, odie al gobierno revolucionario del presidente Nicolás Maduro. Gracias a las acciones afectivas de nuestra gloriosa Fuerza Aérea Nacional Bolivariana (Fanb) se han logrado neutralizar más de 200 aeronaves procedentes de Colombia, cargadas en su mayoría de cocaína, que pretendieron usar el espacio aéreo nacional para llevar sus grandes alijos, bien a Estados Unidos, en donde los esperan con los brazos abiertos, o hacia Europa.
Sin duda el narcotráfico colombiano, dirigido por Uribe Velez y sus camarillas infiltrados en el gobierno neogranadino, se sienten golpeados con el accionar venezolano, de allí que hayan pensado en derrocar al gobierno legítimo revolucionario, incluso con apoyo del imperio.
La operación “Gedeon” dejó al descubierto que Colombia buscaba asesinar al presidente Maduro y a sus principales colaboradores; afortunadamente los grupos de inteligencia nuestros dieron con el plan macabro, que fue desactivado, con los sucesos ya conocidos por todos, y con apoyo del propio pueblo.
Ahora pasa algo similar en Haití. ¿Sería que el presidente Moise se había convertido también en un fuerte obstáculo para el libre comercio del narcotráfico colombiano? o en todo caso Haití impedía que la droga llegará sin problemas a Estados Unidos???. Por los vientos que soplan todo hace presumir que algo de cierto hay en todo esto. Sin embargo se corre la tesis, por demás mediática, que Moise fue ultimado porque deseaba convocar una reforma Constitucional, cosa que, a nuestro entender, no encaja.
Pero es más, al igual como ocurrió en Venezuela, con la operación “Gedeon” estos grupos de mercenarios (en total unos 28) que le dieron muerte al presidente haitiano tenían también dentro de sus filas a dos norteamericanos, que pudieron haberse entrenado, igualmente, en la guerra de Afganistán.
Así pues que todo está clarito…Colombia, por intermedio de su narco gobierno, se ve que intenta poner las cosas en orden para que el flujo de la droga que sale de sus campos logren llegar a los mercados de EE.UU y Europa, de allí que poco les importa tener que asesinar a presidentes de otras naciones, aunque hayan sido electos democráticamente. Entre tanto, el imperio se hace el desentendido, el de la vista gorda, a pesar de estar debidamente enterado de todo lo que ocurre alrededor del mundo, claro está no hace nada por cuanto es socio de Colombia y al mismo tiempo su cómplice.
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