Es difícil debatir en Venezuela si no puede darse una efectiva comunicación cuya consecuencia sea la comprensión de nuestra realidad, y no es precisamente la TV la única responsable de que las ciencias de la comunicación no hayan asumido un debate serio para comprender la misma. Más grave fue la traición de los clérigos cuando asumieron un falso concepto de libertad de expresión, contradiciendo una postura de críticas que sostuvieron durante años contra los dueños de medios de comunicación. Incluso los intelectuales especialistas en medios resultaron traidores de sus conceptos, sus palabras, menos de sus acciones, porque nunca hicieron nada para cambiar la realidad que criticaban. Ni clérigos, ni intelectuales ejecutaron acciones consecuentes con sus discursos porque se beneficiaban de la misma, era una crítica falsa y que las elites económicas consideraban soportable.
Políticamente los venezolanos rompen paradigmas cuando su población ejecuta acciones eficaces dentro de un proceso de cambios. Los resultados son tan buenos que dan miedo. Ejemplo, por primera vez en la historia los ciudadanos se movilizan en acciones concretas para defender el servicio público audiovisual. Los estudiantes salen al debate porque la gente está cansada de los intelectuales de papel y los dueños de medios perdieron legitimidad al igual que los políticos y los clérigos. El logro tangible fue la creación de TEVES y el castigo de RCTV a mudarse al servicio de TV por cable.
Pero en materia comunicacional persiste un problema. No se confía en nadie y urge discutir otros temas como Socialismo del Siglo XXI, la industria petrolera, el desarrollo agropecuario, el PSUV, por mencionar los más urgentes. Debates que corren el riesgo de simplificarse, por un lado, por una oposición mentirosa que tergiversa cada planteamiento para provocar divisiones y desencuentros. Por ejemplo, los análisis que hacen del discurso de Muller, de Baduel, pretenden hacerlos discutir con el Presidente de la República. ¿Por qué?, porque necesitan destruir cualquier intento de comunicación y debate que permita acordar una idea con los valiosos aportes de distintos puntos de vista. No es la falsa diversidad que alega Marcel Granier, pues su postura niega la comunicación y por ende la reconciliación, pues siempre tratan de impedir cualquier idea, deformándola, contradiciéndola, ridiculizándola, y si esta prospera tratan de impedir su ejecución, por ejemplo, la Constitución del 99, las leyes habilitantes, la Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la TV, la nacionalización de empresas estratégicas, la reducción de la producción para controlar los precios del petróleo, etc.
Por otro lado existe el peligro de los aduladores, hablando claro, los “jala bolas”, muestra de ello son los que ingresan a la industria petrolera con consignas como “Patria, socialismo o muerte”, pero no tienen idea del negocio petrolero. Vale mencionar también a los reformadores de las empresas básicas (CVG) quienes resultan eficaces en la oratoria pero no en la acción, pues ninguna de sus ideas llegó a buen puerto. Era una estafa ideológica. Algunas veces por ignorancia, por romanticismo y también por ser un plan contrarrevolucionario. Pero la comunicación está deslegitimada, defenderla equivale a erigirse en defensor de un valor falso. Debatir en tales condiciones es una ilusión, es una cuestión política e implica profundizar en la caja negra que ocultan los dueños de medios, para defender la diversidad, la identidad, la cultura y asumir los riesgos de la incomunicación.
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