Un amigo colombiano me llamaba la atención sobre algunas precisiones que yo hacía sobre las debilidades comunicacionales de nuestra Revolución.
“Amigo, Alfredo, y ustedes son Gobierno –me dijo–, ¿se imagina cómo estamos en Colombia? Ojalá tuviéramos –la izquierda– una radio o una televisión; ustedes no han podido resolver aún el mapa estratégico y sus elementos tácticos, giran alrededor de ‘la monja de Bogotá’”.
“¿Como así, qué es eso de la monja de Colombia?”, le pregunté. Sonriendo me respondió, a ver y le explico: “¿Recuerda los ‘falsos positivos’*?, pues se dice, que el presidente Uribe, reunido con su ministro de la Defensa y el Alto Mando Militar colombiano, ordenó asesinar a 100 dirigentes campesinos, sindicales, dirigentes sociales, de partidos de izquierda; que los vistieran con uniformes militares y los hicieran pasar ante los medios y opinión pública como guerrilleros. Ese mismo día –continuó el Presidente–, también me asesinan a una monja en Bogotá y a esa no me la uniforman”.
El ministro de la Defensa y otros jerarcas militares sorprendidos, dirigiéndose al presidente Uribe preguntaron –casi al unísono: “¿Y por qué asesinar a una monjita?”, el resto de los militares se hacían la misma pregunta entre ellos. El presidente Uribe, les respondió retándoles: “¿Aún no se dan cuenta?”
Mi amigo colombiano me dijo de inmediato: “¿Te das cuenta?, es la misma lógica de la oposición en Venezuela y de cierta forma tiene atrapada a la Revolución venezolana”.
La oposición y sus medios llenan a diario a Venezuela de “falsos positivos”, y nos ocupamos de un payaso y un locutor fascistas, mientras Marcel Granier (uno de los peores enemigos del presidente Hugo Chávez) compra parte de Televen.
*Falsos positivos: asesinato de civiles inocentes por el ejército de Colombia para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate.
Nota: artículo publicado en diario CiudadCcas No 1.72 del lunes 23 de Junio de 2014 con el título: Una monja en Colombia.