El “Gatopardismo” es una práctica política que, frecuentemente, es utilizada por los políticos de las derechas y los “ni-ni”. Esa propuesta, cínica, que manifiesta que “…para que nada cambie debe cambiarse todo…” siempre ha sido una praxis política que ha permitido engañar a los pueblos-sociedades en el marco del sistema capitalista, independientemente, de la fase en la cual se encuentre el desarrollo del capitalismo sea este desarrollo en la “metrópolis” y/o en las colonias en Dependencia. Por contrario, los políticos que en su quehacer político se oponen y/o no practican este tipo de accionar político, son, evidentemente, los políticos de izquierda, los políticos que están en permanente evolución intelectual y en constante practica a favor de las sociedades-pueblos.
El “Maquiavelismo” es una doctrina política florentina/renacentista aplicada por “El Príncipe” quien buscaba separar la ciencia política de la “moral” y de la “religión” que, por ironía, buscaba el poder de la Iglesia para consolidar la “raison d`Etat” conjuntamente con el uso de las armas. Cuando se interconectan el “gatopardismo” y el “maquiavelismo” de lo único que podemos estar seguros es que desconocemos como va a terminar esa comandita.
La Ciencia Política y la Ciencia de la Historia van a tener material (“hechos históricos”) cuando comiencen, en la tranquilidad de la “pax colombiana” (una vez se alcance), a analizarse los comportamientos, declaraciones, actitudes y lenguajes hermenéuticos de los dos muy importantes políticos colombianos; nos referimos a don Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos. Permítasenos hacer esta referencia. El Dios Padre y el Dios Hijo son Una y Sola Persona; el Espíritu Santo es la Conciencia y juntos conforman la Trinidad Santísima y nosotros, los mortales, existimos porque Dios Padre nos piensa. Quizás les suene algo complejo pero pareciera que es la Verdad.
Humanizando lo arriba expuesto, podríamos decir que hay una trinidad humana en la relación Uribe-Santos-Washington y la sociedad colombiana son los espectadores de ese tragedia griega. ¿Cómo humanizamos, moral y éticamente, esa relación humano-divina en una praxis realista y moderna que sea bienestar para la sociedad colombiana?
Lo primero que tendríamos que aceptar es que se da, en la relación Uribe-Santos, una relación dialéctica y comprensible además de lógica y natural político-ideológica en el marco de la ideología “rerumnovarum” donde las creencias católicas son factor fundamental e imprescindible en la conjunción del pensamiento entre ambos actores políticos. Podríamos decirlo con formas sencillas; ambos políticos son anti-comunistas radicales y militantes al mejor estilo falangista.
Queda la pregunta ¿Por qué esa debilidad por las políticas de “persecución en caliente” y de “legítima defensa”? La primera, “persecución en caliente”, fue una propuesta, a la cual se negó Venezuela, que buscaba, aparente y en última instancia, enfrentar, conjuntamente, los llamados “subversivos”, es decir, los miembros de los ejércitos de las FARC y del ELN.
La tesis de “legítima defensa”, la cual se alega sea aceptada en el marco jurídico internacional (gracias a la bendición de George W. Bush), implica, como se conoce, en su praxis, la violación de las soberanías nacionales bajo la argumentación que los enemigos del status quo colombiano deben ser perseguidos, cazados y eliminados bajo las tesis anti-terroristas post 11-S cuando se encuentren fuera del territorio nacional colombiano.
La pregunta que nos embarga en inquietud sería ¿esa supuesta tesis jurídica alegada por Juan Manuel Santos bajo que paradigmas éticos-morales fue concebida? Leamos la siguiente frase: “Any law, international or municipal, which prohibits recourse to force, is necessarily limited by the right of self-defense...” (“...Cualquier ley, internacional o municipal, que prohibe el uso de la fuerza, es necesariamente limitante al derecho de la auto-defensa…”), en “The Human Right of Self-Defense” cuyos autores son David B. Kopel, Paul Gallant2 & Joanne D. Eisen. Junto al comentario precedente, moralmente, es derecho divino, la auto-defensa cuando desde territorio no nacional se producen actos de guerra y/o de violencia que alteren la paz y la prosperidad nacional del país afectado.
En el marco de esta discusión, cabría la pregunta, aun y cuando las tesis de la seguridad nacional fuera diseñada, promovida y ejecutada por los Gobiernos de los Estados Unidos de América y países europeos ¿Por qué Juan Manuel Santos, como católico practicante, sustenta su ideario de la “auto-defensa” y todas las consecuencias objetivas que promueve un acto bélico de esa naturaleza? Es conocido el carácter mesiánico de George W Bush y sus frecuentes referencias a los textos bíblicos. En ese marco, se debería tener, permanentemente, presente las relaciones, intimas, por demás, de Ronald Reagan y Juan Pablo II y sus cruzadas anti-comunistas en Europa.
Conjuntamente ¿Está proponiendo Juan Manuel Santos una cruzada teológicamente católica contra aquellos factores políticos que son y estarían cerca de las praxis socialistas y/o marxistas? En el marco de esa supuesta cruzada ¿no se inscribe el envío de tropas colombianas a Afganistán para combatir la producción, producción y tráfico de opio, heroína y demás derivados alucinógenos cuando es públicamente conocido que la producción de amapolas y sus derivados en Afganistán han aumentado sustancialmente? ¿Cuál sería la diferencia en las políticas implementadas por José María Aznar en sus apoyos e incursiones en Iraq con las actuales actitudes de Juan Manuel Santos? ¿El Gobierno de los Estados Unidos de América ha cambiado a Aznar por Santos? Si ello es como lo proponemos ¿Cuál serían las funciones geopolíticas y geoestratégicas del Gobierno de Colombia en el ámbito caribeño y suramericano?
Ahora regresemos a don Álvaro Uribe Vélez ¿Es la Política del Estado Colombiano ir en comandita con la Política de Estado de los Estados Unidos de América? Fíjense que decimos Política de Estado y no política de gobierno porque si no sería imposible entender las contradicciones en las declaraciones de ambos funcionarios del gobierno colombiano: el señor Presidente y el ministro de la Defensa. Bien ¿Qué buscaría esa Política de Estado en connivencia con la de los Estados Unidos de América cuando, se supone, el objetivo militar-político son los ejércitos, históricamente, insurrectos por razones socio-económicas y políticas presentes en la Historia colombiana?
Cuando Juan Manuel Santos propone aplicar las tesis de la “legítima defensa”, es decir, repetir los escenarios que se desarrollaron cuando los ejércitos colombianos y norteamericanos, directa e indirectamente, violaron la soberanía del Ecuador, sin especificar en cuales países aplicaría las tesis referidas y las consecuencias que las mismas tendrían, dichas declaraciones que son públicas y oficiales por que Santos es miembro del Gabinete del Gobierno de Uribe Vélez, obliga al conjunto de países del Grupo de Rio, la UNASUR, y la OEA se verían obligados, en las reuniones correspondientes, emitir una declaración oficial.
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