China, tiene una concepción del mundo con muy poca relación con la realidad: casi simultáneamente a la crisis en Ucrania y a las propias tensiones con países vecinos como Japón en el Este y Vietnam y Filipinas en el Sur, la potencia asiática siente una creciente rivalidad con la India, uno de los BRIC. Además de los conflictos territoriales por el sur de Tíbet, que desde 1959 está bajo control indio, China insiste en su derecho a embalsar aguas en las regiones montañosas del Himalaya solo para beneficio de ciudades chinas situadas en el este del país, un intento que hace sonar desde hace años campanas de alarma en Nueva Delhi. Varios generales indios amenazan abiertamente con atacar instalaciones hidráulicas chinas en la región con misiles de mediano alcance. El motivo: el proyecto chino le restaría a la India una importante cantidad de agua (potable), ya que algunos ríos importantes, como el Brahmaputra, nacen en el Himalaya. Todo hace prever que se tensará más las relaciones entre ambas naciones, ya que el Partido Popular de Modi ha propiciado siempre un trato más duro hacia China.
A fines de mayo de 2014, Luo Tianhao, un experimentado analista de la Comisión Estatal China de Recursos y Asuntos Energéticos, hizo una clara referencia a la rivalidad entre los países BRIC. Por ejemplo, Brasil ya es una fuerte competencia para China en África y en algunas partes del continente americano. Luo concluye que los BRIC no son una alianza, ni siquiera una débil red que pueda desafiar unida el orden mundial existente. No se equivocan Luo y otros con su advertencia sobre la competencia dentro del bando de los BRIC, que se evidencia, en el caso de Rusia, en el hecho de que el volumen de intercambio comercial entre ese país y China, a pesar de todas las declaraciones de amistad, haya alcanzado en 2013 apenas los 97.000 millones de dólares, menor al volumen de intercambio entre Alemania y China (de unos 150.000 millones de dólares por año), para no hablar de los volúmenes de intercambio de China con EEUU, Japón o Europa.
Por eso, para estrategas como Luo, la cercanía que se manifiesta entre Beijing y Moscú no debe entenderse tanto desde su pertenencia común al bando de los BRIC. Rusia es atractiva para China más bien porque cuenta con un potencial militar superior, especialmente en relación con EEUU. Pero esta ventaja tiene también sus límites para Beijing: Moscú muestra cada vez más interés en la búsqueda de petróleo en el mar de China Meridional, donde China hace valer sus derechos inalienables. En esta competencia con su vecino, Rusia incluye a rivales de China, como Vietnam. Poco tiempo después de la visita de Putin a Shanghái, celebrada con el acuerdo gasífero además de una gran maniobra naval, Moscú anunció que equipará por completo la flota de submarinos de Vietnam y, a cambio, arrendaría la bahía vietnamita de Cam Rahn como base para su Marina. Tanto la flota de submarinos de Vietnam como la presencia de la Marina rusa directamente frente al acceso chino al mar de China Meridional son peligros reales que la Armada de la República Popular, que ya está muy ocupada con el desafío de la presencia estadounidense en la misma región, debe tomar en serio. Y ahora mismo.
¿Cómo hay que entender entonces la «cercanía» demostrada recientemente por Moscú y Beijing? Se suele recurrir a la teoría de la nueva Guerra Fría, según la cual la hostilidad por parte de «Occidente» une a sus adversarios. Pero si se sigue esta lógica, es necesario responder la siguiente pregunta: ¿es la hostilidad que empiezan a sentir Rusia y China lo suficientemente intensa como para forzar la necesidad de una coalición de largo aliento? Un artículo en la revista alemana Der Spiegel habla del surgimiento de un nuevo bloque del Este. Otros se remiten a pruebas de amenazas provenientes de «Occidente», que promovieron una coalición entre Rusia y China. Por el lado de Rusia, hay que mencionar las sanciones. Por el lado de China, debe considerarse la disposición estadounidense a apoyar a Japón, Filipinas y Vietnam en el caso de que se agudice el conflicto territorial.
Recordemos a Mariano Picón Salas: “El destino de Francia es realizar ella misma la revolución y contrarrevolución. En esta última- Como en la Carta de Luis XVIII- siempre habrá de quedar con otro nombre lo más esencial de la doctrina revolucionaria”.
Vladimir Putin despliega sus alas y despierta la conciencia europea y busca asentarse en La Cuenca del Caribe y, a su vez realiza la transformación del mundo. De modo que su espíritu se volatiza y se hace sociable en la graciosa alquitara de la esprit, (espíritu). Utiliza la metafísica humosa contra esos vapores del intelecto que no son nadie en el campo político mundial. Los principales líderes mundiales en los últimos años patéticos del globo terráqueo tienen la vita como sus vidas ciegas. Se creen burgueses y no se dan cuenta que cayeron esclavizados por lo quimérico del mundo.
Los hombres del Sur se encuentran ilusos y lo único que sirven es para ser instritruizes de la apariencia burguesa. En la realidad son pobres y no articula un lenguaje estructurado.
La pregunta es si la UE va a reaccionar en función de su dependencia del gas ruso. En ese sentido, hay que destacar que ya antes de que estallara la crisis en Ucrania, los pedidos de gas ruso desde la UE disminuyeron notoriamente: hasta 12%. Expresado en valores absolutos, en 2013 el volumen anual de gas fue de entre 30.000 y 35.000 millones de metros cúbicos. Es exactamente este volumen el que, según el acuerdo entre Rusia y China de fines de mayo de 2014, tendría que ir desde Siberia hacia territorio chino a partir de 2018. «Creciendo paulatinamente hasta el nivel de 38.000 millones de metros cúbicos anuales», según el comunicado conjunto. Es decir, recién en cuatro años China comenzará a compensar la disminución de suministro que tuvo lugar hasta 2013 –sin influencia de la actual crisis en Ucrania– y la consiguiente baja de ingresos de Rusia. Dicho de otra manera: desde el punto de vista meramente contable, con el reciente acuerdo gasífero entre Rusia y China, dista mucho de verse una disposición china a ayudar económicamente a Rusia en caso de sanciones severas, por ejemplo, cerrando la importación de gas de la UE, de forma que Moscú pudiese resistir la «hostilidad occidental».
También es contradictorio el balance en relación con Japón desde el punto de vista ruso. Japón ha acompañado las sanciones occidentales contra Moscú. Sin embargo, sigue intacto el interés compartido por Moscú y Tokio en ampliar las inversiones japonesas en la Siberia rusa y las regiones de la costa del Pacífico, por no hablar del enorme interés de Japón por el gas ruso. Si la Rusia de Putin se toma en serio su supervivencia económica, Moscú no puede tener interés en mantener por mucho tiempo, junto con China, una enemistad con Japón y sus aliados en el mar de China Oriental.
Esto explica una serie de «inconsistencias» en las maniobras navales ruso-chinas que ambas naciones describen con términos grandilocuentes: hasta su inicio en las cercanías de Shanghái, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino se contradijo con el portavoz de la flota rusa del Pacífico en cuanto al lugar donde iban a desarrollarse las maniobras. A mediados de abril, el gobierno chino anunció que se realizarían cerca del archipiélago de Diaoyu (en japonés: Senkaku), disputado por China y Japón. Esto sería en mitad del Pacífico, entre Taiwán y Okinawa. Luego, la división naval rusa dio a conocer, a comienzos de mayo, que las maniobras se harían en el mar de China Meridional, a algo más de 2.000 kilómetros del objeto de controversia entre China y Japón. A último momento, ambas partes acordaron su despliegue en la zona marítima frente a la desembocadura del río Yangtsé, cerca de Shanghái. El lugar donde se realizaría este gesto amenazante quedó, así, muy lejos de las zonas en conflicto, tanto en dirección a Japón como en dirección a Vietnam o Filipinas, frente a los cuales China mostraría de buen grado un respaldo de Rusia, aunque más no fuera un show.
A la hora de decidir si será factible en el futuro próximo una coalición estratégica entre Moscú y Beijing, hay factores que son más importantes que estos detalles en la simbología de la política exterior que, por cuestiones de necesidad, son gustosamente exagerados por la propaganda política rusa y china. Por ejemplo, es necesario incluir el horizonte de largo plazo de ambas economías.
China aspira, especialmente en el Extremo Oriente, a una integración abierta en redes económicas regionales tales como las zonas de libre comercio con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) o el Acuerdo de Asociación Integral Económica Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), donde participan incluso países rivales como Vietnam o Malasia. De vez en cuando se escucha desde Beijing que no habría un rechazo total al ingreso al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), liderado por EEUU. Por el contrario, la Rusia de Putin está en las antípodas de una incorporación activa a redes económicas regionales con socios extremadamente heterogéneos. Aún resta que la Unión Euroasiática demuestre a sus participantes su potencia económica a partir de 2015. E incluso si esto se concretara, esta unión económica favorecida por Rusia tendría un limitado poder de persuasión ante otros potenciales participantes: sus actuales miembros, Belarús y Kazajistán, siguen estando muy cerca de la órbita de Moscú.
Cuando tenía catorce años leí mucho sobre Okinawa y jugaba soldaditos, a la guerra, unos norteamericanos y otros, los rusos, pero nunca pensé que los rusos hablarían sobre tomar nuestras bases militares y navales, bueno, tenemos una FANB muy deprimida y avergonzada por promotores del esclavismo.
Los escritores algunas veces no advertimos algunas veces el sincronismo y solo, estamos por ver una nueva epopeya, donde la apogéletica cristiana es un presente con algunos grupos protestantes.
Hay una revuelta de valores y desde 1914 los comunistas han tenido un asedio hacia nosotros con un esquema muy sencillo y, ahora han tomado la vida del Estado y con los escollos espirituales de mucha gente han manejado la masa humana, en una manera ignara y elemental.
Somos un país de mediatizados e ignorantes. Ven que tenemos una economía de posesión desenfrenada y una economía erguida sobre otra cualquiera vigencia humana. En 1929 comimos manzanas que no debimos comer.
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