Entre los autores
disociados y tragicómicos de “El Nazi-onal”, se encuentra una fulana Milagros
Socorro, cuyo apellido le viene al dedo porque –sans doute- podríamos esgrimir
que su sindéresis está “de socorro” y a punto de hundirse cual Titanic. Si no
le falta un tornillo, está en proceso. Por ello, uno no deja de otorgarle
certeza a la sabia frase popular: “¡Chávez los tiene locos!”.
El día 22 de
abril de 2012, en la página A-10 de Opinión, Milagros Socorro publicó –á la
légére- un compendio de espasmos sintagmáticos alejados en demasía del
raciocinio y más cercanos a la camisa de fuerza de la torpeza política, humana.
En el texto, con el preocupante título de “Dejarse penetrar”, Socorro pretende
consumar un “sicariato moral” en contra de Nicolás Maduro al usar como patíbulo
improvisado su infeliz recoveco literario. Para sustentar a duras penas sus
maniatadas tesis de “locódromo”, Socorro se explaya más en la ofensa barata, la
descalificación arrastrada y el chisme de peluquería, que en la dialéctica
científica. Ella es espejo de una “oh-posición” igual de inepta y superficial:
la derecha es una oda a la vacuidad discursiva y Socorro chapotea en la bilis
de sus vocablos insolentes. Evidentemente, Maduro cometió un reprochable desliz
–políticamente incorrecto- al proferir el término “mariconsón” al candidato del
“chocolate dulcito”, Capriles Randonski, sin embargo, la obsesión y
ensañamiento de Milagros Socorro en desmedro del Canciller de la República,
desnudan la falta de ¡penetración! que ha tenido la sensatez humana en el
cuerpo y el cerebro de la citada ensayista.
En el primer
párrafo de “Dejarse penetrar”, Socorro inaugura con solemnidad de alcantarilla sus
letras infames: “Hace unos días el canciller Nicolás Maduro quiso provocar a
Henrique Capriles Radonski refiriéndose a él como “mariconsón”. Como es su
costumbre, el candidato de la Unidad Democrática [¿?] ni se sintió aludido ni
se distrajo de su campaña, con lo que el antiguo conductor de autobuses [¡!]
quedó solo, lanzando puñetazos a la sombra (…)”.
Milagros Socorro utiliza
el desafortunado vulgarismo espetado por Maduro para hacer catarsis, dejando
fluir su temperamento fascista y clasista; al pretender insultar al Canciller
por haber manejado Metrobuses en algún momento de su vida laboral, Socorro destila
su odio y desprecio hacia las capas populares. Olvida la periodista que el
trabajador, sea portero o zapatero, merece respeto y consideración por ser una
persona que desarrolla una actividad loable para ganarse el pan de cada día.
Imaginamos que Milagros Socorro considera “chusma” a los choferes de autobús,
taxistas, vigilantes y sus derivados, ¿no? Total, son entes inferiores que hay
que mirar por encima del hombro. ¿Será que su papá fue astronauta y sembró
hortalizas en la Luna? Ella, como otros, interpreta el papel de tapete
aromatizado donde se despliegan los silogismos de la burguesía y su entramado
de anti valores: la farsa de la intelectualidad plutocrática. ¡Aplausos! Otro
detalle: no estaríamos tan seguros de que Capriles no se haya sentido “aludido”
por las palabras de Maduro con respecto a su hombría. El candidato del “chocolate
dulcito” luce más angustiado por demostrar que le gustan las mujeres, que por
presentar una propuesta de gobierno convincente al electorado nacional. Te aclaramos,
Milagros: los únicos que están solos y peleando con la sombra, son los de la
Mesa Tricolor. ¡Saben la derrota que les aguarda!
En el segundo
párrafo de “Dejarse penetrar” avistamos sandeces como: “(…) Al echar mano de un
término completamente ajeno al habla local [mariconsón], Nicolás Maduro ofreció
una demostración patética de la dependencia del régimen chavista frente a Cuba
(…)”. Más adelante: “(…) Una entrega tan
absoluta y acrítica que es comparable a la rendición erótica [¡!] (…)”. ¡Ojo!
La pasión desmedida de Milagros Socorro por Chávez y Fidel (¿Maduro, también?) no
termina allí, ¡hay más! Al comentar la “velada” de los Comandantes en agosto de
2006, después de que Fidel estuviera muy grave y Chávez lo fuese a visitar al hospital,
Socorro empuña su pluma infectada de reconcomio –a falta de penetración… ¡de
sensatez!- y transcribe: “(…) ‘Fidel esperó a Chávez en el lecho’, cotilleó el
Granma, órgano de prensa oficial. Y se incluía una foto donde aparecían los dos
comandantes uniendo sus manos en el mango de la daga de Bolívar, de tal guisa
que parecía una pareja del mismo género en trance de contemplar un falo (…)”.
Por lo visto,
Socorro libera en sus imbecilidades narrativas sus frustraciones íntimas y sus
objetos de placer solitario, lo cual no nos interesa como lectores. ¡Claro!
Ella se empecina en machacarlo como si fuese un grito codificado de su
subconsciente en el mar de grafemas, con el fin de obtener a algún acólito que
le haga el favor… de tranquilizarla. Milagros condena la supuesta homofobia de
los revolucionarios, pero tacha socarronamente a Chávez y a Fidel de
homosexuales; juega a sacar “del clóset” a los Comandantes, pero –al contrario-
es ella quien yace expuesta en sus miserias intelectuales y humanas.
¡Hipócrita!
Primero, si vamos
a acusar a Nicolás Maduro de agente cubano por utilizar el vocablo
“mariconsón”, deberíamos también imputar –como espías de la Corona Española- a
todos los idiotas que vociferan “be-be-UVE-a”, ¿cierto? O linchar a los que –en
su rendición erótica televisiva a una potencia extranjera azteca- articulan
palabras como “chamba”, “neta”, “mochila” o “cometa”. ¿Verdad, Milagros? De
seguro, tú eres asalariada del Imperio por expresarte con términos ajenos al
habla local como Twitter, Facebook, iPad e internet. ¡Jajaja! Ahora hablando en
serio, tu sumisión lujuriosa a Estados Unidos no se puede ocultar. ¡Lo
certificamos!
Segundo, el
chistecito malo de Chávez y Fidel con la daga del Libertador vuelve a colocarte
en evidencia. Quisiste “fabricar” una gracia y te salió una morisqueta
kilométrica: al denigrar de dos gigantes adorados por sus respectivos pueblos y
allende las fronteras propias, no sólo colisionas con un par de líderes
mundiales indiscutibles sino que te haces acreedora de la genuina repulsa de gente
digna e inteligente. Además, tratar de salpicar a El Libertador -con tu chacota
de albañal- es una pataleta de kindergarten poco decorosa. Por la oscura
obcecación de Socorro con el ámbito sexual, nos atreveríamos a asegurar que es
otra persona quien necesita contemplar –con urgencia- un órgano reproductor
masculino. ¿No es así, Milagros?
A pesar de que la
¿escritora? se esfuerza por no inmiscuirse en los linderos de la “prensa del
corazón”, al mencionar a Chávez y Fidel, toda la estructura lingüística y
semántica de su histeria panfletaria está intoxicada por los rasgos de un
folletín de quinta categoría o los trazos de frivolidad decadente de una
edición cualquiera de “Hola”. ¿Después nos preguntamos por qué tenemos la
“oh-posición” que tenemos? ¡Más aplausos para Milagros!
Los párrafos
restantes de “Dejarse penetrar” son un tratado de amor-odio (Made in Bárbula)
hacia Fidel Castro y –de remate- la justificación de la agresión de Capriles
Radonski (y compañía) a la Embajada de Cuba, el 12 de abril de 2002. Percibimos
que te dolió el acertado comentario de Nicolás Maduro: ni en el Chile de
Pinochet hubiese acontecido algo tan insólito y deleznable. Es que sólo a una
bestia –como “chocolate dulcito”- se le podía ocurrir ¿solicitar? la inspección
a una delegación diplomática en busca de supuestos asilados. ¿Pretendes hacer
una apología de ello, Socorro? Creo que estás pelando. Haga lo que haga
Radonski y así se venda –en campaña- como la quintaesencia del demócrata
“yuppie”, las rayas del Golpe de Abril y del aquelarre frente a la Embajada de
Cuba, no se las podrá borrar jamás.
En relación con
la fijación freudiana de Milagros hacia Fidel y de las mentiras infames de ésta
con respecto a la estadía del Comandante en Chile, durante el gobierno de
Allende, no vale la pena ahondar en más citas de sus devaneos sintácticos.
Simplemente traeremos una verídica analogía a la palestra: el “affaire”
Milagros Socorro se asemeja bastante a aquellas historias de “la vida misma” en
las que cierta mujer, sin razón aparente, te tuerce los ojos, te trata mal y
hasta se declara ¡tu enemiga! sin abrir la boca. Y uno se cuestiona: “Pero,
¿qué le hice?”. No faltará más de uno que sugiera, a modo de chanza: “¡Ésa lo
que está es enamorada de ti!”. Y efectivamente, tanto “odio” hacia una persona
es el camuflaje de una profunda rendición idílica que hasta podría ser
¡erótica! ¿Cierto, Milagros?
Personajes tan
magnánimos como Chávez y Fidel, son inmunes a los viscerales ataques de seres
microscópicos como los opinadores sin oficio de la prensa del “mainstream”. El
escatológico berrinche de una bacteria –asalariada del Gran Capital- no logra
sino darnos más fuerzas e indicarnos que transitamos por la senda correcta. Si
Milagros Socorro se dejase penetrar… por la sensatez, tendría ya un pie fuera
de la Misión Luz Caraballo. Hasta le inventaríamos una Misión Marido, ¿verdad
camaradas? Au revoir, madame!
elinodoro@yahoo.com