A propósito del día del periodista

Autopsia moral de los cadáveres de mi gremio

"SOMOS LIBRES, ESCRIBIMOS EN UN PAÍS LIBRE, Y NO NOS PROPONEMOS ENGAÑAR AL PÚBLICO. NO POR ESO NOS HACEMOS RESPONSABLES DE LAS NOTICIAS OFICIALES; PERO ANUNCIÁNDOLAS COMO TALES, QUEDA A JUICIO DEL LECTOR DISCERNIR LA MAYOR O MENOR FE QUE MERESCAN. EL PÚBLICO ILUSTRADO APRENDE MUY PRONTO A LEER QUALQUIER GAZETA, COMO HA APRENDIDO A LEER LA DE CARACAS, QUE A FUERZA DE EMPEÑARSE EN ENGAÑAR A TODOS HA LOGRADO NO ENGAÑAR A NADIE".
CORREO DEL ORINOCO, 1818
ANDRÉS RODERICK, IMPRESOR DEL SUPREMO GOBIERNO

Al cumplirse este 27 de junio 192 años de la aparición del Correo del Orinoco, nada más propicio para celebrarlo que acometer la ingrata tarea de exhumar a los muertos que matan al gremio, muertos que, como en las obras de Corneille y Zorilla, gozan de muy buena salud.

Sabíamos que la cara oficial del gremio en el Zulia, el CNP, estaba muerto, pero nunca nos imaginamos que se llegaría a la necrofílica osadía de sacar de sus sarcófagos a los cadáveres de sus anteriores secretarios para protagonizar un inusitado thriller a lo Jackson, y bailar frente a las cámaras en dantesca rueda de prensa, donde aullando y gruñendo destaparon las supuestas pestes de la propuesta de constituyente gremial y pretendieron asustar con sus órbitas sin ojos a quienes osan convocarla.

Procede entonces, la autopsia moral de los cadáveres mencionados.

Los cadáveres que hablan de libertad de expresión son los mismos adecos y copeyanos que presenciaron callados los desmanes de la cuarta república, que naciendo suspendió las garantías y decretó una ley mordaza para acallar a los medios en una supuesta defensa de la novísima democracia. Uno de los difuntos insepultos dijo que se quiere matar al mensajero, es decir, al CNP, por decir la verdad; de matar mensajeros saben los adecos, que en el gobierno de Leoni asesinaron en su celda –colgándolo con una corbata después de torturarlo- al periodista Fabricio Ojeda, mensajero de un mundo mejor y más justo (por cierto, quien lo delató fue un colega tarifado del gobierno, Mario Matute Bravo).

Son los mismos que no dijeron nada cuando los medios vetaron de por vida a Luis Herrera por las medidas de control que tomó contra la televisión, atacando la difusión del consumo de licor y cigarrillos y la chabacanería en su programación. No salieron de sus tumbas cuando Lusinchi mandó a golpear al anciano Sanín por escribir un artículo en su contra, o cuando la Disip interrumpió la rueda de prensa de la primera dama Gladys de Lusinchi, quien pretendía denunciar las consecuencias nefastas del barraganato Lusinchi-Ibáñez.

Tampoco dijeron nada cuando en 1992 Carlos Andrés Pérez mandó a los diarios censores para controlar la información luego de la rebelión del 4F, e incluso apoyaran la candidatura de uno de ellos, Pedro Pablo Alcántara, a la Asamblea Nacional. A estas calaveras descerebradas se les olvida que fue el Bloque de Prensa Venezolano, sus aliados de hoy, los que en 1994 pidieron la nulidad por inconstitucionalidad de la Ley del Ejercicio del Periodismo, en cuya ratificación, 10 años después, el TSJ fue claro al señalar “que las personas pueden acceder a los medios a expresar sus ideas, pensamientos, creencias u opiniones, siempre que no invadan el ámbito de la función periodística, y que si no se les permite quien viola la libertad de expresión son dichos medios”.

En ese mismo año, 1994, quien esto escribe fue atacado por el ejército de cadáveres en posesión del CNP Zulia en ese instante. Me citaré a mi mismo, en artículo publicado el 14 de agosto de 2007 en Aporrea:

“Corría 1993, y mientras recibía mi título de comunicador social en LUZ, una llamada me conminó a laborar con el naciente gobierno regional de la recién electa Lolita Aniyar de Castro. Parecía una buena oportunidad, pues ya los vientos de revolución comenzaban a soplar. Lo primero que nos conseguimos en la Oficina Regional de Información fue una larga nómina fantasma de más de 100 periodistas de distintos medios de la región que cobraban mensualmente por sus favores con el extinto gobierno regional del dipsómano Oswaldo Álvarez Paz. Mi primera reacción y propuesta fue la necesaria divulgación de aquella lista, para tratar de comenzar a sanear el periodismo zuliano de tanto palangrista. Para mi sorpresa, la propuesta fue negada, pues significaba “echarse encima” a todos los medios de la región, los cuales ya estaban en contra de dicho gobierno, por no ser ni adeco ni copeyano.

Con una copia de la lista y otras denuncias nos fuimos a la Convención Nacional de Periodistas en Monagas. Allí estaban, con la delegación de Caracas, grandes luchadores del gremio como Desirée Santos Amaral, Vladimir Villegas y Jesús Romero Anselmi, entre otros, quienes nos exhortaron a hacer públicas las denuncias. Por una serie intrincada de presiones políticas y otros eventos, las denuncias no salieron a la luz.

Luego intentamos tomar el control del gremio en el Zulia, con una plancha alternativa en las elecciones, pero ya los milagros de la cuarta en extinción comenzaban a aparecer, dándose la unión electoral inédita, inusual e inesperada de AD y COPEI, quienes desde sus flamantes cargos y por las viejas denuncias, y otras nuevas, me pasaron a Tribunal Disciplinario –ellos señalaron que la razón había sido un texto del programa de un evento regional donde señalé que el periodismo zuliano tenía verrugas (¡!)-. En esa ocasión les dije: “me siento orgulloso de ser perseguido por ustedes”, me levanté y no volví jamás a las entrañas gremiales de esta profesión”.

Ciertamente, los cadáveres que hoy se llenan sus jetas desdentadas defendiendo la libertad de expresión (saludos, Margarita Sánchez), quisieron juzgarme hace 16 años por decir, el 30 de junio de 1994, en un texto de un díptico divulgativo del Encuentro Nacional Periodismo y Futuro (no en un medio), lo siguiente: “un encuentro para conversar sobre el periodismo del futuro puede darnos algunas respuestas. Para efecto de mayor contraste, el sitio donde comenzar a buscar esos puntos básicos de discusión debe estar ubicado al borde la frontera entre lo que somos y lo que queremos ser. Nada más apropiado que Maracaibo, el Zulia, una tierra donde parte del periodismo muestra concentradas todas las verrugas que, en el país, afean el rostro del ejercicio de la profesión: mediocridad, bajo nivel intelectual, corrupción y, sobre todo, un olvido sistemático de los valores éticos, de servicio social, de democratización de la información, de apoyo al colectivo, que deberían, en principio, caracterizar al periodismo”.

Lo anterior les pareció un ataque al gremio y una falta de ética, pero se confabularon para evitar que denunciáramos a los colegas palangristas. ¡Como se desborda la ética de sus ataúdes! Hoy, sus cuerpos sin carne moral me amenazan de nuevo. Aquí, donde siempre, los espero.

Los muertos, cercana la medianoche de su eclipse moral, advierten sobre un CNP al servicio del gobierno. ¡Coño, si estuvo al servicio casi desde su fundación de cuanto gobierno, local, regional o nacional hubo en la Cuarta, mientras se bajaran de la mula! ¿Se les olvida que era la OCI, antiguo ministerio de información, quien financiaba sus fastuosas convenciones, verdaderos aquelarres de licor y putañería?

(Si no me creen, cito esta perla que poseo en mi haber: una carta dirigida al licenciado Guillermo Álvarez Bajares, para ese entonces presidente de la Oficina Central de Información y vocero oficial del gobierno, fechada el 7 de julio de 1992, donde la directora de la Escuela de Comunicación Social de LUZ le hace llegar una postulación a la Convención Nacional del CNP de ese año, según solicitud de la profesora Isis Bracho, una de las que hoy vocifera por la intervención gubernamental en el gremio, pero que en ese momento veía como normal que el Gobierno de Carlos Andrés Pérez financiara la Convención).

El olor a formol me empieza a marear, no continuaré por ahora con la autopsia moral de los cadáveres de mi gremio, que hoy decretan emergencia ante la constituyente gremial como quien se echa un balde de agua encima antes de salir a la lluvia. Solo me resta pedir, como regalo del Día del Periodista, que por mi bien y el de todos mis colegas, le den cristiana sepultura a sus muertos, porque ya la hediondez no se aguanta.

(*) Periodista MPR Fabricio Ojeda

periodistasrevolucionarios@gmail.com


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Rafael Boscán Arrieta

Periodista y Docente universitario

 boscan2007@gmail.com      @raboscandanga

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