Hay que tener piedad por unos y por otros. Pero por unos una piedad nacida de la misericordia y por otros una nacida del desprecio.
Blaise Pascal
Hay gente tan detestable que termina dando risa.
En una película de Woody Allen un pedante abominable hace una interpretación errada de algo que dijo Marshall McLuhan. Allen localiza por casualidad a McLuhan en la cola del cine donde están y lo pone frente al abominable. Para sorpresa del abominable, McLuhan le da la razón a Allen. Pasa en la vida real. Veamos.
Cuando Chávez propuso que las FARC fuesen retiradas de la lista de grupos terroristas, la jauría mediática se desgañitó en toda la escala cromática. Era una prueba más de su cantaleta según la cual Chávez es desde guerrillero de las FARC hasta su comandante en jefe, según el escalafón de sueldos de la CIA. Claro, si sostienes lo segundo, haces un ridículo mayor y por más que sea el esperpento se remunera bien, según algún arancel que un día la CIA develará, así como ha develado sus tropelías del pasado, de las que los sicarios se burlaron ampliamente. Igualito que cuando McLuhan da la razón a Allen. ¿Ves que sí pasa en la vida real? De paso, nótese lo lucrativo que puede llegar a ser no tener dignidad.
Así pasó con el pedido de sacar a las FARC de la lista de organizaciones terroristas. Uribe hizo toda clase de lobbies y concesiones para que la Unión Europea metiera a las FARC en esa lista. Dejó que los sicarios mediáticos se enronqueciesen diciendo de todo, en las contorsiones más risibles. Y de repente Uribe, en una de sus volteretas, les echa el vainón de declarar que está dispuesto a no repetir que las FARC son terroristas, con tal de que hagan gestos de paz. Ya hicieron uno con la liberación de Clara y Consuelo, ¿qué les cuesta hacer otros?
El término terrorista es como otros calificativos que el despotismo ha usado para perseguir. En una época se usaron los términos hereje, hechicero, bruja, etc. Más modernamente fueron términos como comunista, rojo, narcotraficante, trotskista, etc. Palabras que van cayendo en desuso, como titista, ¿alguien se acuerda? Hoy la clave para execrar a cualquiera es llamarlo terrorista. Para ese trabajo triste están los sicarios mediáticos, pobrecitos.
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