El título La revolución necesita
a Globovisión puede sonar raro pero creo que refleja una verdad irrefutable.
Creo que desde hace ya bastante tiempo la capacidad de Globovisión
como un medio efectivo de hacer oposición al gobierno ha venido mermando
considerablemente, y en algunos casos creo que este canal conspira inconscientemente
en contra de la causa opositora (y no oposicionista como dicen algunos
insignes comunicadores sociales).
Cualquier persona que vea regularmente
Globovisión se puede dar cuenta que en programas como Aló Ciudadano,
los personajes entrevistados son siempre los mismos, y lo peor es que
siempre dicen exactamente lo mismo hasta la náusea, demostrando una
falta de creatividad bastante deplorable. Pero hay algo aún peor,
la pregunta que hacen frecuentemente los consecuentes teleespectadores
del programa, opositores hasta la médula, es también la misma, ¿qué
debemos hacer para salir de Chávez? Y es frente a esta pregunta que
los doctos entrevistados nunca le responden al público, y algunos en
un intento de gran creatividad se copian de Kennedy y su frase “no
preguntes que puede hacer tu país por ti, sino que puedes tú hacer
por tu país”.
Creo que el público que ve
Globovisión, y en particular Aló Ciudadano, debe quedar desmoralizado
de ver los personajes que desfilan por el programa y adoptan poses de
líderes pero son incapaces de indicarles el camino correcto para salir
de la dictadura. Por otra parte, la televisión tiene la virtud o en
este caso el inconveniente de poner en evidencia el lenguaje gestual
de los invitados y el animador de programa, y los rostros expresan rabia,
impotencia, desagrado que no pueden ocultar. Creo que todo esto termina
por desmoralizar totalmente al espectador de la oposición, que una
vez creyó en esos líderes y salió a gastar sus zapatillas de marca
por el duro pavimento caraqueño y de otras ciudades del país, y caminó,
y caminó, y caminó, para finalmente quedarse con un par de zapatos
gastados y durezas en los pies.
Los economistas que desfilan
por Globovisión tienen años prediciendo una crisis económica de proporciones
monstruosas, y por fin, recién el año pasado la pegaron, lamentablemente
se equivocaron de escenario, pues fue Estados Unidos y Europa quienes
han caído en una profunda crisis. Los espectadores de Globovisión
deben estar muy confundidos al ver a tanta luminaria de la economía
lanzar odas al capitalismo y en contra de la intervención estatal en
la economía, cuando lo que ven en la televisión internacional es gente
pidiendo a gritos la intervención del Estado en la economía para salvar
puestos de trabajo. O cuando ven a un Obama enojado con los banqueros
que a pesar de la crisis y el auxilio estatal obtenido, han insistido
en pagarse bonos multimillonarios.
Y si hablamos acerca de los
expertos politólogos que desfilan por la pantalla de Globovisión,
ahí si, la gata se sube a la batea, como la Sra. Capriles, que después
de mucho hablar y hablar no llega a ninguna parte, o por lo menos, no
llega a la parte que le interesa al espectador opositor que la escucha
sentado en el borde de la silla esperando la verdad revelada, es decir,
no llega a decirle al teleespectador como combatir políticamente a
Chávez y lo más importante como ganarle.
Creo que en los actuales momentos,
Globovisión es un factor de desmoralización de la oposición, es una
ventana a través de la cual los espectadores opositores pueden ver
las carencias de sus líderes y terminan por sentirse unos verdaderos
huérfanos. En Aló ciudadano pueden terminar de sentirse desgraciados
viendo la cara de molestia y a veces rabia desatada de Leopoldo Castillo
cuando un entrevistado se sale de la pauta y señala algunas cosas a
favor del gobierno, o algún espectador que llama por teléfono y expresa
opiniones que van en contra de la línea del programa, en este caso,
o la llamada se corta o el animador corta la llamada con un “creo
que ya el punto quedó claro”.
En estos momentos, pienso que cerrar Globovisión puede ser mucho peor para el gobierno que dejarlo en el aire, pues como ya expliqué, creo que este canal le está haciendo un flaco favor a la oposición, la desmoraliza a diario, la inmoviliza, muestra la calidad de dirigentes que tiene la oposición y deja a la audiencia siempre esperando que al siguiente día aparezca alguien que les de la receta mágica para salir de este gobierno, esperanza que se frustra día tras día.