El ánimo de cambalachar

Escribió un tango memorable, Enrique Santos Discépolo, que intituló “Cambalache”, en el que describe la chimba vida que ha discurrido, tanto en el quinientos seis, como hasta en el dos mil también… ‘Si uno vive en la impostura, y otro roba en su ambición, ¡da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón!...’.

¡Soberbio, che! Y no me canso de oír (libándome dos tragos guerrilleros) la versión del uruguayo Julio Sosa. Y no más de dos, por si acaso, y por si tuviera que tomar las armas… Uno nunca sabe.

Pero al Enrique Santos, que me voy a referir ahora, es Calderón, que habiendo sido designado -y auspiciado por el grupo Prisa-, nuevo presidente de la SIP, no dejó también de escribir su ‘cambalache’ en tiempo de pasillo esta vez con motivo de su ascensión a tan ‘digno’ cargo [¡para la libertad!].

Celebrose en Madrid la fulana reunión de ‘la más antigua organización de libertad de prensa del hemisferio occidental’, que la presencia del rey engalanó… siendo interamericana esta sociedad, como su propio nombre lo señala. A ver. Presumo que es porque en sus escenarios “naturales”, hiede... ¿No? ¡Y vaya que es muy probable! O mejor: ¡es así! ¡Hiede ya hasta el reventón, la SIP, en estas tierras! Es la verdad. Y que siempre sea dicha.

Decía Santos Calderón en su ‘pieza’ oratoria, que el asesinato del periodista Cano en Colombia demostró hasta dónde podía llegar una mafia para acallar a lo medios. Que Colombia, en ese momento [1986] era el más tétrico país para ejercer el periodismo. Pero cayó en el olvido deliberado de exponer, hasta dónde puede llegar la mafia de la cual es hoy presidente, para acallar el progresismo de un gobierno y hasta dónde llega su propio gobierno plutocrático y mafioso para acallar la voz de los izquierdistas colombianos y de los pobres, por tal razón preteridos. Eso no lo dijo, y es una lástima… ¡Por tanto, arrancó cojeando, Santos Calderón!

Luego pontifica Santos Calderón, en su alocución, que los medios se habían unido para destapar unos informes sobre los carteles de la droga en Colombia, donde daban nombres de capos, de sus panas más cercanos y de sus cómplices en Estados Unidos, así como de sus ‘modus operandi’ y de las víctimas de su espeluznante ferocidad criminal. Y que, así demostraron a los mafiosos, que no los iban a callar, pero no siendo suficiente ello, en todo caso, para detener el narcotráfico, que hoy sigue campeando, y ¡vaya cómo! Y cabe entonces la pregunta: ¿denunciaron en su oportunidad ellos, como pana burda de un gran capo, a quien hoy ejerce la presidencia de Colombia, luego que informes gringos así lo señalan y, con posterioridad, libros que así lo atestiguan y lo prueban? Y entonces, ¿cómo aspirar que el narcotráfico no siga campeando, cuando desde las mismísimas esferas del poder se le ampara con el más histórico descaro? Y en tal sentido recordemos el regio artículo de Pedro Medellín Torres... Así pues que, de nada vale que los “medios”, como miembros de la SIP, se empeñen en erigirse como adalides de la lucha contra el narcotráfico, porque esa supuesta causa no los hará respetables, ni mucho menos, debido a que forma parte ella, de una estratégica hipocresía, como ha demostrado el fulano Plan Colombia que también es. Al decir Santos Calderón, que la droga forma parte de la multinacional del delito, cabría preguntarle entonces: ¿no forma parte también la SIP de ella, al pretender imponer la mentira como una droga, sólo para defender la preeminencia de los oscuros intereses que defiende?

Continúa Santos Calderón diciendo, que para ellos hay nuevas formas hoy de intolerancia menos burdas y más sutiles que las de las dictaduras militares; que tanto la SIP, dizque combatió. Habría que ver. Que gobernantes democráticamente elegidos se tornan como incapaces de aceptar el ‘pluralismo de opinión y el derecho a la crítica’, que son los pilares de esa democracia que justo los llevara al poder, para terminar cayendo en los Kirchner, en Correa, en Evo, en Ortega, en Zelaya, en Chávez, por supuesto, que es la diana de su discurso; en Cuba, ya como un refrito, y, por último mete a Uribe también, “que si bien no hostiga a la prensa”, como dice, se ve que lo hace para tratar de disimular el sesgo vulgar de sus afirmaciones. ¿Y cómo va Uribe a hostigar a la prensa, respondiéndole ella a sus objetivos más estratégicos junto con los medios radioeléctricos? Pero es incapaz de meter a Bush en el listado afrentoso, presumiendo que, por ser su jefe…

Y sería bueno aclarar, de una vez por todas, que ningún gobernante genuinamente democrático hostiga a la prensa por decir la verdad, aunque le duela. Lo que sí cuestiona un gobernante democrático, es que se digan mentiras abiertas como ‘verdades’, con el único objetivo -avieso e inmoral, por cierto- de intentar manipular políticamente a los desprevenidos lectores, abusando de la buena fe de ellos, y buscando sólo que se alineen con su concepción política o ideológica. Y todo, porque eso no es un papel que le corresponde a los medios, lo cual, sin embargo realizan de forma descarada, planteando así un delicado problema ontológico que habría que resolver dentro del conflicto planteado, que es innegable; y que, Santos Calderón tilda de ‘eterna, natural y saludable tensión dialéctica entre prensa y poder, que debería fortalecer y no debilitar a la democracia’.

Sí, todo está muy bien, pero mientras la prensa y los medios no digan mentiras comprobables, como navajas escondidas de naturaleza política, porque –insisto- que ese no es el papel que le corresponde jugar a los medios en una democracia, sino a los partidos y grupos políticos que son de su esencia, y donde a los medios sí les cabría, entonces, hablar sobre las mentiras que unos y otros profieran.

No le corresponde tampoco a los medios ser contrapoder ni fiscal de los poderes públicos en aras de un supuesto bien común, por la sencilla razón que, para un empresario capitalista, no existe el concepto de bien común, sino de bien particular, y, muchísimo menos, cuando su credibilidad (que sería su gran estandarte) les anda por los suelos por resultar reiteradamente mentirosos y manipuladores.

Pues sí: ‘igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclao la vida…’

canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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