Soy docente y durante muchos años me desempeñé como profesor de Física y Matemática en secundaria, educación de adultos y en la universidad, además, tengo libros publicados en tales disciplinas y una vez jubilado me dediqué a la literatura. Cuando la musa me inspira me atreví al uso de la prosa para escribir ensayos, novelas y cuentos cuyos títulos están algunos, en físico o en formato digital. Todo esto para, de alguna manera, tanto por la vía oral como por la escrita, continuar con la enseñanza. Pasado muchos años y analizando todo lo que pasa en el país y en el mundo me obligó a afirmar que la educación deberá dar un giro de 180º hacia una nueva concepción que conduzca al estudiante hacia una vida activa y participativa, dentro de una sociedad que cambia constantemente de manera pasmosa. Para reforzar lo anterior me voy a permitir narrar dos de mis experiencias de mis viajes por diversas partes del orbe.
En una oportunidad, cuando visité Nueva Deli (India), recorrí una escuela de artesanos, pintores y escultores, me sorprendí con los trabajos realizados por adolescentes entre doce o trece años. Me mostraron verdaderas obras de artes propias de artistas con grandes destrezas, tanto en obras pictóricas como en tallas muy hermosas. En verdad, estos jóvenes artistas eran parte de una familia de artesanos y creadores quienes recibieron este legado de maestros ancestrales y aquellos transmitirán a sus hijos lo aprendido con sus familias. De mismo modo, conocí en el Cairo (Egipto) a un modesto joven orfebre de unos 17 años trabajando en un taller, lo que más me sorprendió fue su sencilla y estrafalaria forma de vestir: una camiseta, un pantalón raído y unas chanclas: un humilde obrero. Observé con ahínco la diminuta y hermosa pieza de oro, un cartucho, de una gran belleza y refinamiento. El joven era heredero de una familia que trabajaba el oro desde hacía varias generaciones y lo que más me asombró, fue que la pieza la terminó en una hora aproximadamente. Esto lo revelo porque asimilé de esta experiencia que estos jóvenes, tantos los indios como el chico egipcio, fueron preparados o educados en el ambiente familiar para el trabajo y para la vida.
Retomando el problema de la educación en Venezuela, que se repite en Centro y Sudamérica con su diferencias, es que nuestros estudiantes permanecen once años entre la escuela y liceo, o el colegio, recibiendo una cantidad de contenidos que pronto lo olvidarán, que tienen poca o ninguna utilidad, que tampoco los prepara para el trabajo y mucho menos para la vida. Si a lo anterior se le agrega los 33 meses de vacaciones en once años (casi tres años desperdiciados), queda demostrado cómo los niños y adolescentes pierden el tiempo en una escuela frustrante y castradora.
He visto pasar mucha agua debajo del río y si la educación pretérita con la cual contribuí tiene muchos vacíos la de hoy está llevando a los niños y a la sociedad hacia el barranco, sin posibilidad de regreso. No cabe duda, la tecnología ha contribuido al desarrollo de los países, pero también ha cooperado con la destrucción de la educación. El primer caso, aparte de otros, al cual me voy a referir fue la aparición de la televisión, más o menos en el año 1950 aquí en Sudamérica, florecida en EEUU desde hacía varios años. Con la llegada de estas cajas bobas surgen inimaginables problemas causados por los programas que llegaron a los hogares, transmisiones que alteraban las familias sin que estas tuvieran la posibilidad de intervenir. Se constituyeron en simples observadores impasibles de unos programas que diseñaron especialistas con un solo objetivo: la venta de productos. Este desequilibrio, al final, influiría en la ruptura de la cotidianidad hogareña, atiborrando con agentes nocivos para los niños y adultos. Se debe tener presente que la televisión no es una fuente útil de información para los infantes y tampoco para los adolescentes, así mismo, nada educativo, de igual modo, es sumamente peligroso. Los daños causados por la televisión son múltiples, tanto en el orden de salud, en el orden personal y social, como psicológico e intelectual, dado que lo expuesto en la pantalla, tanto la programación como los mensajes publicitarios, deforman la realidad.
Uno de los aspectos en la cual la televisión actúa de manera negativa es en la alimentación y como consecuencia en la salud. Como uno de los objetivos de la televisión es vender, el mensaje televisivo en materia alimenticia es completamente nocivo y perjudicial para los niños, sobre todo, en materia de salud. Es notoria la frecuencia como en los programas de la televisión promocionan el uso de corn flakes azucarados en los desayunos, así como también una gran cantidad de comestibles y bebidas con abundante azúcar, con componentes químicos y colorantes nocivos, la cual contribuye a los padecimientos de diversas enfermedades. Así mismo, los niños pasan mucho tiempo viendo televisión consumiendo muchos de estos productos perniciosos, convirtiéndolos en seres pasivos sin ninguna actividad física que les ocasionará obesidad con sus graves consecuencias. Se lo anterior se le agrega que el contenido de los programas televisados reflejan una carga de violencia extrema en comparación con la vida cotidiana, estos contribuyen a que los infantes se conviertan en seres insensibles al mirar la excitación. Son innumerables daños que la televisión ocasionó, que nunca se subsanaron y en estas páginas es imposible describir.
Con la aparición de la televisión por cable se incorporaron nuevos daños a la familia venezolana, dado que la globalización de las programaciones incorporó a las familias venezolanas los prejuicios, las tradiciones, los entretenimientos, los antivalores, las modas y los vicios que promueven la televisión foránea. Estos agravaron la situación, no solo de la familia, también de la sociedad. Los antivalores transmitidos por las películas estadounidenses, que son mayoría, resalta el uso frecuente de las drogas y el alcohol en la juventud, destacan las riquezas de los traficantes de drogas, de los estafadores, los corruptos, menguando de esta manera el valor del trabajo. Convirtieron el dinero en un bien en si mismo y por lo tanto, el ideal de la juventud es hacerse rico sin trabajar.
Nunca se corrigieron los problemas derivados de la televisión, dado que los dueños de estas empresas alegaban que cualquier regulación era un atentado a la libertad de expresión, en este caso a la libertad de los canales televisivos de atentar contra las familias y como consecuencia a la sociedad. Con la aparición de la tecnología digital, el Internet y el teléfono inteligente la situación se agravó. A todos los males que enumeré anteriormente se debe agregar que la llegada del Internet cambió por completo en curso de la sociedad en el ámbito mundial. Ya no son los dueños de los medios de comunicación quienes monopolizan la información, ahora las noticias pueden ser notificadas al instante, desde cualquier lugar del planeta, por cualquier persona que tenga un celular inteligente. Ya se puede trasmitir una foto, un video, una entrevista, una información, una opinión en el momento que se produce. Con un agravante, que mucho de esto puede ser manipulado dependiendo de quién envíe la noticia y lo que conviene. Lo peligroso del celular inteligente es que el Internet y sus derivados es una tecnología sin ningún control gubernamental que durante las 24 horas del día pone en manos de niños y adolescentes todo los que sucede en el mundo, tanto con sus virtudes como sus defectos. En ciertos casos algunos padres le entregan un celular inteligente a un infante como un entretenimiento. Este artefacto no es juego.
Aparecieron las llamadas redes sociales y quienes hacen uso de estas. Se habla de nuevas "profesiones" los llamados influencer, también los tiktokeros, los creadores de contenidos que sin ningún tipo de preparación envían información, tanto imágenes como escritos hacia todas partes del mundo, dado que la tecnología lo permite. De igual manera, aparecieron los usuarios de estas redes que creen en la barrabasadas que muchos de los operadores de la redes utilizan para su conveniencia para, de esta manera, influir y captar seguidores, que es el fin de tales tecnologías. No importa si lo que se dice en la fuente sea verdad o mentira, lo substancial es alcanzar millones de seguidores para conseguir algún objetivo. Hay que captar estúpidos para crecer e influir en la mente de millones de personas que desconocen la mayoría de los temas vinculados con el desarrollo social.
Pero la tecnología no solo la aprovecharon los publicistas y los comerciantes para vender todo tipo de artículos, muchos de estos innecesarios, también los políticos se están valiendo de esta tecnología para promocionarse y ofrecerse como un producto. Para eso cuentan con las redes sociales, influencer, creadores de contenidos, tiktokeros y toda una gama de personajes vinculados a estos recursos tecnológicos para crear la "cultura massmediática" donde caben toda aquella masa que se deja influir por dichas publicidades. Ya podemos afirmar que los valores la ética, la estética y la moral cambiaron de manera notable y el mérito de esta nueva escala de valores depende de lo ofrecen los creadores de la tecnología. Es por esta razón que surgen "cantantes" como el anodino Bad Bunny, quien sin ningún tipo de preparación musical cautiva a un público que carece de gusto ya que este le fue impuesto a través de una campaña mercantil, hasta tal punto que ha sido merecedor de premios internacionales. Es lo ahora se llama "marketing", es decir, Bad es producto de un mercado creado por la redes sociales, nada diferente a lo que sucedió con Zelensky y Milei. El primero, un comediante de segunda desvinculado del quehacer político llega a candidato presidencial porque logró que un banquero corrupto, vinculado con el narcotráfico y el lavado de dinero, le financiara la campaña electoral. Hoy los ucranianos y el mundo están sufriendo las consecuencias de la presidencia de ese títere, apoyado por EEUU y la UE por una conveniencia de intereses económicos. Nada diferente de lo que ocurre con el recién elegido presidente argentino, el demente y energúmeno Javier Milei, otro producto del mercado quien gobernará con las empresas y los gobiernos que le financiaron la campaña electoral.
Como se ve la tecnología no solo afecta la educación de los infantes y de los adolescentes, también perturba la sociedad en el ámbito mundial porque el mal uso de tales innovaciones pueden acarrear desgracias tal como lo estamos viendo en todos los estratos sociales del mundo y en todas las acciones y entidades donde se desempeñan los humanos. Tuvo razón Humberto Eco cuando sentenció: "Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles". Lee que algo queda.
Enoc Sánchez