Eso me seduce; hoy en la mañana oí-mientras yo hacía oficios del hogar, es decir, preparar un pescado-la conversación que sostuvo José Vicente con Chávez.
Os advierto que en el escenario de ese programa hay una imagen que no me gusta ver, se trata de una figura con una máscara bien fea y que me asusta mucho, pienso que se trata de Ismael GarCÍA enmascarado, por lo que ordené subir el volumen del bicho, mientras yo trabajaba bien bueno mi cuestión, sin ver, solamente oír.
José Vicente Rangel debería despedir a quien le prepara esa cuestión tan fea, y, en su lugar contratar a otra persona que le ponga, por ejemplo, la “Galarina” de Salvador Dalí, en la que Gala exhibe una teta tan buena que eso sí da gusto.
Directamente al grano, estimo que José Vicente y Chávez hoy sonaron como dos gallos de alta pelea, dicho esto en el mejor sentido de la expresión. Dialogaron acerca del mito y de la verdad, de lo insustancial y de lo necesario, de lo relativo y de lo concreto, de los valores transitorios y de los valores permanentes, de lo que está “cabezapabajo” y etc y de lo que debe hacerse para enderezar entuertos.
Creo que se trató de un careo entre el mejor entrevistador y el mejor entrevistado de Venezuela, al menos respecto a lo poco que yo he visto durante el presente año.
Admito que no pude seguir toda la secuencia de la entrevista porque un camarada bien fastidioso vino a interrumpir la vaina pero, sí pude percatarme de las preguntas finales de la referida entrevista y de las respectivas respuestas y, al respecto, pienso que uno y otro estuvieron impecables.
Una pregunta inteligente siempre comporta la esencia de la respuesta, es algo como abrir una puerta para que alguien o algo entre pero, sin manipulación, de eso se trató.
Por su parte, José Vicente, como verdadero periodista, suele ponerle un “peine” a su entrevistado y lo deja hablar y ahí precisamente han caído mansitos muchos escuálidos como Eduardo Fernández y otros, que quedan desnudos y dan pena.
José Vicente sabe que nosotros-el pueblo trabajador- juzgamos, y esa es una de sus grandes virtudes, no apabulla a nadie pero lo escarba y nos lo pone en bandeja.
Esta vez, le tocó al “cocopelao” quien demostró que no tiene caspa (en la lengua) por lo que José Vicente se quedó con el “peine” en la mano.
¡¡¡Tablas!!!
