El Matacuras adelantó su regreso a Venezuela. Venía de tener un encuentro fugaz con Nixon y Manuel Rosales. Todos los comprometidos en la trama del 11-A le estaban solicitando con urgencia, que inmediatamente asumiera la defensa de todos los condenados por el golpe, dado que fue él quien volvió trizas el Caso Danilo Anderson. Y su programa fue de delirio, diciendo de entrada que al llegar a Maiquetía percibió un denso y pavoroso calor de tristeza: todo respiraba abatimiento y dolor a su paso. El país sobrellevaba el sopor de una inmensa tragedia y agonía, y durante todo el trayecto estuvo leyendo el guión que le habían redactado Roberto Giusti, Luis Ugalde, William Echeverría y Nitu Pérez Osuna. Que la nota del día la estaba dando Luis Ugalde al decir que el gran Judas que hay que quemar en esta Semana Santa es a Poncio Pilatos. Que no se entienden, cómo es posible que estén llevando a la cárcel y persiguiendo con saña, toda una verdadera cacería, a nuestros hermanos más queridos, más honorables, más dignos y no se haga nada, que todos los días nos estemos lavando las manos como si nada de eso tuviera que ver con nosotros. Que mañana a todos nos lincharán como perros y todo seguirá bajo la ignominia y crimen. El Matacuras tenía un aspecto lívido, de enfermo y recordaba el terremoto del 1812 que también ocurrió en una Semana Santa. “El Nacional”, en su mancheta, también asoció el tema del terremoto con lo ocurrido con la decisión del caso del 11-A, en Aragua.
En el compromiso adquirido en los meses previos al golpe había quedado perfectamente estipulado que todos a uno de los comprometidos en el complot tenían que defender a muerte a los que el gobierno inculpase de haber participado en la conjura.
De haber podido llevar Danilo Anderson a buen término el caso, sin duda que hoy estarían en la cárcel unas 475 personas, entre ellas Federico Alberto Ravell, Luis Ugalde, Enrique Mendoza D'Ascoli, Alfredo Peña, Miguel Henrique Otero, Gustavo Cisneros, Marcel Granier, Patricia Poleo, Ricardo Koesling, Enrique Capriles Radonsky y Leopoldo López, el Cardenal José Ignacio Velasco, Mikel De Viana, Baltazar Porras, Cardenal Rosalio Castillo Lara, José Curiel Rodríguez, Rocío Marina Guijarro Saucedo, Nelson Mezerhane, Salvador Romaní (hijo), Eugenio Añez, Jaime Escalante Efraín Vásquez Velazco, Pedro Pereira Olivares, Héctor Ramírez Pérez y el Daniel Comisso Urdaneta, Julio César Brazón Rodríguez, José Benjamín Rodríguez Iturbe, Raúl José Armas De López, César Augusto Carballo Mena, León Antonio Arismendi, Guaicaipuro Lameda Montero, Godofredo Ramón Marín Rodríguez, Douglas Rafael León Natera, Enghelberg Hedi, José Rafael Huizi Clavier, Vilma Elizabeth Petrash Rangel, Sergio Omar Calderón, Enrique De La Coromoto Yéspica Alvarado, Manzo Jaime, Leopoldo Ernesto López Gil, Felipe Alberto Brillembourg, Federico Carmona Perera, Ignacio Salvatierra Palacios, Alberto Quiróz Corradi, María Corina Machado, Corina Parisca De Machado, Juan Pablo Borregales Delgado, Alejandro Peña Esclusa, Elías Rubén Bittar Escalona, Albis Teresa Muñoz Maldonado, Carlos Enrique Gutiérrez, José del Valle Bravo, Abel Andrés González, Edgar Javier Monserratt, Scarlet de Los Angeles Díaz, Plutarco Elías Vallés, Marienal Mata Villalba, Jorge Mateo Redmond, José Gregorio Vásquez, Ana Karina Gónzalez, Cecilia Sosa Gómez, Allan Brewer Carías, Américo Martín, Carmen Elena Núñez, Astrid Santaromita, José Vicente Carrasquero, José Carta Tirado, Mónica Fernández, William Claret Girón Hidalgo, Edgar Edmundo Morillo González, Edgar Bolívar Ramírez, Marcos Antonio Ferreira Torres, Luis Alberto Camacho Kairuz, Carlos Alfonso Martínez, Romel José Fuenmayor León, Néstor González González, Rafael Damiani Bustillos, Henry José Lugo Peña, Enrique Antonio Medina Gómez, José Francisco Noriega Gutiérrez, Clinio Rodríguez Obelmejías, Ramón Antonio Lozada Saavedra, Oscar José Márquez, Hernán José Rojas Pérez.
Por eso fue lo del inmediato bombardeo a las averiguaciones sobre el crimen contra Danilo Anderson, procurando que ninguno de los autores intelectuales fuese a prisión, lo cual consiguieron. Convirtieron los hechos en una muy larga, sorda, contradictoria y enmarañada investigación, y todos los verdaderos asesinos quedaron en libertad. Cuántos millones de dólares corrieron para pagar al ex concejal Carlos Herrera, a Patricia Poleo, a docenas de ONG’s como el Frente de Defensa de los Presos Políticos, la organización Expresión Libre, Comunicadores por la Paz y la Democracia, las que solicitaban rabiosamente solidaridad con Patricia Poleo y solicitaban a machaca martillo un juicio en libertad seguido y supervisado por la opinión pública.
Hoy la locura levantada por Globovisión supera toda la inmundicia pasada amenazando de muerte a la foto-reportera Wendys Olivo, a la jueza del caso que condenó a los comisarios, así como a los fiscales del Ministerios Público. ¿Conatel se volverá a quedar de brazos cruzados? ¿Qué hacemos?
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