Siempre se ha dicho que la ira es una mala consejera: está tipificada como uno de los siete pecados capitales. El desquiciamiento humano se asume como una patología difícil de tratar. Los sectores más radicales de la oposición día a día presentan más indicios del desequilibrio que les acompaña. Desde aquella señora que anda con una rabiosa mascota que agrede al oír el nombre del Presidente, hasta el desquiciado que lanzó el artefacto explosivo al cuerpo de la reportera de Ávila TV; las pruebas abundan.
¿Qué culpa tienen los chaguaramos de la rabia contenida de los opositores? Árboles, grandes y pesados materos y verjas de la avenida Bolívar, fueron objeto de la saña de los marchistas de la oposición el día que intentaron, sin éxito, encadenarse en la sede del CNE. Varios videos muestran la bilis que aflora en los opositores cuando salen a marchar.
Esa energía debería encauzarse hacia otros derroteros.
Esto ha hecho eclosión en las últimas semanas. Recuerda los aciagos días del paro sabotaje petrolero, la toma de la Plaza Altamira y la guarimba que se adelantó en varias ciudades en 2004-2005. El cierre de calles y avenidas no es nuevo. Las trancas generadas en el Este capitalino afectaron básicamente a los seguidores de esta oposición iracunda. Los hechos acaecidos en Plaza Altamira pusieron en evidencia la descomposición presente en estos grupos.
Los menguados líderes de la oposición señalan que el culpable de esta efervescencia de rabia de los opositores es el discurso del Presidente. No mencionan la labor que en esta materia ha realizado la industria mediática. Los mensajes violentos e instigadores del odio transmitidos por radio, TV y prensa en los últimos años, los podemos medir y analizar.
Las prácticas extremas de la violencia opositora quedaron evidenciadas con la destrucción de equipos, sedes e instalaciones petroleras en 2002-2003.
La semana anterior, la furia piromaníaca de los universitarios opositores condujo al sitio que se le hizo a la Escuela de Trabajo Social de la UCV. Previamente quemaron un autobús. Bajo el coro: "¡muerte a los chavistas! ¡muerte a los chavistas", y la mirada indolente de las autoridades, la furia, el odio, la ira opositora se adueñaron del campus universitario. Se buscan responsables.
Periodista / Prof. universitaria