El manejo del Departamento de Estado de los estadounidenses, es altamente jodedor y esto lo digo, porque ellos se aíslan de las ciudadanas y ciudadanos en función de poder agredir de un modo permanente. ¿Cómo es eso de que están preocupados por “acciones recientes de algunos gobiernos de la región que afectan la libertad de expresión y el trabajo de la prensa independiente”.
Esta es la parte más cómica que hemos escuchado en los últimos tiempos, algo así como Stan Laurel y Oliver Hardy. En realidad sentimos penas por esos funcionarios que, por un sueldo, deben asumir esas declaraciones sin sentido, porque habría que investigar, mucho antes que nada, como se mueve la prensa en los estados unidos, de qué manera se autocensuran o son censurados por el llamado departamento de estado.
Pena, pena penísima, la de tener vecinos de tal naturaleza. No tanto por las ciudadanas y ciudadanos de ese país, sino por dejarse gobernar de esa manera.¿Cómo pueden los estadounidenses soportar tanta vejación alumbrada por las cortinas de Hollywood?
Siento respeto por mi país y desearía que los estadounidenses sintieran por su tierra y que no se dejaran embobar, mejor dicho, engañar por la publicidad, la televisión y el cine, por aquella mentira despiadada de que el mundo es el del comercio, el de la inversión, el del capital, de la ganancia fácil y esas cosas que hoy día los han dejado en la ruina, sin dinero, sin casas ni empleo.
Si siguen creyendo en eso, los estadounidenses se convertirán en creyones, lo malo es que no podrán dibujar, porque hasta les será difícil comprar papel para dibujar.
A veces nos sentimos exhaustos al pensar por qué los ciudadanos estadounidenses siguen tan atontados, que no logran entender la vida, sino que siguen pensando que, la vida, es precisamente beber, tener riqueza, jugar video, ir a Las Vegas, comprar automóviles, hacer sexo a al cumplir 16 años y usar condón, ponerse un pantalón de plástico o de goma, mascar chiclets y creer, realmente, que podrán ser como superman, flecha verde o los cuatro fantásticos.
¿Qué diablos le han hecho a esas ciudadanas y ciudadanos de ese gran país? ¿Cómo es posible que las corporaciones de Las empresas de hamburguesas, de quesos, refrescos, lápices, franelas, guitarras, palomitas de maíz, gorras de peloteros y otras tantas basuras se vivan a las personas.
Eso, realmente, no se entiende. Es imposible creer que a los muchachos le metan ese embuste de que van a la guerra a luchar por su país, cuando llevan sus hijos directamente a la agresión y a morir en cualquier parte del mundo. ¡Por el amor de Dios! ¿Qué han hecho con ese país los adoradores del oro, el poder político y militar? ¿Saldrán ilesos ante Dios?
