"Fascista es aquel que,
además, se disfraza de demócrata,
al igual que el peor pederasta
es el que canta misa y viste sotana"
Alberto Vázquez-Figueroa
Bolsonaro, hizo su aparición muy acongojada, después de las elecciones con un grupito de seguidores muy serios y no terminaron en llanto, porque la comparecencia antes el pueblo brasileño fue muy fugaz –alrededor de 2 minutos 20 segundos– simplemente para dar la cara, olvidando todos sus arrebatos de un fascista convicto y confeso. Como todo cobarde no tuvo la valentía suficiente para reconocer la derrota, porque abrigaba las esperanzas de conseguir la victoria en el balotaje, sabiendo que varios factores jugaban a su favor, pero se consiguió con el temple de acero de un luchador social, que después de haber estado encarcelado salió a la calle a demostrar el valor de la dignidad, el cual no pudieron pisoteársela, aún, cuando atravesó condiciones muy adversas, creadas por los dos últimos gobernantes estadounidenses.
El mundo capitalista se encuentra envuelto en grandes contradicciones y apenas aparece un gobierno reivindicando al pueblo trabajador y llamándolo a luchar por su verdadera independencia se aparece el imperialismo, con los métodos más perversos y en la mayoría de los casos sanguinarios, haciendo lo imposible por detener el avance. En Brasil, repitieron el método empleado mil veces para tumbar gobiernos. A la presidenta Dilma Rousseff, la destituyeron con miles de artimañas para dejar esa nación en manos de un abogado de manera interina, Michel Temer, para luego asumir la presidencia en medio de una parapeto antidemocrático, dejando el camino expedito para la llegada de un fascista, quien no escondió nunca su identificación por una de las etapas más negras de la humanidad, derrotada con sangre, sudor y lágrimas por el pueblo soviético, con el costo de 20 millones de muertos ¡la gran guerra patria! al enfrentar Adolfo Hitler.
A Jair Bolsonaro, le queda grande el segundo nombre: Mesías y solamente le falta pintarse el bigote, que identificaba a Hitler, para definitivamente asumir el reemplazo de un personaje siniestro para la humanidad, y dejó huellas imborrables en pueblos de Europa, que padecieron los aterradores métodos de este sanguinario al llegar al poder. Al fascismo tratan de revivirlo a como dé lugar. Ahorra, se presentan estos personajes, como Bolsonaro, que en la menor oportunidad la aprovecha con el lema muy trillado: un demócrata en defensa de la democracia y para esto utiliza cualquier acto de populismo siempre y cuando lo apruebe el imperialismo. La mayoría de las veces coincide en los propósitos del capitalismo salvaje y el principal beneficiado es el gobierno de los Estados Unidos, con todo su derroche de dólares para seguir en la explotación del ser humano.
No es simple casualidad el recibimiento dado por el destacado alumno de Hitler en Brasil al vulgar autoproclamado e iluso interino Guaidó; al ser movilizado por mandato de Donald Trump, en sus intentos de acabar con el gobierno bolivariano. El plan perverso recorrió varios países, y en todos había serios indicios de fascismo influenciado por Bolsonaro. En Chile, Sebastián Piñera; en Colombia, Iván Duque y hasta Lenin Moreno, quien llegó a la presidencia de Ecuador, casi cargado por Rafael Correa, para no decir en silla de ruedas, porque todos sabemos su limitación para caminar. Así, queda demostrado que el fascismo es un recurso utilizado por el gran capital, con el gobierno de los Estados Unidos a la cabeza en momentos, cuando la hegemonía tanto militar, como económica se está convirtiendo en un verdadero dolor de cabeza, porque se les está haciendo sumamente difícil seguir robándoles los recursos de manera impune a los pueblos, donde hasta hace poco hacían lo que les daba la gana.
Derrotado este pichón de Hitler, por un hombre probado en la lucha, humilde y sencillo, como su nombre ¡Lula! más, los nuevos aires de hermandad y cooperación emprendidso en Colombia, con la llegada de Petro, se enciende un faro de luz alumbrando con la fuerza necesaria para enfrentar al eterno enemigo de los pueblos, como es el imperialismo alma y corazón de los gobiernos de Estados Unidos. Por momentos se empieza aclarar el panorama y todos los revolucionarios tienen una tarea urgente y necesaria, desenmascarar a los enemigos de clase y todo aquel que se quiera disfrazar con nuevas caretas, algo que se lo facilita el gran poder mediático. La crisis de los Estados Unidos se profundiza y sus títeres se desinflan. Ahora, veremos con cuál disparate aparecen, aunque todos terminan, como verdaderos preservativos sin pena ni gloria.