Cada quien tiene el derecho y la potestad de leer lo que realmente le parezca meritorio o valioso para sus conocimientos. En eso no debe meterse nadie como tampoco nadie que escriba debe disgustarse porque no lo lean. Eso hay que respetarlo como el derecho de cada ser humano a ser feliz y vivir en libertad y paz consigo mismo y con sus semejantes. Por esa simple razón de la vida humana estamos obligados a derrotar el capitalismo para construir el socialismo sobre lo más elevado de su propia cultura. Pero sólo cuando ésta sea sobrepasada y se haya creado un verdadero régimen que vaya camino directo y en vivo al comunismo completo, es que podemos decir: el socialismo ha vencido definitivamente al capitalismo. ¡Paz a sus restos!
Confieso con la mayor sinceridad que no tengo ninguna palabra de cuestionamiento para ningún lector en esta vida, aunque sí creo que la buena política de formación intelectual no es la que impone lo que debe leerse sino aquella que sabe orientar al lector a descubrir la esencia del contenido entre las líneas de un dictado. Sin embargo, el conocimiento requiere de muchísimo estudio y nunca se logra un vasto conocimiento si nos limitamos a una sola materia, aunque en ésta se termine siendo un científico. Lo que sí es importante, y no lo dijo ningún marxista sino un extraordinario literato inclinado a malas ideas políticas como lo fue don Jorge Luis Borges, que la lectura es el gran alimento del espíritu y –le agrego- de todos los tiempos menos de una fase de la comunidad primitiva en que el desarrollo del lenguaje cobró la mayor atención del alma y de la vida humana misma. Nadie nace sabiendo leer y escribir. Eso se aprende en el camino pero el capitalismo (desde el esclavismo) hasta ahora le niega la posibilidad de saber leer y escribir a millones de millones de personas. El socialismo, desde el período de transición, abre el campo del conocimiento a todos los seres humanos sin exclusión. Ya eso en sí es una enorme ventaja para abrazar el socialismo como la meta futura más cercana de la humanidad.
Pero es necesario entender que un nuevo mundo, donde reine la libertad sobre la necesidad, no se debe caracterizar por lograr que la formación intelectual sea la terminación de la felicidad del ser humano. No, es necesario que se la vea y se la acepte como la continuación de su felicidad que entra en convivencia con el colectivo, donde pondrá en ejercicio el trabajo de acuerdo a su capacidad y obtendrá los bienes para su satisfacción de acuerdo a sus necesidades material y espiritual. Claro, eso será obra exclusivamente del comunismo avanzado. La propiedad privada sobre los medios de producción es tan sagrada para los capitalistas como la ignorancia de los muchos para que los pocos sean los propietarios de la plusvalía y hasta del conocimiento.
Este artículo va dirigido, especialmente, a 300 lectores –por mi mayoritariamente desconocidos- que leyeron –desde que lo publicaron hasta que salió de la vista de los usuarios en la página aporrea- el artículo “El nacionalismo y la economía” de ese hombre tan extraordinario como grandioso, una de las eminencias más sublimes que ha tenido la historia humana tanto en la teoría como en la práctica revolucionarias. Me refiero al camarada León Trotsky. Pensé erróneamente, por los diversos llamados que ha hecho el camarada Chávez a estudiar a Trotsky, que su artículo iba a ser devorado por los lectores de aporrea. No fue así. Nada tengo que decir al respecto ni nada que criticar. Lo que sí debo decir es que de los miles y miles de lectores que tiene aporrea, la inmensa mayoría se perdió de leer un documento o escrito monumental para este tiempo en que en el mundo los gobiernos imperialistas lo reducen a un nacionalismo encasillado en economías nacionales estrechas y dependientes para que no se abran las compuertas de una vastísima conciencia socialista y siempre puedan los peces más grandes devorarse a los más pequeños. Igual aconteció con ese otro extraordinario documento del mismo autor titulado “La dialéctica y la inmutabilidad del silogismo”. Nuevamente unos 300 lectores pasearon sus ojos por ese maravilloso artículo que mucho enseña de filosofía y hasta de política.
Sin desmedro ni crítica alguna contra ningún lector de aporrea o de cualquier otro medio de comunicación como de ningún articulista, pienso que para entender lo que debe ser práctica del socialismo es imprescindible comprender teóricamente el capitalismo, es decir, el conocimiento emanado de la Ilustración. Hay un principio elemental de la política o de la ciencia, de que para destruir basta la fuerza material de diversas expresiones pero para construir es necesario asimilar y poseer los conocimientos más modernos, lo cual no es aceptar dogmática ni sectariamente recetas, fórmulas elaboradas, consejos como dogmas, prescripciones y programaciones aprendidos de memoria sino, muy importante, en que es algo vivo que contribuye a coordinar y dirigir nuestras tareas en la construcción de la sociedad que se merece para dicha y prosperidad de toda la humanidad, es decir, el socialismo.
De allí la importancia, especialmente para los jóvenes lectores y ávidos de conocimientos, que se formen en toda esa literatura que les otorga firmeza, fuerza y perseverancia en su ideal por la Revolución y sus propósitos. Para Lenin los sofismas seudosabios producen terrible daño al revolucionario y a la revolución. Un joven o una persona que crea que ya todo lo sabe, termina no sabiendo nada, se vuelve sectario, dogmático, inflexible, autosuficiente, despreciando el conocimiento de los demás, se considera un maestro que nada debe aprender de sus alumnos porque lo único que sabe es enseñar. Por eso el camarada Lenin le recomendaba a los jóvenes revolucionarios la lectura de la literatura del pasado, la atea militante del siglo XVII, porque todavía no perdía esa completa vigencia que anunciaron los ideólogos del capitalismo hace muchas décadas. Si los jóvenes, esencialmente, que están de parte del proceso Bolivariano se dedicaran exclusivamente a leer las ideas del Libertador Simón Bolívar, posiblemente, terminarán reduciendo los sueños revolucionarios del socialismo a los años posteriores más inmediatos al triunfo de la causa independentista del siglo XIX. Pero si se dedicaran a la exclusiva lectura del marxismo negando vigencia a todas las otras expresiones del pensamiento social, lo más seguro es que se termine con el cerebro embotado y resignado al reformismo que no mira más allá de las fronteras del nacionalismo burgués. Por eso, tal vez casi nadie de los lectores de aporrea me pare ni un centímetro, aconsejo a los jóvenes que buscan en diversas fuentes de enriquecer sus conocimientos, que devoren con atención y esmero todo artículo que aparezca escrito por esos notables teóricos y prácticos que entregaron toda su vida a alimentarnos el espíritu con doctrina revolucionaria y a tratar de hacer realidad el gran sueño liberador que representa el socialismo, tales como Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Gransci, Mariátegui, el Che (por señalar algunos de los ya fallecidos) como también: Fidel, Chávez, Chomsky, Petras y muchísimos otros –incluyendo venezolanos y venezolanas- que están con vida y podemos recogerle enseñanzas que tocan los tópicos más importantes de la actualidad en que se desenvuelve el mundo de hoy.
En verdad, felicito a esos 300 lectores (seguro estoy que allí hay unos cuantos camaradas de Marea Socialista) que se alimentaron o se alimentan espiritualmente con los artículos del camarada León Trotsky ya publicados. Por eso plagio un verso de un poema del EPA que dice: “ Nos duele la tristeza del que escribe para armarnos de conciencia y no encuentra lectores para su enseñanza ”.