El pasado 14 de noviembre, se presentó en Caracas en rueda de prensa una encuesta preelectoral promovida por la fundación CEPS, con sede en España, y dirigida por varios profesores del grupo de Investigación “Globalización y movimientos sociales” (GMS) de la Universidad Complutense de Madrid en colaboración con la empresa venezolana Veneopsa. La profesional que la presentó fue la investigadora de la Complutense Carolina Bescansa. El resultado del estudio arrojaba una diferencia entre un 15 y un 20 por ciento entre la expectativa de voto de Hugo Chávez con respecto al segundo, Manuel Rosales.
Algunos medios de comunicación de la oposición se indignaron con el resultado desfavorable a su candidato, y decidieron presentar su propia “investigación periodística” sobre la legitimidad de la investigación y los profesionales.
Dos días después, el 16 de noviembre, en el programa de Globovisión Aló Ciudadano, cuyo nombre pretende remedar el programa semanal de Chávez Aló Presidente, la presentadora María Isabel Párraga intenta desautorizar a la profesora afirmando que es falso que sea investigadora de la Universidad Complutense de Madrid. Para ello, en directo desde el plató, entra en Internet y se dirige a la web oficial de la Universidad madrileña. Desde allí teclea “Carolina Descansa”, es decir sustituyendo el apellido Bescansa por Descansa, comprueba que –evidentemente- no aparece en la web de la Universidad ninguna profesora con ese nombre y así afirma a la audiencia del programa que esa persona no es profesora de la Complutense. No vuelve a intentarlo con el nombre de los otros dos profesores que participaron en el proyecto, pero sí con Javier Cazalis, el director ejecutivo de la empresa venezolana que había colaborado en el estudio. Lógicamente, no aparece como profesor de la Universidad Complutense. De este modo, mediante el cambio del apellido en su búsqueda, la periodista “demuestra” la suplantación de los responsables como falsos profesores madrileños.
Las operaciones manipuladoras de los medios venezolanos son siempre bien coordinadas entre varios de ellos. Al día siguiente, el 17 de noviembre, el editorial del diario El Nacional retoma la denuncia de los que denomina “impostores” y cita el nombre de la profesora española como “Carolina Bescans”. Ya no sustituyen la B por una D, pero eliminan la “a” del final por si acaso algún avezado lector tiene la ocurrencia de buscar el nombre en la web de la Universidad o simplemente en Google y descubrir la verdad. Le siguen en la denuncia otros medios de prensa como El Nuevo País o 2001.
En el periódico El Universal del 19 de noviembre, la virulenta periodista opositora Marta Colomina escribe sobre “las falsas cifras, de la falsa encuesta, de la falsa universidad Complutense, de estos pícaros españoles”.
La verdad fue desmontada por la propia Universidad Complutense el 23 de noviembre, en el denominado “Informe del Grupo Informe del Grupo de Investigación de la Universidad Complutense de Madrid al que pertenece Carolina Bescansa, a propósito de la reciente encuesta sobre intención de voto en las elecciones venezolanas”. Este documento, elaborado desde Madrid por Montserrat Galcerán y Mario Domínguez, coordinadores del grupo de Investigación “Globalización y movimientos sociales” (GMS) es encabezado afirmando que “ante el tumulto provocado por la descalificación brutal de que ha sido objeto la reciente encuesta sobre la intención de voto en las próximas elecciones venezolanas, hecha pública por la investigadora principal Dña. Carolina Bescansa Hernandez, los abajo firmantes, co-directores del grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid al que pertenece dicha profesora, queremos hacer constar lo siguiente”.
A continuación denuncian que “el hecho de desprestigiar al equipo de nuestra Universidad, diciendo que la doctora Carolina “Descansa” (en lugar de Bescansa) y el equipo que respalda dicho estudio no forma parte de esa Institución, simplemente porque no gustan las conclusiones, o insinuar que la primera responsable de este estudio o bien no existe o bien es una asalariada de una tendencia política en particular, son actitudes poco serias que envilecen la profesión periodística”. Asimismo, reconocen la credibilidad y rigurosidad del estudio y lamentan “profundamente el descrédito que tales artimañas intentan proyectar sobre nuestro trabajo y las instituciones a las que pertenecemos, cosa que sólo nos podemos explicar como resultado del clima crispado con el que la oposición al presidente Chávez está intentando enturbiar todo el proceso electoral”.
Es sólo un ejemplo de los burdos métodos de mentira y engaño en los medios de comunicación de Venezuela. Es fácil imaginar la credibilidad que se pueden merecer cuando difunden sus críticas al gobierno de Hugo Chávez o la inútil esperanza en que alguna vez informen con veracidad de lo que sucede en ese país.
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