Petro abre las fronteras a la patria grande y Biden las cierra

Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander fueron los grandes protagonistas de la historia de la Gran Colombia, aunque sus relaciones no fueron nunca buenas ni sus ideales los mismos, tenían el mismo sueño: hacer de Colombia un país en progreso y fuerte, a través de la creación de la Gran Colombia ideado por Bolívar, pero derrotado por Santander quien no creyó en el plan del libertador, produciéndose así el primer choque entre ambos. Tal vez, aquí se originan las desavenencias de estos países, con la Campaña Admirable de Bolívar, en el ámbito militar y político. Aunque Bolívar no era conocido en Colombia, estaba en la cúspide de la popularidad, y su alianza con Santander era vital. Sin embargo, por más formalidad que existiese, la rivalidad y la distinción de ideales hizo que se crearan dos bandos: los bolivarianos y los santanderistas, dando lugar a una etapa difícil, una guerra sin sentido, que trajo desde ese entonces hasta la presente la fractura de un proyecto por el cual hoy luchan los bolivarianos: la construcción de la Patria Grande, con la mayor suma de felicidad posible, en paz y humana.

A partir de la disolución de la Gran Colombia, en noviembre de 1831, surgen los más variados conflictos entre Venezuela y Colombia: pasando por la disputa de la Isla de Los Monjes, la Corbeta Caldas, el golpe de Estado contra Chávez, el caso de Rodrigo Granda, las siete bases militares de EE.UU. instaladas en Colombia, la violación de la cotización del bolívar con respecto al peso en la frontera por parte de las mafias aliadas al uribismo y la incautación del papel moneda venezolano por estos grupos para desestabilizar su economía, la supuesta ayuda humanitaria que manipuló el gobierno de Duque junto al irresponsable de Juan Guaidó, el caso de la empresa Monómeros, el fenómeno de la migración o la diáspora que se suscitó en el país por la crisis política, económica-social y las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea que obligó a muchos venezolanos refugiarse en otras tierras como Colombia, entre otros factores, que abonaron para que avivaran los conflictos entre estas naciones hermanas. Solo un gobierno humanista como el de Gustavo Petro, ha dado sus primeros pasos para romper la hostilidad de Colombia hacia Venezuela que se heredó desde la época de la Guerra de Independencia y que se fortaleció en la época de la conformación de un Estado narco paramilitar hasta la presente fecha. Por supuesto, que existen aún muchas esquirlas de esas hostilidades, incluso en algunos miembros de la Colombia Humana, que hablan de paz y de humanismo, se observa el odio y la discriminación a los venezolanos; sus conductas xenófobas se perciben hasta en los propios grupos internos. Esto será una gran lucha para el presidente Petro, no le será fácil crear una Colombia Humana cuando lo rodean seres que no entienden su propósito humanista, pacífico y sin fronteras, necesarios para construir la Patria Grande. Como gran humanista, en el marco de esa crisis, el presidente colombiano no dudó en reconstruir las relaciones bilaterales con el vecino país; reconocer al presidente de Venezuela Nicolás Maduro y al mismo tiempo la inexistencia del presidente interino (Guaidó) que creó Donald Trump; iniciar las reaperturas de las fronteras; dar un nuevo viraje a las políticas migratorias para los venezolanos y establecer solo como documento de entrada la cédula de identidad venezolana. Cosa que, al parecer, no se está cumpliendo en el lado venezolano, ya que algunos funcionarios de seguridad no solo piden el documento, sino también cualquier tipo de "aporte económico" para sus beneficios, afectando así un gran esfuerzo que han hecho ambos gobiernos para mantener las relaciones.

Sin embargo, el fenómeno de la migración que se está suscitando en este lado del continente por las políticas represivas del gobierno de los EE.UU. contra los países progresistas, se ha incrementado. Colombia ha servido de paso para que venezolanos y colombianos pasen por la peligrosa selva del Darién para llegar al "país de las oportunidades". No obstante, para los medios internacionales la cobertura es solo para Venezuela, porque les interesa hablar todos los días cualquier cosa negativa del rééégimen de Maduro. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en el año 2013, "Colombia es el país con mayor cantidad de emigrantes en Suramérica"; se estima que 4,7MM de colombianos residen actualmente en el exterior (radicados en EE.UU., España y Venezuela), sin contar los casi seis millones que se fueron para este último país en las décadas de los 70 y 80. Según datos no oficiales, se cree que, actualmente, más de seis millones de colombianos (antes de asumir Petro), se han ido del país; pero, no fue noticia para los medios. Ante esta oleada de migrantes que utilizaron los caminos más arriesgados para llegar a los EE.UU. el gobierno de Biden respondió y decidió con el apoyo del gobierno mexicano parar la afluencia de venezolanos ilegales que cruzan la frontera: los uniforman como unos presos, los ruletearon sin ninguna explicación y los envían para México, hasta que ellos o los que quieran entrar en el país del "sueño americano" cumplan con los requisitos de tener un patrocinador acá, un pasaje en avión, no tener doble nacionalidad y no poseer otro documento de identidad de otro país. Si los migrantes venezolanos cumplen con los criterios, entonces serían puestos en "libertad condicional" en EE.UU. —es decir, les darán un trato de preso—, con la capacidad de trabajar "legalmente" en este país. No conforme con esto, el gobernador del estado de Florida (republicano Ron DeSantis) piensa que los venezolanos que tomaron esta vía hicieron uso inadecuado de las leyes por su condición de migrantes solo por defender ante la Corte su estatus como tal. Y lo peor es que califica a estos migrantes ilegales como terroristas, por venir de un país comunista, según él, como Cuba y Nicaragua. Un hecho que ellos mismos provocaron en la administración de Donald Trump, en complicidad con el presidente interino, junto con los gobiernos que incentivaron la crisis en Venezuela, como el de Iván Duque.

Mientras Petro abre las fronteras a la Patria Grande, Biden las cierra en su peor conducta hipócrita, violando los derechos humanos de los migrantes, ante la mirada indiferente de la ONU y de la OEA. Los migrantes ilegales venezolanos no califican para el imperio porque los tildan de terroristas, de destructores, de enemigos, somos una amenaza. ¿Quién iba a creer que el decreto de Obama de que Venezuela es una amenaza inusual iba a ser realidad? Somos una amenaza porque los venezolanos son pacíficos y lo han demostrado en cualquier circunstancia, la mayoría del pueblo venezolano enfrentó a una oposición violenta, fascista y genocida en los peores momentos, para defender la paz. Terrorista es EE.UU. que creó laboratorios con armas biológicas en Ucrania para exterminar a la humanidad. Terrorista es Biden que ya habla de una segunda pandemia. Terrorista es el Estado de Israel que asesina palestinos e invade su territorio. Terrorista es Zelensky que pide a Biden hacer la guerra nuclear. Terrorista es la U.E. que somete a su pueblo de hambre y miseria por apoyar al demente del imperio. Terrorista e hipócrita es el imperio que ofrece un sueño y una oportunidad inexistente al mundo cuando en su propio país explotan a los trabajadores, no existe un sistema de salud para los más pobres y vulnerables, permite el uso de armas y prohíbe el aborto. La distinción del ideal bolivariano debe ser la causa para unirnos en contra de un imperio que quiere apoderarse de este continente. La migración es un derecho humano. Ningún ser humano es ilegal, es ciudadano del mundo.

Fecha: 16/10/2022



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Esmeralda García Ramírez

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