Durante la séptima Cumbre de las Américas, realizada en Panamá, a principios del mes en curso, el presidente de Ecuador: Rafael Correa, dijo que: “toda la prensa latinoamericana es mala y falta de ética”, sus palabras estuvo referida específicamente al hecho que le ha tocado lidiar con los dueños de El Universo, medio impreso, que así como los internautas de las redes sociales.

Hay que hacer la salvedad que “el que generaliza siempre se equivoca”, sin embargo hay que dejar claro que la gran prensa latinoamericana es en verdad violenta, tergiversadora y manipuladora; Correa aprovechó el espacio dado en Panamá para hacer saber que los medios de difusión -mal llamados medios de comunicación social- son utilizados con fines propagandísticos y lucrativos en detrimento del ciudadano a pie y es ahí, cuando el que el presidente ecuatoriano ofrece una idea clara de cómo debe hacer el ciudadano de a pie para activarse y exigir más y mejor periodismo; no cayéndole a piedra a las casas editoras o metiéndole candela a los periódicos como tal, sino pedir que se le respete como usuario, como consumidor y como comprador de tal o cual periódico.

La historia confirmó, hablando en el caso venezolano, que Globovisión se convirtió en un partido político y editores como Miguel Henrique Otero, Guillermo Zuloaga, Nelson Mezerhane, Gustavo Carmona, entre otros, asumieron el papel de líderes políticos. La ética periodística es vulnerable, cuando un empresario de los medios no entiende que su función es informar, educar y entretener, incluso si sus intereses están enmarcados en la política y en la economía, el asunto se convierte en un conflicto de interés que termina pagando los platos rotos el medio de difusión.

Correa -al igual que mi comandante Hugo Chávez- y ahora mi presidente Nicolás Maduro han tenido que soportar la más brutal campaña mediática en sus respectivas naciones, así como los ataques de los medios internacionales o brazos ejecutores de las políticas injerencistas del gobierno de Barack Obama; desde Univisión, hasta CNN, pasando por Fox News, New York Time, o Miami Herald o Dólar Today no desperdician oportunidad para montar el show antinacionalista esperando desembocar en una conmoción social, pero hay un aspecto que la oposición (escualidismo) tanto ecuatoriana como venezolana no han entendido, no han visto, ignora o simplemente Luis Vicente León, en nuestro caso, no le ha hecho entender: que la sociedad del siglo 21 no es la misma de hace 15 años, que el elector ya no se deslumbrarlo por los errores del adversario político o por el incremento inducido del dólar, es más, el votante no sigue a supuestos líderes que utilizan a sus respingadas esposas para que vayan hablar en la ONU, o con los cerebritos del Pentágono o CIA.

El elector, el ciudadano de a pie entendió que tiene mucho poder en sus manos y que los medios por más tergiversadores o manipuladores que sean, saben que el legado de Chávez y el ejemplo de ejercicio en la política que da Correa -en Ecuador- llegó para hacer pensar al más despistado, a la ama de casa que debe calarse una mega cola para comprar un paquete de papel higiénico, al trabajador que larga la gota gorda para llevar el pan a su casa o el mecánico que debe lidiar por la falta de autopartes y del poder o arma de la que hablo no es otra que las redes sociales. Si las redes sociales y sus influenciadores chavistas bolivarianos que desempeñan un gran papel patriótico y educativo.