“La Gwadeloup
sé tannou / la Gwadeloup a patazo / Yo péké fé sa yo vlé / Adan
péyi annou”: Guadalupe es nuestra/ Guadalupe no es de ustedes
[los franceses] / Ustedes no pueden hacer lo que quieran / en este
país que es el nuestro, cantan en creole los manifestantes de Guadalupe,
“Región Ultraperiférica” (RUP) en huelga general desde el pasado
20 de enero. Una protesta que empezó siendo económica y que ya es
abiertamente independentista.
En otra RUP
francesa, Martinica, en huelga general desde el 5 de febrero, se ha
suspendido el carnaval por primera vez desde 1902. Y Francia responde
como siempre: mandando más policías armados hasta los dientes, que
ya se han cobrado la vida del dirigente sindical guadalupeño Jacques
Bino. También en mayo de 1967 una huelga en Guadalupe por aumento de
salarios concluyó con 87 muertos tras tres días de feroz represión.
En noviembre,
la huelga general de la Guayana francesa paralizó la colonia durante
14 días. Los guyaneses lograron en gran parte sus objetivos relacionados
con medidas sobre precios: del combustible, alza exagerada de los precios
de productos de primera necesidad, desempleo, promesas sobre mejoramiento
en algunos servicios. Pero ahora vuelven a producirse nuevas manifestaciones.
El movimiento
se extiende a otra RUP: en la isla de la Reunión, en el océano Índico,
se ha convocado huelga general a partir del 5 de marzo. En las cuatro
colonias francesas el paro alcanza el 20% de la población. La riqueza
está concentrada en una minoría, los békes, herederos de los
esclavistas blancos, que hace de intermediaria con las multinacionales
europeas.
El modelo del
conflicto es el mismo: una huelga de todo un pueblo, por reivindicaciones
base contra la explotación extrema a que son sometidos como colonias,
contra el alza de precios, lucha contra la venta de productos con costos
añadidos por transportes (aquí le llaman el “coste de la insularidad”)
muy superiores a los reales, contra la venta de los productos con márgenes
comerciales exagerados, y por que se deje de permitirles a los grandes
capitalistas locales unas ganancias especulativas usureras.
Tal y como
señalan nuestros camaradas de Guadalupe, la crisis actual viene dada
por:
• La quiebra
de la gobernación política basada en la mentira.
• La quiebra
del sistema de economía subvencionada que ha desarrollado un capitalismo
parasitario.
• La maduración
de las contradicciones entre los intereses de los trabajadores y del
pueblo de una parte y los capitalistas europeos y locales, por otra
parte.
Es por eso
que en cada uno de estos conflictos se pasa de las reivindicaciones
específicas inmediatas a la reivindicación independentista, constatando
así que la solución pasa por la descolonización. Las manifestaciones
multitudinarias y con las ideas claras vencen el intento de los colonizadores
de presentarlas como meramente economicistas.
La unidad de
la población de estas colonias en sus planteamientos y movilizaciones
no se puede explicar sino por la conciencia que están tomando sus pueblos
de que la lucha contra la crisis -desempleo, bajos salarios, altos precios
de los combustibles, especulación y explotación extremas, rebaja en
la calidad de los servicios, discriminación a los nativos, desatención
por la metrópolis de los problemas de las colonias- va unida a la lucha
por la independencia y, a la vez, contra el capitalismo.
Curiosamente,
en otra RUP, Canarias, el paro oficial está cerca del 22%. Una minoría
del 0,2% de la población controla el 40% del PIB. Esa minoría hace
de intermediaria y comisionista para las grandes multinacionales europeas.
Ciertamente, no se distingue por su color de piel, y aquí la potencia
colonizadora no es Francia sino España. Pero la situación económica
se complica tanto o más, con más de seiscientas mil personas bajo
el umbral de la pobreza y el monocultivo del Archipiélago, el turismo,
severamente amenazado por la recesión.
En todos los
casos, las leyes europeas y el saqueo por parte de las grandes corporaciones
de la metrópoli, especialmente las financieras, son el obstáculo que
impide un desarrollo equilibrado y el establecimiento de un modelo económico
autocentrado y no dependiente. Lo peor es que el colonialismo nos amarra
a una situación sin salida, sin otra perspectiva que la resignación
y la desesperación. Y todo ello, como insisten los gobiernos de París
y de Madrid, en defensa de “las instituciones democráticas” y del
“Estado de Derecho”.
Mientras los
colonialistas y sus marionetas insisten en la “españolidad” del
Archipiélago, se hace inaplazable el momento de proclamar que Canarias
es nuestra. Nuestra, de las trabajadoras y los trabajadores canarios,
y no de ustedes, explotadores, sean españoles, europeos o béques.
Y de trabajar para poner en pie un amplio Frente de Liberación Nacional que
aglutine a las fuerzas populares, a quienes están dispuestos a abrir
paso al futuro. Ya es hora.
(*) Teodoro Santana es militante del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)