Dicen que nació con la llave, cuando cada quien podía encerrarse en un espacio privado y compartir allí solo con pareja, amistades, parientes, etc. O con nadie. Está en los cinco tomos de la Historia de la vida privada, dirigida por Philippe Ariès y George Duby (hay una viruta en http://j.mp/1etBNvp).
Ahora solo es intimidad lo que se exhibe y secreto lo que no interesa. Es un deber hacerse espiar. En Año Nuevo Edward Snowden dijo que en el futuro no se conocerá la intimidad, invadida por Obama o el próximo monigote. Y la intimidad es esencial para el desarrollo de la personalidad, dijo. Antes solo se espiaba al enemigo, pero ahora se escudriña a millones y a cualquiera. El asecho y el acecho son universales, con manejo cibernético de millardos de datos. La National Security Agency te espía hasta cuando te diviertes con el jueguito de pájaros bravos Angry Birds.
¿Cómo confiar en ningún servicio de Internet si Apple, Google, Microsoft, Twitter, etc., han aceptado la intrusión del gobierno gringo en tu intimidad? ¿Cómo sabes que el sistema operativo que usas no tiene una puerta trasera para que su fabricante y quien él disponga te manosee el disco duro?
No es solo entrepitura, pues cualquiera puede ver y analizar tus tweets públicos para determinar el contoneo de tus ideas y saber incluso más de ti que tú. Esos análisis no son ilegales aunque sí invasivos. Agustín de Hipona decía que solo Dios podía saber más de ti que tú. Ahora solo Internet redefine y crea nuevos espacios, irrespirables para la intimidad.
No se borra nada. Eliminas una foto pero Facebook la conserva por si se te ocurre reactivarla. La guarda incluso después de tu muerte. No eres inmortal, pero la información sobre ti sí, incluso la mentira.
En esta Era Wikileaks vivimos en una pecera (http://j.mp/guSMz1). Hasta los grandes aparatos están desvestidos y su omnipotencia es omnidebilidad cuando un individuo los puede echar al pajón, Snowden, Chelsea Manning, y crear un infierno de desconfianzas. Ni siquiera la ley te protegería porque basta que algo se pueda hacer para que se haga. Y aunque la NSA no invada tu intimidad, te invade la sospecha de que sí. Como sea te invade…
Es un cambio de civilización, modestamente.