Un acontecimiento contemporaneo que puede tener la dimension emblemática de Caida del "Muro de Berlin" (1989), es sin duda, el lastimoso anuncio de la GENERAL MOTOR CO. , asentado en la ciudad de Detroit, USA, de que se acogerá hoy a la a las leyes de protección por bancarrota, en un intento– seguramente fallido -, por salvar este antiguo brazo global del imperialismo norteamericano.
Casi en silencio, con notas de prensa “afeitadas” de todo sensacionalismo por las multinacionales de la información y sus “repetidoras” del vasayaje comunicacional del planeta, el emporio empresarial norteamericano General Motor, se desploma sobre sus propios "pies de hojalata", ante el ataque trinfante de los fabricantes de autos japoneses, koreanos y chinos y la presion de sus acredores, quienes no creen que su paquidérmico cuerpo pueda erguirse, nuevamente, como campeón de las 4 ruedas.
La General Motor Co., emblema del triunfante capitalismo norteamericano del siglo XX, que llegó a convertirse en el principal productor de vehículos del planeta, termina por sucumbir ante los efectos de una ruinosa economía norteamericana que alejó, aún más, a los clientes de sus autos derrochadores combustible cada vez más caro y, de la impagable deuda financiera, pese a la multimillonaria infusión de dinero (cerca de 30.000 millones de dolares) que el gobierno de Barak Obama sacó del erario publico, para tratar de evitar la vergonzosa imagen de la derrota del capitalismo industrial norteamericano.
Pero si vergonzosa es esta “historia de una quiebra anunciada”, (cayó sin dispararse un tiro, como el Krenlim) mucho más lo es que el mismísimo gobierno Barak Obama, que se le pasa condenando al gobierno del comandante Hugo Chávez Frías por las nacionalizaciones de empresas para fortalecer la economia nacional y construir un nuevo modelo productivo; ahora se convierte en nada más y nada menos que en PROPIETARIO MAYORITARIO de la General Motor, al adquirir el 60% de sus acciones, con recursos provenientes de fondos públicos, tan necesitados para mejorar el sistema educativo público, la seguridad social y el servicio médico de decenas de millones de norteamericanos que viven por debajo de la pobreza.
Pareciera que estos tiempos vividos y por vivir son del desplome de los atajos de la historia que pretendieron burlar la voluntad general de los pueblos y de la Humanidad y que, en medio de estas fuerzas telúricas, emergerán nuevos horizontes que bañarán de esperanza y utopias los sueños imperecederos de la sociedad de los Justos que poblaran el planeta Tierra.
Digo con Neruda: “Confieso que he vivido”
yoelpmarcano@yahoo.com
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