Era natural no pedir peras al olmo durante la administración Bush, pues tanto el Presidente Bush como su Secretaria de Estado Condoleezza, en su odio selvático por la Revolución Cubana, jamás tendrían un gesto de nobleza espiritual en las disposiciones que a ambos competían.
Por esa razón nunca me adherí a los llamamientos a estos personajes para que accedieran a lo que por derecho correspondía a los cinco Héroes cubanos encarcelados injustamente en los Estados Unidos. Comprendía que era una manera de presionarlos moralmente. Pero de ellos sólo era esperable la ruindad moral y el gesto despreciativo correspondiente.
Hoy no es ayer, y ahora en la época norteamericana inspirada en el We Can Change, el binomio es Obama e Hillary. ¿Habrá dentro de ambos una sensibilidad distinta a la de Bush y Condoleeza en cuanto a los asuntos humanos, al derecho natural de las personas y a la responsabilidad y actuación políticas?
Si se trata de implantar cambios en los Estados Unidos que resuelvan la crisis de imagen que afectaba y afecta a ese país, lo primero es que los nuevos dirigentes sean realmente lo más diferentes posibles que sus predecesores. Se imponen que estén presentes valores innatos y adquiridos en esas personas que las distingan sin género de dudas de quienes representaron el lado tétrico y oscuro de la política norteamericana.
Existe un asunto de política exterior, de derechos humanos y de derecho humanitario que involucra a sólo cuatro personas. ¿Qué significa el problema de cuatro personas en este mundo complicado, pudiera pensarse. Sin embargo, no se trata de una nimiedad cualquiera que Obama y Hillary, que son a quienes compete este asunto, pueden ignorar y dejar de afrontar. Porque en él están implícitos principios cardinales reconocidos por el derecho internacional y, además, por normas y cualidades éticas que guían las conductas de los seres humanos, desde simples ciudadanos hasta los gobernantes y otros funcionarios de los gobiernos.
Se trata de ser ruines o ser nobles, y eso no es cualquier cosa. Consiste en concreto de que durante más de diez años, el gobierno de Bush negó las visas a Olga Salanueva y a Adriana Pérez, las esposas de René González y Gerardo Hernández, dos de los cinco Héroes prisioneros en los Estados Unidos, para poder visitarlos en las cárceles, donde cumplen respectivamente sanciones de 15 años y 2 cadenas perpetuas. Las razones esgrimidas para ello, peligro para la seguridad nacional, sólo caben en mentes viles y almas carcomidas por la insania vengativa.
No se espera que Obama y Hillary sean igual que Bush y Condoleezza, y están hoy en esas posiciones porque prometieron cambios que enrumbaran a su país por mejores derroteros y rescataran su imagen de gran nación. Por tanto, no pueden dejar intacta ni mantener la negativa de prohibir que Olga y Adriana visiten a sus esposos en las cárceles después de más de diez años.
Tampoco pueden mantener los obstáculos para que sus ancianas madres y padres y otros familiares les visiten a los 5 Héroes con una mayor frecuencia a la actual.
Y no se trata que esta cuestión requiera de un año para analizarla y resolverla, al igual que la eliminación de la prisión de Guantánamo. Se trata de restablecer en forma inmediata la legalidad violada por el gobierno anterior, y rectificar una política inhumana y atroz que contraviene la legislación norteamericana y la internacional en esta materia, referida al derecho de los prisioneros y sus familiares.
Ese amor de pareja que Obama y Michelle reflejan en los medios de comunicación, fortalece la imagen de ambos; ese amor de Clinton y Hillary, puesto a prueba durante el largo y escandaloso proceso del impeachment contra Clinton, y quien tuvo en Hillary, a pesar de pecadillos y traiciones, el respaldo moral que necesitaba y que jugó un papel decisivo en los resultados finales del caso; esos amores de allá, del Norte, no pueden ser para vitrinas propagandistas ni para sacarles partido para un interés estrictamente personal o público. En ellos debe haber consecuencia, coherencia y compromiso en la defensa de esos valores que también sol válidos para el resto de las personas, sean o no ciudadanos de su país.
Si Hillary fue capaz de defender a su esposo en esas circunstancias de cuitas y crisis moral de Clinton por las razones conocidas del caso Lewinsky, ¿cómo asumirá una posición contraria a que Olga y Adriana defiendan el derecho de sus esposos a mantener su dignidad, pues en estos casos no existen deslealtades por el medio, y a defender el amor con los encuentros en las cárceles, a los que tienen pleno derecho desde siempre. La prolongación del status prohibitivo de concederles las visas a dos mujeres admirables y leales, sería mantener en la Secretaría de Estado la política de témpano de hielo espiritual y moral de Condoleezza y de su devoto patrón George W. Bush.
Por otra parte, Hillary que compartió con Clinton las interioridades del caso Lewinsky, que debió compartir aspectos diversos del caso de Elián González, quizás no haya tenido oportunidad de conocer ni intercambiar con Clinton aspectos claves relacionados con el caso de los 5 Héroes cubanos, una herencia deshonrosa que en su momento dejó flotando y que ahora está en manos del presidente Obama.
Hillary podría preguntar a su esposo sobre su papel en la ocasión en que Fidel le transmitió un mensaje sobre los planes terroristas contra Cuba a través de Gabriel García Márquez. Podría pedir que le narrara todo lo relacionado con el envío a La Habana de una delegación del FBI, y a la cual las autoridades cubanas atendieron correctamente y le proporcionaron cuantas informaciones y detalles eran indispensables para identificar a los personajes y sus guaridas y descubrir los planes concretos de los grupos terroristas que operaban desde Miami.
Hillary podría conversar, en la intimidad del hogar, sobre el compromiso que hiciera el FBI de informar a su gobierno y, además, en un gesto de reciprocidad, informar a las autoridades cubanas sobre sus actuaciones posteriores. Algo que nunca hicieron. Sin embargo, a los tres meses apresaron a los 5 Héroes cubanos y los acusaron de espías.
Lo triste del caso, o mejor lo deshonroso del caso, es que William Clinton no movió ni un dedo para mostrarse caballeroso y honorable ante el intercambio que propició con el envío de la delegación del FBI a la Habana sobre el tema de acciones terroristas planificadas en territorio norteamericano.
Hillary está en condiciones, pues, de conocer antecedentes importantes sobre los 5 Héroes, a través de las confesiones de Clinton en el ambiente hogareño, y conversando sosegadamente.
Quizás entonces Hillary podría entender mejor la justeza que hay en los reclamos de los familiares y del gobierno de Cuba en relación con los 5 Héroes y la autorización de visas para Olga y Adriana.
En conclusión, se impone una pronta directiva o normativa de Hillary en la Secretaría de Estado, y ratificada por el presidente Obama, para permitir el otorgamiento de las visas y la autorización de las visitas de Olga y Adriana. Esta debe incluir también al resto de los familiares para visitas más frecuentes. Se justifica esta actuación porque es un reclamo de la ley violada y de la conciencia moral deshonrada. La vindicación de ambos no afectará a Hillary ni a Obama ni a los Estados Unidos. Será la confirmación de que la hora de cambiar ha dado su primera campanada en el caso de los 5 Héroes. Después quedarían las otras horas de cambios para dar paso a la luz del día y dejar atrás la noche oscura de estos diez años de tinieblas de la era Bush.
(1) Profesor de Mérito
(2) Se permite la libre reproducción de este material
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