Por lo tanto, en el 2009, Cuba afronta sus propios problemas más los derivados de la situación compleja que se vive a nivel internacional. A pesar de las limitaciones que ello pueda representar para sus metas de desarrollo, Cuba posee una larga experiencia de cómo enfrentar las crisis más graves, como la ocurrida desde la década de los 90 a consecuencia de la caída del socialismo en la Unión Soviética y en el resto de los países del campo socialista. De modo que la dirigencia y el pueblo están preparados para sortear los escollos que se presentarán y mantener e incrementar las conquistas sociales.
Una nueva interrogante se plantea con la próxima asunción a la presidencia de Estados Unidos de Barack Obama. Como ha señalado Fidel nadie conoce o puede descifrar, a pesar de las promesas electorales, cuáles serán en definitiva los cambios que introducirá en la política exterior de la nación, pues están de por medio prácticas e ideas imperiales establecidas desde siglos. No obstante, Fidel ha planteado lo que es esencia de la política exterior de Cuba: la disposición de conversar en cualquier lugar y sobre cualquier asunto, pero sin condicionamientos ni posiciones que entrañen el ofrecimiento de garrote y zanahoria. Raúl ha ratificado esta política y ha enfatizado que ello no conlleve ni a la más mínima sombra de la soberanía del país.
El gobierno de Barack Obama debería comprender, si de buenas intenciones y de serias conversaciones se tratara, que en el pasado, a pesar de las diferencias sustentadas por los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, se acumulan algunas experiencias positivas que deben ser tomadas en cuenta. Entre estas merecen mención las siguientes:
Las diversas conversaciones sobre temas migratorios que derivaron en un acuerdo vigente para garantizar un flujo migratorio legal, que fue seguido de chequeos periódicos, aunque están suspendidos en estos momentos por el gobierno de Bush. En la práctica este acuerdo ha sido violado en numerosas ocasiones por las autoridades norteamericanas; el acuerdo adoptado para la creación de Oficinas de Intereses en ambos países, que aún está vigente, a pesar de las violaciones graves en que ha incurrido la representación en La Habana en lo que se refiere a sus funciones en el país; las conversaciones cuatripartitas que dieron término a la confrontación entre Sudáfrica y Angola, y que tuvo como resultados la garantía a la independencia de Angola, la concesión de la independencia de Namibia, el cese de la agresión militar de Sudáfrica y la retirada de las fuerzas militares cubanas en Angola, que tenían la misión de proteger la soberanía de ese país; la visita del ex presidente Carter a Cuba donde fue recibido con respeto y atenciones; el desarrollo de un comercio unilateral aprobado por el gobierno norteamericano en circunstancias de una catástrofe natural y aún mantenido, aunque bajo condiciones anormales desde el punto de vista de una práctica normal en el comercio internacional; las informaciones brindadas por las autoridades cubanas a las autoridades norteamericanas sobre el plan de asesinato contra el presidente Reagan, comprobado por éstas y con respuesta de agradecimiento al gobierno cubano.
En fin son hitos, muy pocos por cierto, ocurridos en este período de cincuenta años entre ambos países.
En conclusión, los acontecimientos pasan, han pasado y pasarán, al ritmo de un tiempo que parece no cansarse de verlos desfilar, con su carga de felicidad o tragedia. Actualmente, como en toda época anterior, existen deseos y esperanzas de buenos augurios y presagios de calamidades de todos los tipos. No es fácil predecir lo que deparará el futuro para cada rincón del planeta y en cada momento histórico. Pero a pesar de todas estas realidades, Cuba está preparada para lo peor porque siempre ha luchado por lo mejor. Esta es una verdad respaldada por la historia de la Revolución Cubana, un proceso revolucionario verdadero en el poder y que ha estado vinculado a la solidaridad internacional desde hace cincuenta años. Por eso vive en el corazón del pueblo cubano y en el de los demás pueblos del mundo. Por eso se le defiende como cosa propia en todas partes.